No quisiera irme a sobar sin antes relatar mis impresiones sobre esta noche tan fascinante: a pesar de que el día no ha sido nada extraordinario, la transparencia y la pureza del aire en este momento han alcanzado cotas que tal vez no vuelvan a repetirse en meses, o incluso en lo que queda de año. Las luces de los barrios lejanos se ven con total definición, e incluso el cielo ha adoptado, luna llena mediante, un tinte azulado como si estuviéramos al anochecer y no a medianoche. Si esta situación persiste hasta mañana, creo que voy a gozar de uno de esos días mágicos que te permiten unas fotos magníficas. Ya estoy impaciente. De hecho, he estado a punto de pillar la cámara y salir a hacer nocturnas, si no fuera por el brutal viento que está soplando ahora mismo (norte a más de 40km/h), unido a una temperatura de unos 10ºC.