Os voy a soltar un rollo, aviso:
Es estimulante pensar que la ciencia no puede explicarlo todo….todavía. Los mejores ordenadores del mundo se dedican a calcular intrincados algoritmos que nos proporcionan modelos previstos sobre los más variados parámetros. Los que “nos dedicamos” a este noble y antiguo arte de observar el cielo en su estado más severo, tenemos una amplia gama de productos donde elegir a la hora de evaluar una situación severa: level potential temperature, índice Thompson, helicidad, CAPE, equilibrium level temperature, humedad en 700 hPa y todas esas cosas en inglés que molan tanto; todo ello nos sirve para dirigirnos a una zona u otra, para saber si es más acertado salir el sábado o mejor el jueves. Sin embargo nada iguala todavía en placer al conocimiento que emana de la observación atenta; pocas cosas producen más adrenalina al amante del tiempo severo en general y de las tormentas en particular, que el permanecer tranquilo y paciente en un camino, rodeado de grillos, con el sol abrasador, oteando el horizonte, buscando un cambio de viento, una nube extraña o prometedora, una sensación nueva de humedad, esperando algo que sabe que se va a producir (porque ha estudiado técnicamente la situación) pero que no sabe dónde se producirá, ni cuándo se producirá, ni con qué intensidad. El observador se siente en esos casos parte del sistema caótico que constituye nuestra atmósfera.
Desde que a finales de los 60 Edward N Lorenz (un enamorado por cierto de la convección, y de las tormentas, que había trabajado de meteorólogo para la armada) nos mostrara que el caos existe en las atmósfera pero que podemos rastrear su camino e incluso prever algunas de sus costrumbres mediante un modelo matemático que tenga en cuenta pequeñas variaciones iniciales, mucho se ha andado en este sentido. Pero eso, grosso modo, es lo que instintivamente
realiza el cazador de instantes tormentosos: cada mirada al cielo, cada identificación de una nube, cada brisa, cada cambio en la humedad, lo percibe como un elemento de partida que va a condicionar el resto de la caza, el resto del día, los kilómetros que va a hacer y hacia dónde se va a dirigir. Afortunadamente su búsqueda no siempre tiene el resultado pretendido: qué clase de búsqueda sería aquella que sin ningún género de dudas nos ofrece siempre un bello final. No, a veces pienso que la esencia del que sale en busca de la naturaleza en su estado más furioso es el error. Es el error el que da sentido a nuestra caza y la posibilidad de él la razón de la alegría al encontrar la presa. En mis conversaciones con amigos cazadores de tormentas siempre argumento que las salidas en las que más he aprendido quizás son aquellas en las que volví sin nada en mi retina y en mi cámara. Incluso no es infrecuente que –después de la merecida cena en lugares mágicos- regrese rememorando todo lo acontecido ese día y preguntándome qué he hecho mal, dónde me equivoqué, qué lecciones extraigo de esa salida, qué estrategias fallaron.
Pero, amigos, a veces las cosas salen bien, y no por la pericia de uno sino por el camino que inició el bueno de Lorenz: los modelos cumplen su función y los astros se alinean para que una vez más admires momentos que nunca ya nadie más verá, y donde la fuerza de la atmósfera se muestra en todo su esplendor.
Algo así sucedió el 30 y 31 de julio de 2015 en Aragón.
Esto es lo que los modelos decían:




(obsérvese qué buen ojo tuvo el modelo con los vientos en superficie; por cierto, uno de los elementos que más miran los cazatormentas americanos según parece)





Recuerdo que era jueves cuando, después de haber estudiado con atención los modelos, y con un agradable día cantábrico por delante, con algunos estratos pero con sol abundante, decido abandonar la bonanza y suavidad cantábricas y tirar a buscar aventuras donde los mapas me daban a entender; que en esta ocasión fue la zona de Teruel. Estaba convencido de que antes de acabar ese día jueves comenzarían a pasar cosas interesantes en la zona del sur de la ibérica. Muchas horas de coche por delante, así que me hice un plan: comer en un restaurante conocido –y querido- de Tudela regentado por una señora de Hellín (Albacete) de la que alguna vez hablaré, escucharme dos discos revisitados de Stevie Wonder (La vida secreta de las plantas y Music on my mind) y disfrutar de lo que el viaje me ofrecía; quizás hacer alguna foto de esas mías del artisteo…en fin. Cuestión de poner el coche en modo de velocidad automática a 90 kms/h , de ese modo evito multas, y voy pensando en mis cosas, que cada vez son menos. Cuando salgo sólo tomo las autopistas en caso de necesidad, es decir, cuando hay prisa de verdad y uno quiere llegar donde hay tema.
Aunque durante todo el viaje había visto cúmulus congestus a mi derecha por toda la ibérica, no es hasta pasar Zaragoza donde percibo una fuerza en los ascensos inusitada y una organización que ese día no había visto. Sigo yendo hacia Teruel, esta vez por la autopista, mientras pienso que voy a reservar habitación en un pequeño hotel del centro de Teruel (barato, 29 euros, no vayan a pensar algunos) donde ponen una cerveza fría estupenda y unos bocadillos de jamón de ídem con tomate que quitan el hipo. Ya he estado en ese lugar otras veces y desde luego no es el Ritz pero está razonablemente limpio y una noche allí te quita el sueño. En esas estaba yo, cuando al adelantar un camión que llevaba delante hacía varios kilómetros (recuérdese mi marcha cansina a 90km/h) me encuentro al fondo la silueta inconfundible para todo amante de las tormentas de una supercélula con su mesociclón elevándose en el cielo del incipiente atardecer, y con unas bases amenazantes muy delimitadas y no muy amplias, típicas de las sp low precipitation. A partir de ese momento tomo mi chicle de menta (siempre lo hago, y no lo tiro hasta que no termina la caza) y me pongo en modo acecho : el auto va más deprisa, los sentidos se ponen al 120%, y una parte de mi cabeza despliega el mapa de carreteras mentalmente.

(nota: no se hablará lo bastante de la importancia que tiene en estos trances el haber estudiado previamente las carreteras del lugar, los puntos de escape, la dirección de las cordilleras, los pueblos donde guarecerse, los puntos altos, las carreteras secundarias que nos pueden ayudar….etc. Su conocimiento nos ahorrará tiempo, nos facilitará las cosas, será unas de las claves del posible éxito, y finalmente nos recordará a nuestro padre cuando nos decía machaconamente aquello de “el saber no ocupa lugar”)
Finalmente, una serie de nubes accesorias ocultaron la pequeña SP, y con las luces del atardecer se podía apreciar un magnifico panorama hacia el este:


Estaba con el chicle de menta. Adelanto al camión. El flujo general era de oeste-suroeste hacia este-noreste. Y esta supercélula tormentosa se aleja claramente dirección este (lo que los americanos llaman “righmover”). La zona este de la ciudad de Teruel tiene malas carreteras para perseguir tormentas, asi que es de todo punto imposible seguirla, por lo que decido al menos hacerle unas fotos cuando pueda parar; por lo tanto me salgo en una de las salidas de la autopista, ya cerca de la ciudad y le hago una foto. La única que pude hacerle en condiciones porque después intenté posicionarme mejor y la sp se iba hacia el este como un rayo, y desapareció hacia la zona de Formiche mezclándose con otras nubes secundarias que la tapaban finalmente. En el esquema que he realizado para hacerse una idea de las situaciones que describo esta primera sp viene con el escueto nombre de “1” y va marcada en rosa, y mi recorrido viene en azul claro, con sendas flechas en azul claro también indicando la dirección en la que están realizadas las fotografías.

Son las últimas luces del atardecer, he parado cerca de la salida de la autopista que conduce a la carretera de Albarracín. Ya en una ocasión pillé justo en este mismo sitio una tormenta supercelular al volver de Valencia hacia Cantabria. Pongo una foto para recordarlo (aunque no sé si hice reportaje extenso de aquella supercélula):

Pues hete aquí que justo en la salida de Caudé, cuando acababa de hacer la foto rápida a la supercélula número 1 del mapa, miro el radar a través del móvil ya que por fin Vodafone tiene cobertura 3G en esta zona y veo una pequeña mancha verde clara redondita y con un pixel amarillo en su interior que va deprisa hacia la ciudad de Teruel proveniente de la zona de Albarracín, al este de mi posición. (Nota: es lo que los americanos llaman un “radar echo with moderate updraft” en las que las imágenes radar muestran líneas casi simétricas rodeando el centro intenso de precipitación; a diferencia de las “radar echo with intense updraft” que es en lo que convertiría la tormenta unas pasadas de radar después, ya como sp), no pude guardar radar. Miro en esa dirección y no veo nada especial; si acaso una pequeña mancha en el atardecer, un gran bulto indefinido que se acerca recortado en el cielo cian y naranja del atardecer aragonés. No parece nada especial a lo lejos, pero pronto el sol se pone y comienzo a distinguir resplandores intranube de vez en cuando, luego bastante continuos, y finalmente –de vez en cuando- algún destello típico de un rayo perdido en la llanura. Así que armo el trípode, pongo la cámara en disparo con cable y ajusto los parámetros. Pero estoy mal situado, así que voy hacia la carretera de Albarracín que está muy cerca, y me pongo en lado izquierdo, aparco correctamente cerca del arcén, pero no tanto como para molestar a otros coches. No sé bien dónde enfocar, así que apunto hacia la carretera componiendo para aprovechar el punto de fuga que ofrece la vía. Por si suena la flauta. Y a los pocos minutos la flauta sonó.








un rayo cayó demasiado cerca detrás de mi posición, fuera de cámara, y esto es lo que quedó en el sensor:

Y sonó una y otra vez….y percibí mientras se acercaba que esa bola enorme contenía dentro unas nubes abalconadas en varios pisos. Pensé “¿y si tuviera giro?” e instintivamente hice algo que suelo realizar ante este tipo de dudas: como había hecho ya unas diez o doce fotos las pasé rápido en la cámara para predecir la dirección exacta que lleva la tormenta y de paso ver si efectivamente llevaba giro. Efectivamente la tormenta giraba. No realicé time lapse con la gopro, pero hice las suficientes fotos en raw para intentar montar luego una especie de gif animado que puede verse en el video de la jornada que presento al final de este reportaje.
La pequeña SP pasó por encima de mí. Con bastante precipitación y fuertes rachas de viento, en mi zona nada de granizo. Me metí en el coche porque había visto que venía solitaria y con el cielo azul mortecino de la tarde rodeándola. Así que pensé que una vez que me pasara, con la suficiente paciencia y sin salir del coche, la tormenta acabaría por recortarse en la noche alejándose de mí. Así fue, y pude ver todo su esplendor en la noche con luna casi llena. Parecía haber perdido su carácter supercelular, pero conservaba toda su belleza:






Pasó, y me quedé por si se reactivaban tormentas posteriormente en la misma zona. A veces pasa, y por una retirada demasiado temprana he perdido preciosas tormentas. No sucedió nada de eso. El cielo quedó despejado, la luna lo inundaba todo con luz de harina azul. Me quedé repasando las fotos en la pantalla. Cuando terminé ya era demasiado tarde para ir a Teruel a buscar habitación. Asi que decidí volver sobre mis pasos e intentar quedarme en uno de los dos hoteles de carretera que hay en la autopista en la zona de Monreal del Campo. Había sitio, con lo cual por poco dinero dormí y tomé fuerzas para el siguiente día que no sería nada aburrido….
Así amanecía cuando salí al parking para ver cómo estaba todo. Buenos presagios: los cirros venían en una dirección, y en capas bajas los estratos procedentes de levante venían en dirección casi contraria. Lo señalo en la fotogafía.

Quedan muchas horas para que se desencadenen las hostilidades, asi que decido ir a ver a un viejo amigo a Calatayud (forero de esta casa, muy conocido en el mundillo meteo, y grandísimo aficionado, las cosas del amor lo llevaron a recalar en la ciudad aragonesa); hablo con él y quedamos para tomar un vino (o dos) sobre las 11h o las 12h en Calatayud; para hacer tiempo me paso por la laguna de Gallocanta para conocer esas carreteras por si hay que transitarlas con prisas, para ver el paisaje y el paisanaje:

(primera parte, porque el sistema no deja poner post tan largos. Ahora pongo la continuación)