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Riada Santa Cruz 31 marzo 2002

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fran40:

Izaña:
Gran recopilación Fran. Sin duda a ningún chicharrero se le olvida ese recuerdo. Yo no lo sufrí en mis propias carnes porque ese año vivía en La Palma,  pero estaba al tanto absolutamente de todo.

Para poner mi granito de Arena dejo un Video  de lo sucedido que realice hace 14 años...






fran40:
22 años de la tragedia …


https://www.eldia.es/santa-cruz-de-tenerife/2024/03/30/31m-domingo-resurreccion-santa-cruz-100449907.html

J.R. La Esperanza, Tenerife. 950 msnm.:
Creo que nunca había escrito mi experiencia aquel 31 de marzo de 2002. Pero hoy 22 años después aún la recuerdo como si hubiese sido ayer.

A mi aquella jornada me pilló con la pareja, que tenía en aquel entonces, aprovechando el puente festivo para visitar a uno de sus primos en Gran Canaria. El domingo lo pasamos por la zona de la playa de Las Canteras. Mientras almorzábamos se nubló y de repente cayó un aguacero corto y fuerte. La playa se quedó enseguida vacía de gente que corrió a buscar refugio. En apenas unos minutos paró de llover y todo regresó a la normalidad. Más tarde nos fuimos al puerto porque a las 16.00 horas nos salía el barco de la naviera Armas rumbo a Santa Cruz de Tenerife. Recuerdo que mientras esperábamos llovía débilmente. Tras embarcar nos fuimos directamente a cubierta porque prefiero ir donde me dé el aire siempre que puedo. El olor a barco me revuelve un poco. A medida que enfilábamos hacia Tenerife se podía ver abundante nubosidad en el canal entre ambas islas, incluso algún arcoiris. Al rato estando arriba sentados nos percatamos que otras personas que estaban por allí comenzaban a murmurar y comentar algo mostrándose nerviosas. En principio no pusimos mucho asunto pero de pronto notamos que el barco comenzó a aminorar la marcha. Extrañados decidimos bajar al interior del navío para enterarnos de que sucedía. Fue entonces cuando vimos salir a muchos, móvil en mano, hacia afuera. Miré mi teléfono por si tenía alguna llamada o SMS pero no. Algo raro pasaba. Justo en ese momento el capitán del barco habló por megafonía y nos informó que por problemas meteorológicos en el puerto de Santa Cruz había que esperar a que dieran permiso para continuar o regresar al puerto de Las Palmas. Entonces fue cuando ya nos enteramos por otros pasajeros que había una tormenta en Tenerife muy fuerte. La gente en su desconcierto hablaba incluso de un huracán. Un aficionado a la meteorología como yo, sabía que eso no era posible, que debía de ser otro tipo de fenómeno, pero me extrañó porque no se esperaba nada extraordinario para ese día, aparte de alguna lluvia puntual al paso de una DANA. Estuvimos "parados" el alta mar un buen rato. El barco virava sobre si mismo y unas veces apuntaba a Tenerife y otras a Gran Canaria y no sabíamos si íbamos o regresábamos. El barco al cabo de una hora inició de nuevo rumbo hacia Tenerife. Sobre una parte de la isla se observaba una gran nubarrón mientras la otra mitad estaba despejada. Era un ir y venir de gente con los teléfonos de aquel entonces en los que solo se podía llamar o mandar mensajes de texto. Entonces recibí una llamada de mi hermano desde Fuerteventura y me dijo que estaba viendo en televisión que Santa Cruz era un caos y que si estábamos bien. Le comenté que estaba en un barco entre las dos islas y que no sabía que ocurría. Mi hermana y mi abuela vivían en la costa de Güímar y allí brillaba el sol por lo que ni cuenta se habían dado de lo que pasaba en la capital y mi madre que si vivía en Santa Cruz no tenía teléfono. Vivimos mucha incertidumbre hasta que alguien decidió intentar sintonizar una de las televisiones del barco, que sólo emitían películas para el viaje, y ver si podía verse algún canal de noticias. Efectivamente algo gordo pasaba. Con muchas interferencias pudimos ver calles anegadas, coches arrastrados, lodo y piedras, hasta que nombraron la palabra víctimas. En ese momento todos enmudecimos y la gente se puso aún más nerviosa. De pronto, la nube que descargaba la lluvia pasó por encima del barco. Nos llovió durante un rato con mucha fuerza pero luego pasó. La noche ya empezaba a caer y de pronto alguien dijo que saliéramos y miráramos al mar. Entonces pude alcanzar a ver un agua marrón, sucia, con muchos objetos flotando. Ruedas, ramas de árboles y palmeras, algunos contenedores de basura y lo peor animales muertos. De pronto por megafonía advirtieron que ante el problema el barco no podría atracar y que pasaríamos la noche allí. Nos dieron permiso para bajar a la bodega del barco donde teníamos los vehículos para coger lo que necesitáramos. Comida, agua, abrigo, etc. Bajé y cogí de las maletas algunas chaquetas y los dulces típicos de Gran Canaria que habíamos traído como obsequio. Una de las compuertas laterales del barco estaba abierta y junto a ella se arremolinaba un grupo de estibadores y trabajadores del barco mirando algo. No sé que era, cogí mis cosas y subí. La gente acampaba por donde podía. Los pasillos y salas del barco se llenaron de improvisados asentamientos.  Sacos de dormir, mantas y pequeños grupos de personas que intentaban calmarse ellos y a los niños. Se habían desconectado varias máquinas de juegos para conectar los cargadores de los teléfonos y la gente esperaba paciente a que alguno quedara libre para cargar el suyo y tener noticias de su familia. Anunciaron que repartirían mantas. Nos pusimos en cola. Las mantas no dieron ni para la mitad. El barco no iba preparado para acoger tanta gente tantas horas. Luego nos dieron algo de cenar. Congelados y papas con Ketchup. No había más. Después algunos salimos a cubierta y ya nos dimos cuenta que estábamos atracados no muy lejos del puerto. Podíamos ver la avenida de Anaga, que era un ir y venir de luces de emergencia, bomberos, ambulancia, policía. Prácticamente toda la ciudad se veía a oscuras, tan solo el edificio de El Corte Inglés estaba iluminado. Y se observaban también algunos helicópteros sobrevolando la capital y barrios como San Andrés. Regresamos adentro para intentar dormir. Fue una noche terrible. La gente no paraba de moverse, hablar, los niños llorando. Cuando al fin amaneció la gente comenzó a exigir que nos llevaran a tierra. Teníamos hambre. Se sabía que otros barcos se habían desviado hacia el puerto de Los Cristianos pero a nosotros no. Supongo que no habría espacio para amarrar tanto ferry. A las 10 de la mañana anunciaron que por fin nos llevarían a puerto. Unas 18 horas permanecimos en aquel barco para un trayecto de apenas dos horas y media. Al acercarnos al puerto nos dimos cuenta de la situación. Los edificios como el Cabildo estaban empapados, se veían coches amontonados y mucho barro. Al salir del buque, a los que íbamos en coche, la policía nos guió hasta la salida del puerto. Había zonas donde sólo se veía el techo de los vehículos estacionados sumergidos bajo el agua y el lodo. Escombros, trozos de asfalto arrancados, algunos coches estaban subidos sobre las escaleras de acceso al edificio de Hacienda o sobre las aceras. Un caos. Desde el centro hasta el barrio de La Cuesta donde vivíamos tardamos más de una hora y media en llegar. Un trayecto que se suele hacer en 20 minutos por la autopista. Muchas calles estaban cortadas. Había enseres amontonados, piedras y barro por todas partes. Afortunadamente la calle en la que vivíamos era pendiente y no se inundó pero las zonas aledañas como el área de Princesa Iballa no corrió la misma suerte. Allí la basura obstruyó el alcantarillado y varias calles se convirtieron en lagos. Todos los negocios y viviendas a ras de calle sufrieron daños. Más tarde ese día fui a casa de mi madre en el barrio de La Salud para saber como estaba. Por suerte su casa tampoco se vió afectada pero si parte de su calle que daba al barranco de Santos se había hundido y varias piedras enormes habían ido a parar debajo del coche que uno de mis hermanos tenía aparcado más abajo. Tardamos varios dias en recuperar la electricidad, la linea de teléfono o el suministro de agua. Todos los que vivimos aquella situación estuvimos en una especie de shock varios meses. Una compañera de trabajo perdió a dos familiares en los túneles de entrada a la ciudad. Fueron tiempos duros. Supongo que una situación así nunca se te olvida.

Un saludo para todos los familiares de las víctimas y un recuerdo para todas ellas.



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sureño_tnf10:
Yo no viví la Riada de Santa Cruz, pero si me afectó indirectamente.
Yo en ese 31 de marzo estaba en la Gomera como ahora pasando la Semana Santa, cogimos el último barco de Fred Olsen al puerto de los Cristianos, y al igual que a ti compañero, nos quedamos en medio de ambas islas, porque los Cristianos era un colapso venían barcos de La Palma, La Gomera creo que de el Hierro también y ahora los que iban a Santa Cruz de las islas orientales, el barco en si salía con retraso, era todo un tráfico marítimo y colapso, llegamos muy de noche a los Cristianos y la coordinación entre todos los barcos de Naviera Armas y Fred Olsen era brutal.

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