Superado este paso, ya estamos en el llamado Mirador de Sant Joan (1.050 m), pero hay que seguir por la misma arista hasta plantarnos ante la última pared (segundo punto rojo). Cuando la ves de lejos no impone demasiado, pero cuando has llegado a su base no parece una cosa sencilla. Las apariencias engañan. Hay que trepar hacia una grieta que queda a mano izquierda, a unos 5 metros del suelo (lo más chungo de este paso). Una vez allí, subir en diagonal hacia la derecha hasta encontrar la pendiente menos pronunciada. Como en casi toda la sierra, los agarres son perfectos y frecuentes. Cuando la pendiente nos permite caminar erguidos, sólo nos queda un ratillo y superar los últimos 50 metros de desnivel hasta la cumbre de la Miranda de Santa Magdalena.
Nuevamente me toca abrir fuego …