Buenos días,
Si se estima oportuno, puede desplazarse este comentario a otro hilo (el periodismo, sensacionalismo...) o una entrada específica. Pero es que es un asunto complejo y que toca, a la vez, varios temas de los tratados en el foro.
A raíz de lo ocurrido ayer, me gustaría hacer varias reflexiones:
La activación de avisos por parte de Aemet ha mejorado mucho en los últimos años al mismo tiempo que la capacidad de predicción ha ido perfeccionándose. Así, el acierto en la mayor parte de situaciones meteorológicas es casi total. Enorme el trabajo de sus profesionales.
Los episodios de DANAS, como todos sabemos, son extraordinariamente complicados de analizar hasta el punto de que, como siempre recordamos en este foro, es esencial el seguimiento a tiempo real. A ello se suma, además, la enorme complejidad geográfica de nuestro país, que lo convierten en uno de los más complicados para las predicciones a nivel europeo.
La activación de alertas por parte de Protección Civil también ha mejorado mucho. Que exista un sistema de información a la población y que esas alertas estén bien coordinadas es un avance que, poco a poco, va llegando a nuestra sociedad (ya era hora).
Pero....y aquí creo está el desajuste: la capacidad de los medios de comunicación para trasladar esa información a la población es todavía muy pobre. Centrados en la polémica, en el sensacionalismo barato y en captar la atención única y exclusivamente a los focos que ellos consideran, se produce una distorsión del trabajo previo, denodado, de tantos profesionales de la meteo y otros ámbitos.
En el caso particular de Madrid, ayer, se produjo un centralismo dentro del propio centralismo. Es decir, no solo durante horas y horas se habló del riesgo de lluvias torrenciales en Madrid dejando de lado las cantidades que estaban cayendo en otras zonas y sus efectos, sino que rizando el rizo se llegó a centrar todo en el centro de la capital, obviando la situación dantesca que se estaba desencadenando dentro de la propia comunidad, en otras comarcas que no eran la capital.
A todo eso, sumemos la incontinencia verbal de una clase política (de cualquier signo) que se tambalea según el aire que mejor le convenga, la avalancha descontrolada de opiniones totalmente prescindibles en las cada día más contaminadas redes sociales y la cada vez menor capacidad de la población general para conservar el sentido común...
...y así tenemos un escenario global, el de ayer tarde-noche, que a mi personalmente me produjo vergüenza ajena (una lucha de ciudadanos y políticos entre partidarios de la alerta contra detractores...como si el tiempo fuera un campo de batalla... buahhgggg, repugnante).
Mucho que mejorar aun en comunicación, educación y conocimiento.
Y, además, como ya he alertado en más de una ocasión es inevitable pensar que, de un modo u otro, todo lo descrito arriba pueda alterar incluso el trabajo final de los profesionales de los organismos públicos que, como organismos públicos que son (como sucede en educación, sanidad, administración general...) no es totalmente impermeable a la acción tantas veces torpe de la intervención política y mediática.
Saludos