Más que la subida, que a mí me ha costado, aunque hemos tardado solo tres horas y media, para un desnivel de prácticamente mil metros y cuatro mil quinientos lineales, desde El Robledal. Lo peor, como ya he dicho, ha sido la bajada. Hay un par de rampas muy duras, con un gran desnivel. Pero, repito, ha merecido la pena. Mañana, unos cuantos baños en el Chíllar me repondrán.
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