Dedicatorias: a mi hijo Rubén por haber superado la pérdida de un compañero de equipo en accidente de bici; a todos los que estuvisteis conmigo en los momentos de mi infarto (especialmente Clarillo quién pasó por una situación similar); y por último a Alvaro por su inestimable ayuda en la ascensión.
10 de Enero de 2004:
Encontrábame en la sala de cuidados intensivos de un hospital inmerso en una selva de cables controlando todos los parámetros de mi cuerpo. Hasta una careta de oxigeno adornaba mi cara, esa que está inmersa en mi enorme cabezón lustroso y brillante por la gran calva de la que tanto os habeis reido. No pensaba nada. Todo eran dolores.
11 de Enero de 2004.
Más relajado, en la misma sala, pero ya sin oxigeno y más consciente de lo que había ocurrido, me juré a mi mismo (mientras el cardiólogo me decía no sé cuantas cosas de las que no me enteraba):
" Si salgo de esta subiré el Anglirú en bicicleta....Este fué el principio.
Así pues, cuando hube abandonado el hospital me entregué a la gran cruzada de luchar contra viento y marea para subir el mítico Anglirú.
Existían problemas reales como la forma física y problemas inventados por la sociedad como los estereotipos. No tengo tipo de ciclista luego no valgo, estereotipo cumplido. Maldigo a los creadores de estereotipos, en especial, a los llamados "creadores de la moda", porque es que les atribuyen la palabra "CREACION" cuando lo único que hacen es destruir a la sociedad en su fibra más sensible como es a la adolescencia cuando el ser humano se está formando: "Lo único que crean es enfermedad, anorexia, bulima y traumas".
Luchar contra el estereotipo no me fué nada dificil porque no es "real". Lo dificil fué recuperar la forma perdida porque aunque siempre hice bicicleta andaba yo subido excesivamente de peso por aquellos momentos.
Me tenían prohibido excederme de 140 pulsaciones por minuto(ppm) y yo obiente cumplí con la consigna.
Al cabo de tres meses, mi recuperación física fué tan espectacular que aburrí a los cardiólogos en la prueba de esfuerzo: "Usted tiene un grave problema y no es el corazón" me comentó el cardiólogo deportivo. Pues digamé usted que problema es.....Y me respondió que mi grave problema era que estaba calvo...si, si, así de distendida fué la sesión
.
Me recomendaron abandonar el pulsómetro para evitar episodios hipocondriacos y continuó mi progresión física.
A partir de aquí, kilómetros y kilómetros con la burra, ascensiones y más ascensiones a pata por esos montes del mundo mundial y a por el asalto final.
Un grave contratiempo ocurrió a finales de julio. Como bien sabeis, Rubén, mi hijo, corre en un equipo de bici de montaña (ciclocerros digo yo). Uno de sus mejores compañeros (eran de la misma edad y categoría) falleció cuando iba con su bici y fué arrollado por un coche. Siempre que entrenan llevan casco. En esta ocasión salía de la piscina y no lo llevaba...esa fué la desgracia fatal. Ahora mi hijo lleva casco hasta para ir a por el pan.
El resultado fué que Rubén se desentendió de la bici y no la cogió practicamente en un mes. ¿cómo recuperarle? ¿cómo hacer que supere el trauma?.
A grandes males, grandes remedios....le sugerí que si le apetecería subir el Anglirú con sus 11 añitos. Bingo, la idea le despertó y le animó. Solo tuve tiempo de entrenarle tres días, pero yo confiaba en sus cualidades y sobre todo en su fuerza mental de no defraudarse ni defraudarme.
Pero faltaba la guinda. Bien sabeis que quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Y es aquí cuando aparece Alvaro, forero de Bilbao con una forma física sencillamente excepcional. El hombre de los tres miles a pata, el hombre que subió el Veleta en bici (atravesó toda la penìnsula expresamente para ello)...y además ya había subido el Anglirú varias veces.
Me puse en contacto con él para que nos pudiera hacer la subida. En un principio trató de quitarme la idea por mis antecedentes "infartiles", por mi edad (camino de 44
) y por mi peso. Pero me vió convencido, muy convencido y aceptó el ayudarnos.
Llegó el día. Nos encontramos en Riosa. Había llovido por la noche y en el momento de la salida estaba tronando. Ya sabemos que los meteolocos nos gustan estos fenómenos, pero en este caso yo no estaba dispuesto a subir con tormenta...."acojonaito me encontraba". Tomamos un café en espera de la disolución de los cuerpos represi....perdón, de los cumulonimbus
e iniciamos la subida aún con algún trueno que otro.
Dada la experiencia de Alvaro, enseguida le dije que se preocupara de que mi chaval subiera con todo el apoyo posible. El problema es que no debe utilizar desarrollos fuertes para que no le crezca el músculo y aprisione el hueso evitando su crecimiento. Pero Rubén es a veces terco y no entra en razones. Le permití subir los 5 primeros Kms en el plato del medio (32 dientes), pero que en cuanto empezaran las rampas del 15 o el 20% hiciera la ascensión en plato pequeño (22 dientes) por la circustancia que os he explicado.
Alvaro, al verme, me volvió a preguntar que si tenía idea de subir de un tirón....pues claro que sí, le contesté....pero tenía sus dudas, lo sé. No es normal ver a un oso montado en una bici intentando subir el Anglirú (volvemos a lo de los estereotipos).
Me distancié un poco (unos 100m más o menos) de Rubén, siempre procurando que me viera, pero con la seguridad de que ahí estaba el maestro Alvaro para marcar el terreno. Los 5 primeros kms los subí con plato grande (42 dientes), y cuando empezó la fiesta metí plato del medio con un 32x28. Mi hijo ya pasó al plato pequeño (22 dientes).
Era graciosísimo ver como Alvaro "el sobraó" iba del uno al otro y del otro al uno como si tal cosa....¡¡¡vaya máquina de tío!!!, se hizo la ascensión por lo menos dos veces...¡¡¡que tío!!!
Transcurrían los kms y yo seguía con mi 32x28 inclusive en las rampas del 20%. Todo iba incluso mejor de lo que me esperaba. Alvaro cuidando de Rubentxu y yo tranquilito. El infierno todavía no lo había notado.
Asi que llegamos a la cuiñe de les Cabres o cuesta de las Cabras o como se llame....esa del 23,5%. Ahí metí el 32x32, es decir, seguía con el plato del medio pero con el piñón más grande. Pero noté que se me atragantaba por lo que a mitad de la recta intenté meter el plato pequeño de 22 dientes.
¡¡¡Putadita!!!...no entra el plato pequeño. Asi que (y esto lo sabrán los entendidos en bici) hice un pequeño sprint para dejar de pedalear y eliminar tensión de la cadena para ver si de esa forma me entraba el plato pequeño....pero no...no entraba. Volví a hacer otros dos sprints más en una recta de 23% de pendiente...una locura...y nada, el plato no entraba. Maldecía mi suerte...y en una nueva intentona el pedal automático derecho se me salió y caí en seco al suelo. En esos momentos me desanimé y estaba cansado por los sprints que hice en esas circustancias. Me quedé plantado en el asfalto y pasó Rubén con Alvaro. Este se encargó de que Rubén se hiciera con los últimos metros de la ascensión.
Cambié el plato con la mano y el resto y con ese desarrollo del 22 fué un puro trámite.
Rubén coronó con 11 años sin bajarse, pero lo importante es que volvió a cojer la bici después del mal trago de su compañero.
El Anglirú me pareció duro, pero me lo esperaba más duro aún. Bien es cierto que lo hicimos sin limite de tiempo, eso quede claro.
Ya en la cima, vuelta a tronar, asi que para abajo echando leches. Mi cuentakilómetros llegó a coger los 72km/hora. Me pude caer una vez y mi hijo otra. Y los dos últimos kms chaparrón con gotas como puños de grandes y creo que hasta algún que otro granizo se escapó....joer...
El segundo fin de semana de octubre Rubén tiene competición en Gijón. Volveré a subir el Anglirú, pero esta vez lucharemos contra el crono. Si alguno se apunta ahí estaremos.
Alvaro, muchas gracias ¡¡monstruo!!
Una maldición: "A todos los entes biológicos llamados seres sociales que alimentan estereotipos estúpidos"...que se jodan, he subido el Anglirú rompiendo un poco sus esquemas perfecionistas (principalmete a modistas y modistos)
Un saludo
Reconociendo el terreno el día anterior a la subida.
En linea de salida
Asi estaba el cielo en Riosa antes de subir
En la cima con el super-atleta Alvaro
Así llovía cuando bajamos
Tema: Relato filosófico-deportivo de mi ascensión al Anglirú (Leído 1129 veces)