Acabo de regresar de unos días de vacaciones en el pueblo toledano de mis suegros. En la ida, y desviándome mínimamente del camino, aproveché para saludar a un viejo amigo de los foros de meteo: ufronito, alias “el oso de Gredos”. En su compañía, subí el día 6 de agosto al pico más alto del Sistema Central, en la abulense Sierra de Gredos, conocido popularmente como Almanzor pero que en mapas antiguos aparece como “Plaza del Moro Almanzor”.
Tras las 7 horas que invertimos en la excursión (paradas incluídas), puedo asegurar que es de los recorridos más variopintos que he realizado nunca, por la diversidad de terrenos que hay que andar ... o trepar. Hay momentos propios de un paseo bucólico (la mayor parte del kilometraje), pero los últimos 400 metros de desnivel a superar son dignos de cualquier coloso pirenaico que se precie ... y con unos 25 finales para alcanzar cumbre que en pocas ocasiones he habido de capear.
La excursión clásica (la nuestra), parte de la Plataforma de Gredos, a casi 1.800 metros de altura. Final extraño de una carretera que alcanza una cabecera de valle sin ningún atractivo aparente, puesto que el circo de Gredos, donde nos debemos dirigir, se halla en un valle paralelo, pero al que no se puede acceder por carretera ni pista hasta tan arriba. Estos valles son las fuentes del río Tormes, afluente destacable del Duero que atraviesa la ciudad de Salamanca. De la plataforma de Gredos parte un ancho carril empedrado, llamado “calzada romana” (desconozco si en la época romana existía ... y para que), en la que se trabaja cada año para mantenerla en condiciones. Este camino empedrado, con un desnivel muy poco pronunciado, nos llevará hasta la misma Laguna Grande de Gredos, puerta del circo del mismo nombre.
En la foto, la calzada romana pasando cerca del Refugio del Rey, todavía en la parte inicial de la caminata.
Como he dicho antes, de la Plataforma no se accede directamente al circo puesto que son valles distintos. Se necesita superar una loma ancha, llamada los Barrerones, para poder descender hacia el fondo del circo de Gredos. La siguiente foto está tomada poco antes de culminar el ascenso a los Barrerones, mirando hacia donde venimos. En la pradería inferior (Prado de Pozas, 1.900 m) se distingue el refugio del Rey que he comentado en la foto anterior, y el valle que queda deprimido detrás es donde se halla la Plataforma a no mucha menos altura.
Partimos a las 7 de la mañana, y recién tocadas las 8 ya estamos en lo alto de los Barrerones. Primera imagen del Circo de Gredos que vemos, todavía con más sombra que sol, motivo por el cual, salvo la siguiente foto, casi todas son del descenso (incluídas las dos primeras). El Almanzor ya nos domina, y dominará casi todo lo que queda de trecho. Al fondo la Laguna Grande con el refugio Elola. Esta primera hora de camino ha sido un paseo charlando con Ufronito para superar 400 metros de desnivel.
En los Barrerones (cota 2.200), tanto a la ida como a la vuelta vimos cabras salvajes. Especialmente cercanas a la vuelta, lo que demuestra cuan acostumbradas están a la presencia humana. Todo el camino hasta los Barrerones es de monte pelado, sin ningún árbol, sólo con unas matas arbustivas parecidas a la genista ... y de las que se me ha olvidado el nombre que me dijo ufronito. Según él, las extremas condiciones climáticas de la zona (inviernos largos y duros, una temporada muy larga de suelo cubierto de nieve, y un estiaje pluviométrico acentuado y riguroso) impiden el desarrollo del bosque.
En la foto, cabra y Almanzor. Nótese el nevero importante a la izquierda: pasaremos por allí.
La cabra posa para la foto. Estoy a un par de metros de ella. Ni en Montserrat te permiten acercarte tanto.
Recién iniciado el descenso de los Barrerones, ya nos asomamos de lleno en el valle del circo de Gredos. A la izquierda se distingue la senda empedrada que baja hasta la Laguna Grande al fondo. Paisaje granítico que no desentonaría en el Pirineo ... pero estamos en el Sistema Central modelado glaciarmente tras la orogenia alpina.
El mismo valle pero aguas abajo. Diversas cubetas de sobreexcavación glaciar (origen de los lagos glaciares actuales), hoy colmatadas de sedimentos y convertidas en turberas por las que el arroyo que baja de la Laguna Grande dibuja curvas que recuerdan los meandros de los ríos maduros.
Las cabras son las reinas de estos parajes rocosos. En los prados verdes del fondo del valle pastan bóvidos que desde aquí parecen hormigas
Poco después de estas vistas, pasamos junta a una de las dos fuentes que tenemos en el camino, ambas cerca de los Barrerones pero en cada una de las dos vertientes. Esta es la fuente de los Barrerones, en la vertiente de la Laguna.
250 metros más abajo de los Barrerones, a unos 1.950, se halla la Laguna Grande. Lago de origen glaciar, con una superficie notable haciendo honor a su nombre. En la foto se distingue el oleaje que había a media mañana cuando regresamos (para ser un día de canícula soplaba mucho aire). También se ve el refugio Elola que se halla en la parte más trasera de la laguna ... y el Almanzor vigilando. También se aprecia el canchal de la canal que sube a la Portilla Bermeja. Se intuye a mitad de canal una hondanada donde se halla el mayor nevero de la zona (por el que pasaremos) y a partir del cual se sube otra canal a la derecha que aquí no se puede ver, hacia la Portilla del Crampón.
Aguas rizadas mirando hacia los Barrerones. Aunque sorprenda, cuando el deshielo está en pleno apogeo, el nivel de las aguas es unos 50 cm superior. La foto está tomada cerca del refugio.
Llegamos al refugio poco antes de las 9. Las dos horas que marcan las guías entre la Plataforma y el refugio son pensando en gente que no suele andar o lo hace a un ritmo muy lento. Parando a hacer fotos, 5 minutos en una fuente, y andando a ritmo de paseo charlando, no hemos llegado ni a este crono.
Aquí paramos a desayunar. Aún no lo sabemos, pero del refugio sólo ha salido un grupo de 4 personas hacia el pico. Mientras desayunamos, nos pasan un par de jóvenes que aparentan estar fuertes, pero es la primera vez que están en la zona. Ufronito les aconseja mientras seguimos parados. Mi desayuno dura más de 20 minutos, y como dice Ufronito, a partir de aquí emprendemos la aproximación a la verdadera subida. El terreno no tiene gran pendiente, pero está lleno de grandes rocas, con diversas sendas marcadas, y a veces hay que hacer la cabra sobre algun peñasco de estos. En la foto nos hacemos la idea de esta “aproximación”, la cumbre vigilando, la Portilla Bermeja a la vista, y el oso de Gredos emergiendo.
Pensando en Legnarr. Una poza de aguas cristalinas alimentada por los escasos neveros de fusión tardía que quedaban. Yo no me baño ni loco en agua tan fría.
Debemos andar sobre los 2.100 metros, y aquí empieza la subida. Terreno incómodo donde los haya: grandes bloques desordenados, alguno movedizo, pendiente seria. Vamos, la antítesis de lo hemos hecho hasta ahora. Ufronito, con la musculatura de las piernas habituada a trabajar sobre una bici, entra en su terreno (quien lo diría), y empieza a trepar a un ritmo que enseguida hallo incomprensible tras el paseo que nos hemos dado. Le había dejado unos metros de ventaja para preparar mi vestuario para el esfuerzo que intuía, echar unas fotos y un trago. Me costó un horror darle alcance, justo en el momento que superábamos atónitos a los dos jóvenes que nos habían pasado mientras desayunábamos. Lejos de aminorar la marcha, con mi aliento en el cogote, siguió subiendo a un ritmo endiablado, que me hacía ir al límite de mis posibilades. (
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En un santiamén llegamos al nevero del que ya he hablado ... y allí decido ceder ante ese ritmo porque no quiero desfallecer por una tontería. Para mi fortuna, a Ufronito le pasó factura el hecho de haber subido 1.300 metros en bici el día antes y apenas haber dormido por la calor esa madrugada ... y aquí se paró.
En la foto, la laguna desde el pie del nevero. La roca dentro del nevero, sirve de referencia a Ufronito para medir la magnitud del mismo.
El oso de Gredos contempla su nevero favorito. Estamos en una especie de hondanada a mitad de vertiente donde deben morir muchas aludes. De ahí la magnitud del nevero. Calculo que andamos por los 2.300 metros.
Tras lanzarle algún improperio por lo que me acaba de hacer, descansamos un minuto y reemprendemos la marcha, però ahora a mi ritmo (para nada de paseo, pero tampoco aquello infernal), y siendo él quien viene tras de mi.
La foto está hecho del mismo sitio que la anterior, mirando lo cerca que tenemos la Portilla Bermeja. Pero nuestra senda (por decirle de alguna manera) marcha hacia la derecha (véanse las personas que subían cuando nosotros bajábamos). El pedregal que hay que sortear queda en evidencia en esta foto.
Como diría meteocoll, sube que subirás. Pronto estamos a la altura de la cresta de la otra banda. Ufronito no va fino ahora por este pedregal. En condiciones normales, el muy jodido me aseguró que hubiera podido mantener el ritmo con el que me castigó un rato antes hasta la cima.
Y llegamos a la Portilla del Crampón. 1 hora 10 minutos desde el refugio. Una barbaridad según las guías. Aquí nos cruzamos con las primeras cuatro personas que han pisado la cima este día: un grupo heterogéneo formado por un catalán, un valenciano, un madrileño y una vasca. Nos cuentan con orgullo que han subido en hora y media tras haber dormido en el refugio de la laguna (las guías marcan 2 horas). Yo voy a llegar en 1 hora 20 minutos gracias a la jugarreta de ufro.
Las vistas hacia el oeste (hemos subido una canal desde el este), nos muestran montañas menos abruptas. Al fondo la sierra de Béjar. Más cerca, la frontera castellano-extremeña, con la cabecera del Jerte.
Nos queda la trepada final. Había leído que tenía un paso de escalada de II+, pero no me imaginaba el fin de fiesta que me esperaba. Ufronito me abandona al encarar la chimenea final: se halla muy cansado, teme al vértigo y al viento que va a sentir posiblemente en la cumbre. La ha pisado muchas veces, y sabe que estando a menos de cinco minutos de ellas es como haberla volvido a pisar. Mis intentos para que me acompañe son inútiles. En la base del paso más chungo, hago esta foto mirando abajo. En un momento se ganan metros de verdad.
Las paredes verticales de este paso están literalmente arañadas por multitud de rayujos. No sé si por crampones y piolets en invierno, o por bastones de andar ... pero su visión me impresionó. No me resultó trivial hallar un buen punto para poder apoyar el pie en segundo término en esta pared. Al ser muy vertical, y con un buen rellano en la base, de bajada pegué un brinco, però la subida aquí resultó muy incómoda.
Como tengo experiencia casi nula en escalar, superado el paso chungo me quedaba coronar la cumbre .... pero vaya cumbre: es un cacho pedrusco granítico que se debe vencer por una vertiente con pendiente muy pronunciada (el resto es vertical y lisa), donde resbalar es pegarse un porrazo serio. No he visto un vértice geodésico metido en un lugar tan arisco. La cima tiene el espacio justo para el vértice y unas cuatro personas apretada y agarradas a él. Sólo me suena haber pisado una cumbre igual en el Pico Maladeta hace poco, que también era un afilado bloque aislado de granito ... pero con menos caída para encaramarte en él. :D1
El menda se autorretrata.
Detrás mío está otra cima, algo más baja que la que piso, pero más ancha (hasta hay un vivac preparado). Tengo un tajo de tres metros al menos para poder llegar allá directamente. Subiendo porque sabía que debía ir a la derecha, que sino seguramente hubiera aparecido primero en esta otra cima.
Agarrado al vértice geodésico hago las fotos de rigor del paisaje. Primero la cresta mirando al norte: hacia la Meseta norte. :O*
Hacia la cresta sur del circo de Gredos. Tras ella, la Meseta sur, El Tiétar primero, el Tajo más allá (fuera de la foto). Desconozco el embalse que queda a lo lejos en el río Tiétar. Esta cresta la he ido viendo durante toda la subida final.
El circo de Gredos visto desde su terrado más alto. La Laguna Grande, el refugio Elola, el camino empedrado a los Barrerones, los propios Barrerones a la izquierda, etc Estuve cinco minutos largos en solitario en la cima. A pesar del sol, hace viento y no sobra nada el paravientos que llevo.
Tras pasar de bajada el paso chungo, me cruzo con los dos jóvenes que ya había visto, que aquí les acompañan dos personas más ya. Me reencontré con Ufro y charlamos sobre su estado camino de la Portilla del Crampón. Allí paro, como y bebo. Me dan las 11. Llevamos cuatros horas pues desde que partimos del coche. La hora que deberíamos haber llegado arriba según las guías, aunque de estas cuatro horas hemos estado parados más de media hora.
Aquí me pongo de manga corta y para abajo. Ufronito se ha recuperado, y dada la pendiente muy pronunciada, baja a todo gas. Nuevamente me veo yendo a remolque, brincando sin parar sobre piedras para no perderle de vista, mientras nos cruzamos con un rosario de excursionistas que van para arriba. No logro alcanzarle hasta llegar nuevamente al gran nevero. Antes de culminar el descenso pronunciado rebasamos el primer grupo que había subido, que se quedan perplejos viendo al oso y su porte sorteando las rocas... y a un servidor persiguiéndolo. (
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Al llegar al refugio volvimos al ritmo de paseo con el que subimos. Hemos bajado hasta la Laguna en menos de una hora. Hasta el coche vamos a tardar más de dos, con paradas, charlas y risas de por medio. Tras media hora más de coche, llegamos a la Venta Rasquilla ... y dedicado a Legnarr, nos espera una suculenta comida típica local (estamos en Ávila).
Para terminar, una foto que puede herir alguna sensibilidad, y que muestra la crudeza con la que se puede terminar una excursión montañesca.
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