La experiencia de Ángel en el Paso de Mahoma me ha dejado estupefacto ... 4 horas bloqueada ahí ... pobre mujer ... y pobres los que estábais ahí

El mayor susto que me he llevado en la montaña, porque temí estar a merced de la montaña inmerso en un accidente grave, fue en 1997 descendiendo el Besiberri Sud. Debía cruzar un nevero con una pendiente moderada sin ninguna equipación. Íbamos cansados ya. Era un mediodía de julio avanzado y la nieve estaba muy transformado, de modo que podía clavar fácilmente los pies. La verdad es que parecía un juego cuando de repente perdí pie y me caí de culo. La primera reacción instintiva es pensar que no ha pasado nada y levantarte .... pero en seguida me di cuenta que mi peso se deslizaba ladera abajo sobre la nieve, acelerando la caída y sin poder remediarlo. El nevero terminaba en un roquedo inmenso hacia el que me dirigía. Fueron unos segundos interminables en los que me imaginaba como impactar contra las rocas con las piernas. La fortuna estuvo de mi cara porque en la base del nevero la pendiente era inferior, y con la nieve tan transformada, mi rozamiento con los pies semihundidos en la nieve pudieron frenar mi descenso a escasos metros de las rocas.
Otro susto considerable lo pasé en el Pedraforca tres años más tarde. Subía con mi mujer y su hermano por una pared que requería una trepada sencilla. Aunque no había complicaciones, un grupo que nos predecía, hizo caer una roca de tamaño mediano (como una tele) por nuestra vía. El problema es que los tres estábamos encaramados en la montaña sin poder hacer otra cosa que esperar que cayera la roca y las piedrecillas que la acompañaban. Menudo susto al ver como rebotaba en la pared unos 5 metros por encima nuestro ese pedazo pedrusco. Pasó sobre nuestras cabezas, quizás a un metro, o dos ... pero yo la vi muy cerca y pasar muy deprisa. Al estrellarse en la base de la pared se hizo añicos.
Ojalá todos los incidentes tuvieran finales como estos
