El pasado 6 de septiembre me saqué una vieja espina (siempre que aborto una ascensión me queda algo clavado). Confieso que me sorprendió la dureza de la excursión, aún siendo consciente previamente de ella … no en vano, jamás había realizado en un día nada parecido ni en duración ni mucho menos en desnivel: 11h 30’ y 2.300 metros de desnivel positivo.
Alguno de por aquí ya conoce el Balcón de Pineta …. Una subida que por si sola ya equivale una alta ascensión pirenaica. En este caso fue sólo un capítulo de la excursión.
Dormimos en el camping que hay en la puerta del Parque Nacional, y a las 5 de la mañana partimos con los frontales hacia la senda del Balcón. 30’ de calentamiento puesto que la sensación de frío era acentuada (estábamos a 6º). Parada en la fuente donde dejamos la pista forestal y nos adentramos en la senda del bosque. 30’ más e iniciamos las rampas contínuas y sin descanso que nos permitirán alcanzar tan privilegiado mirador en casi 2 horas de pausado caminar para dosificar fuerzas.
Son casi las 8 de la mañana cuando unos rebecos nos dan la bienvenida al Balcón, a la vez que nos alcanzan los primeros rayos de sol. En el suelo vemos escarcha. Parada larga para desayunar y admirar lo que queda del glaciar del Perdido … y el camino que nos queda para llegar a la cota 3.000 (el collado de la derecha de la comparativa). Comparación odiosa entre agosto 2004 y septiembre 2009 sobre el retroceso glaciar.

Cruzamos la llanura del Balcón, inundada de tiendas de campaña donde todavía los hay que pernoctan. Cruzado un incipiente río Cinca, volvemos a subir por unos sedimentos morrénicos hacia una pared que deberemos trepar para alcanzar el glaciar.

La trepada no es complicada, aunque conviene usar con cordura las manos y los pies.

El retroceso del hielo deja cada vez más superficie de bloques y rocas que hay que flanquear para llegar al hielo y calzarse los crampones. Tramo corto de hielo, aunque con un desnivel considerable que me empieza a exigir sobreesfuerzo.

Pero nada comparado con el tramo que nos espera tras abandonar el hielo. Esta es de las peores consecuencias excursionistas del retroceso glaciar, puesto que sobre hielo se puede ir caminando lentamente a pesar del desnivel con el equipo adecuado. Sin hielo, y con una notable pendiente, debemos superar más de 100 metros de una grava descompuesta por la que es sumamente penoso progresar, y donde empiezo a padecer síntomas de debilidad por el esfuerzo que se precisa para ascender hasta el collado del Cilindro (cota 3.050). No hay fotos de este tramo para olvidar.
Parada imprescindible para comer y reponerse de tanto esfuerzo para superar un tramo tan corto proporcionalmente. Aquí hay que bajar hasta el Lago Helado para encarar los 400 metros finales con la mítica “Escupidera” por medio. Invertiré 45’ en ello. 2 de los 4 compañeros que vamos nos dejan para subir al Cilindro (ya han hecho el Perdido en otras ocasiones).
Foto desde el Cilindro. Se aprecia claramente esta subida con la canal de la Escupidera.

Me dan las 11 de la mañana a orillas del lago. El gentío es impresionante porque aquí nos juntamos con la ruta clásica que sube de Góriz. Multitud de personas subiendo o bajando ante mis ojos. Algo recuperado respecto hace un rato vuelvo a trabajar los gemelos pausadamente para alcanzar la Escupidera evitando al máximo el fondo de la canal. Sobre la cota 3.200 se halla el peor tramo de esta parte: la Escupidera vuelve a ser una senda de grava descompuesta y ultra resbaladiza con una pendiente importante. Este es el peor rato del día: fuerzas agotadas y alzando la vista se hace eterno mirar lo que queda. Todo mentalización no decaigo en el esfuerzo hasta el rellano de la antecima. Llego exhausto para divisar nuevamente el camino por el que he subido tras abandonar la canal de la Escupidera. He marcado la cumbre del Cilindro, el collado por el que pasamos y el Lago Helado.

En un par de minutos piso el techo de Ordesa y la tercera cumbre del Pirineo. Sin duda la que tengo la sensación que más me ha costado. He tardado 6h 45’ (paradas incluídas), la mayoría subiendo por desniveles considerables. Al fondo el Vignemale entre otros.

Sin tiempo para nada más que las fotos de rigor, iniciamos el descenso con parada en el rellano de la antecima para admirar el glaciar que tenemos a los pies, y las vistas privilegiadas. Mientras bajo la escupidera me voy sintiendo mejor y en su ecuador ya me atrevo a soltarme un poco y bajar con un leve trote donde se puede. Lo que subo en 45’ lo bajo en apenas un cuarto de hora. Mis compañeros aún estan subiendo el Cilindro, o sea que yo me vuelvo al Collado donde he comido antes a esperarlos. Como mucho, bebo y descanso. El camino de vuelta, a pesar de la paliza que llevo encima, y su duración, no se me vuelve a atragantar.
Una pose en el glaciar para terminar este report con fotos de mis compañeros (yo me olvidé la cámara). Y otro detalle de los seracs.
