Se acabo lo que se daba.
El Caja perdió 2-1 en Murcia
¿De verdad perdieron?
El Caja Segovia cerró la liga cayendo de pie ante un ElPozo apoyado por tres mil personas, y acabó aclamado por su afición
Javier Martín - Murcia
Así se puede perder un partido. El Caja Segovia cayó ante ElPozo en otro encuentro épico de los de Miguel Rodrigo, a los que en esta ocasión les fallaron las fuerzas. El equipo segoviano llevó al campeón de liga hasta el límite, obligado a poner las entradas a un euro para llenar el pabellón de seguidores que le animaran, empujando y empujando, ya fuera con juego, ya con otras “artes” y derribando el muro segoviano cuando el partido decisivo estaba a punto de expirar. Partidos así son los que se necesitan para volver a creer en este deporte, que en Segovia, demostrado queda, tiene fervientes seguidores.
Salió ElPozo como se esperaba, intentando intimidar al Caja y ganar el partido desde el primer minuto, algunos por lo civil, como Raúl o Kike, y otros por lo “criminal”, caso de Bacaro o Vinicius, que no tardaron en sacar los codos a “pasear”. El Caja no se achantó, y a un primer lanzamiento de Kike fuera por poco respondió Guga empalmando un córner a las manos de Juanjo.
Duda quería un partido caliente, y a fe que lo tuvo, pero alguno de sus jugadores se pasaron de vueltas, y Mauricio pagó caro sus nervios viendo el camino de los vestuarios cuando el partido cumplía su minuto diez. Hasta ese momento ElPozo sumaba dos ocasiones claras, y varios lanzamientos de catorce metros desviados, mientras que el Caja había tenido su opción con un remate claro de Lin que sacó Juanjo de manera extraordinaria.
La expulsión de Mauricio, y la cuarta falta local, terminó por aplacar los ánimos de los jugadores de ElPozo, y a ello también contribuyó el golazo de Guga, que desde la posición de pívot se marchó de dos rivales y fusiló a Juanjo. El Caja parecía haber pasado lo peor, porque los de casa empujaban lo suyo, pero la defensa segoviana no cometía errores, maniatando las acciones ofensivas murcianas, con una defensa que no dudaba en comenzar presionanado para terminar cerrada en doce metros.
Pero los segovianos no lograron ampliar la renta, y de tanto empujar, cabía la posibilidad de que los locales empataran, como así fue tras un remate a la media vuelta de Vinicius ante el que nada pudo hacer Cidao. Como había sucedido en las dos eliminatorias anteriores, a cada gol de un equipo le sucedía la respuesta de su rival.
La segunda parte se inició con los mismos parámetros que la primera, con el Caja bien plantado sobre la cancha, y ElPozo llevando el peso del juego. Dos ocasiones consecutivas de Fran Serrejón fueron respondidas por una de Lin, así que todo parecía ir por el guión indicado previamente, salvo que el Caja comenzaba a cansarse, y elo se notaba a la hora de llegar a las ayudas defensivas.
A partir del minuto treinta, los locales fueron llegando de manera cada vez más clara sobre la meta de Cidao, que con sus intervenciones fue sujetando al Caja, al igual que Carlos, que sacó dos balones bajo los palos cuando ya se cantaba el gol.
Era el mismo partido, pero “clavadito” que el primero jugado en Murcia, pero con la salvedad de que en el partido que abría la eliminatoria en el Palacio de los Deportes había cuatro gatos, y en el encuentro de ayer tres mil gargantas animaban a ElPozo, si bien es cierto que en más de una ocasión calladas por las voces de los seguidores del Caja.
Fueron esos aficionados quienes empujaron a los murcianos a un último esfuerzo sobre la meta de Cidao, y Kike, faltando un minuto y medio, lanzó un remate cruzado que se estrelló sin remisión en las redes de la meta segoviana, y con ellas, sus ilusiones de meterse en las semifinales de la liga. El portero jugador no sirvió, porque no había fuerzas para más, así que las ilusiones del Caja se escaparon con los segundos del crono, y aún hubo que sufrir una última humillación, la que provocó el delegado de ElPozo pidiendo tiempo muerto sin el consentimiento de su entrenador faltando siete décimas para el final. El Caja supo perder en la cancha, dándolo todo ante una súperplantilla. Nadie puede reprochar nada al equipo, que cierra así una campaña extraordinaria, aunque al final tenga un sabor amargo. No fue de extrañar que “la fiel infantería” pidiera la salida del equipo diez minutos despues de acabado el partido. Se lo habían ganado, los jugadores por hacer un esfuerzo supremo buscando un sueño, y los aficionados por acompañarles hasta el infierno murciano. Derrotas así son el germen de las futuras victorias. Al tiempo.
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