Todo esto es fenomenal. Lástima que quede un poco lejos para darse un garbeo por alli y remojarse en las pozas (si no están secas) en verano, como dices.
A mí me pasa con las cuevas lo que a tí con la escalada: ¡¡ ni verlas !! Y no es claustrofobia, es no sé qué.
Enhorabuena, Ángel.