Bueno, parto de la situación de esta mañana. Un cielo limpio repleto de luminosas nubes altas, que ya de mediodía pedía que machacase un poco el disparador de la cámara. Tampoco esperaba muchas sorpresas, podía ocurrir, según esperaba, o bien que las nubes se convirtiesen en un manto gris o que terminaran por disiparse dejando todo limpio de cara a la tarde, pero merecía la pena tener la situación controlada por si acaso.
Después de comer ya me llegó el primer aviso. Algunos lenticulares empezaron a pasearse alegremente, todavía eran pequeños y lejanos pero despertaron mi alerta. Si adoptaban formas más atractivas iba a poder disfrutar de un cielo de estas características tras mucho tiempo. El caso es que no duraron mucho, a medida que pasaban las horas iban convirtiéndose en altocúmulos normales, bastante estratificados, por lo que mi atención se orientó a lo que podían ofrecer una vez puesto el sol.


Decidí salir, pues, a cazar el atardecer. Parecía todo dispuesto para el máximo espectáculo posible: esas nubes medias, extendidas en una gran capa que ocupaba todo el cielo excepto -¡ajá!- una estrecha franja a ras de horizonte por donde el sol se ponía. Ya incluso me parecía ver cómo las nubes empezaban a iluminarse "por debajo" antes de la consiguiente explosión de color.


Bueno, ahí estaba yo, en un punto de vista privilegiado, esperando el brutal desenlace, entonces, de pronto ocurre lo impensable.

Fue en ese momento cuando...

cuando...

cuando...

cuando...

Piriririri piririri, ¡ups!, suena la intro de Defiant, ¡me están llamando, cagüen la leche! ¿Dónde estás? Habíamos quedado para ir al mugrepark, estoy viendo la puesta de sol, ¡ya bajoooooo!

Hala. Ya me estoy jugando perderme el atardecer otra vez, voy a ver a los colegas a ver qué quieren, pero más les vale que hoy desfasemos bien.

Quedo mientras bajaba el sol, estaba a punto de ponerse y todavía no se veía nada espectacular, creo que llevo un buen promedio y si nos dirigimos al lugar de nuestro recreo por zonas abiertas podré tener control sobre lo que ocurra. El caso es que me estaba impacientando y parecía que las cosas no iban a ser como las predecía, pero aún así logré convencer a todos para que derivásemos por un lugar en el que tuviese disponibilidad de hacer fotos si así se requería.

Caminando en dirección contraria al atardecer se hizo la sorpresa.

¡Eh! ¿No está el cielo un poco oscuro? Igual llueve.

Pues sí, y hasta parece que hay un arco iris...



Bueno, bueno, no será nada, uno de esos efectos que se producen por las cuatro gotillas de verano que caen... ya sabes que van dos meses sin lluvia y que ahora no va a tocar, menos si vamos a patinar, joder...

¿Sí? Tus cojones.



Hala. A cascarla. ¿lo ves? Sí, está ahí. Y completo. Tenue pero completito. Toma ya. Ya hice bien en ir por un sitio con buenas vistas. Por mucho que haya gente pasándote corriendo al lado en tops de color fosforito que provocan epilepsia. Miau, miau, miau, miau.

Un arco iris. Cuando yo sólo contaba con cuatro nubes, un par de fotos y para casa con mi melancolía.











¿Y el atardecer? ¿Nadie se acuerda del atardecer?









Bueeeeno, vale. No hubo mucho más. Ni colores espectaculares ni leches. Las nubes pillaron algo de tonillo pero se disipó en seguida. Una imagen colorista y todo ese rollo pero sin historia. Subiré la foto en su honor para que no quede el reportaje tan vacío.



Poco después empezaron a caer gotas. Nos tuvimos que pirar con el culo prieto y de camino a casa paró. Pero ya era tarde.


Por cierto, está lloviendo ahora mismo.

Por aqui si que hubo candilazo    pero estaba trabajando...a pesar de no haber mucho que fotografiar, sabes sacarle partido a ese poquito