Artículo que sale hoy en el heraldo de Aragon
El Ebro, a su paso por Zaragoza, lleva dos días por debajo de los 30 metros cúbicos por segundo (m3/seg) establecidos como caudal mínimo de seguridad. La escasez de lluvias en las zonas de cabecera, el aumento del consumo de agua por la subida de las temperaturas, la acumulación de reservas en los embalses y un deshielo especialmente temprano hacen que estos días el cauce del río presente un aspecto más propio de los meses de julio y agosto.
Según los datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la CHE, en los últimos días la cantidad de agua que baja por el Ebro a su paso por la capital aragonesa ha descendido a menos de la mitad. Si el sábado de la semana pasada el caudal se situaba en 67,15 m3/seg, a las 8.00 del viernes se rompió la barrera de seguridad cayendo por debajo de los 30.
Ayer, a última hora de la tarde, la tendencia era a mantenerse, pero el SAIH ya marcaba 24,8 m3/seg, un registro que traducido en altura de la lámina de agua se situaba en apenas 59 centímetros de profundidad.
Referencia para evitar riesgos
El caudal de seguridad -o caudal de dilución- es la referencia utilizada habitualmente para referirse al volumen mínimo de agua que debe fluir por el río para garantizar la disolución de posibles vertidos, para evitar malos olores e insalubridad y para asegurar la pervivencia de los usos recreativos.
En realidad, este concepto se utiliza como equivalente al de caudal ecológico, que no se ha establecido todavía. Aunque se trata de una cantidad indicativa y no es de cumplimiento obligatorio, cuando no se consigue llegar a esos 30 m3/seg empieza a haber riesgos de salubridad -la calidad del agua de boca de Zaragoza, por ejemplo, depende en gran medida de los niveles del Ebro-.
El año pasado, el río cayó por debajo de los caudales mínimos al menos en tres ocasiones. Sin embargo, y a pesar de la histórica sequía que se vivía entonces, la primera situación de alerta no llegó hasta el 11 de junio. El caudal más bajo se registró el 22 de julio con 23,6 m3/seg.
La CHE no prevé problemas
Fuentes de la Confederación explicaron ayer que el estiaje actual estaba previsto y que no se esperan mayores problemas, ya que se está desembalsando agua de la presa de Reinosa, en Cantabria, y de la de Alloz, en Navarra, para permitir que el Ebro vuelva a sus niveles de seguridad. Además, si hiciera falta, el embalse de Itoiz también podría aportar caudales como hizo en 2005. "Esto no significa que de aquí en adelante la situación vaya a ser cada vez peor", insistieron.
"Hay que tener en cuenta que, aunque ha llovido más que el año pasado, las precipitaciones no han sido abundantes -recordaron desde la CHE-. A eso hay que sumarle que el deshielo está prácticamente acabado y que el consumo ha crecido por el aumento de las temperaturas".
La Confederación no se refirió al almacenamiento de reservas en los embalses como otra posible causa de la escasez de estos últimos días, pero según los datos del SAIH a día de ayer la gran mayoría de las presas de la cuenca estaban recibiendo más agua de la que soltaban.
Los momentos más críticos
Los estiajes del Ebro son una característica del río que se acentúa en los periodos de escasez de lluvicas -técnicamente, la Confederación considera que en la cuenca aún persiste la sequía-. Los peores momentos se dan cuando hay un ciclo largo, ya que los embalses de cabecera, al contrario de lo que ocurre ahora, no disponen de reservas para mantener una cantidad adecuada de agua en el cauce.
Desde 1999, la situación más dura se produjo en el verano de 2002. El 22 de julio de aquel año sólo pasaban por Zaragoza 16 m3/seg, el nivel más bajo de los últimos seis años. Sin embargo, ha habido momentos mucho peores: en el estío de 1938 el Ebro llegó a bajar casi seco con 2 m3/seg.