Vaya cuernacos que tiene el susodicho, te acercaste o tiraste de zoom para hacer la foto.
Estuve observádolo un buen rato, al principio desde lejos. Él estaba muy concentrado comiendo y yo me acercaba muy lentamente y muy poco a poco para ganarme su confiaza. Y me la gané, porque estuve a unos 6 o 7 metros de él y el tío más tranquilo que na, seguía comiendo. Eso sí, sin bajar la guardia, de vez en cuando me miraba fijamente como diciendo:"ni un paso más".
Me llamó la atención que estaba entradito en carnes. Supongo que en este tiempo, que es cuando empieza su época de celo, están así de fuertes para hacer frente a los días de ayuno voluntario que le esperan. Eso lo tengo más que observado en los gatos, cogen peso de reserva y cuando se acaban los fríos y la época de ligoteo, quedan que da pena verlos, canijos y llenos de heridas de guerra.