Bien, intentaré esclarecer el tema lo máximo posible.
Partimos de la base que rocío y escarcha son meteoros hermanos. En ambos casos, la presión atmosférica no juega ningún papel relevante. Otra cosa es que podamos asociar fácilmente la formación de rocío o escarcha con altas presiones, puestos que una noche anticiclónica es altamente probable que el cielo esté despejado, y esto a su vez favorece el enfriamiento de las superficies a la intemperie, pero no es de ninguna manera condición indispensable que haya una presión alta o baja.
Las diferencias entre las temperaturas del aire y del punto de rocío deberán ser pequeñas, que es lo mismo que decir que la humedad relativa del aire será elevada ¿Cuánto? Depende. No existe una cifra mágica en este sentido puesto que estamos comparando la temperatura y la humedad del aire, con la temperatura de las superficies, que acostumbrará a ser inferior. Por mi experiencia observacional, te puedo decir que los procesos de condensación o sublimación que generan rocío o escarcha operan eficientemente por encima del 90% de humedad relativa del aire, lo que no quiere decir, por ejemplo, que en condiciones de mucho frío haya visto escarcha en el suelo sin superarse el 60% de humedad relativa en el aire.
En el caso de la niebla, no hay confusión posible si se forma en nuestra posición. La temperatura del aire será igual a la del punto de rocío: el aire estará totalmente saturado de humedad, o sea al 100% de humedad relativa. Es poco probable, pero no imposible, que tengamos niebla sin una humedad del 100%. En este caso, sería cuando el viento mueve un banco de niebla hasta nuestra posición, sin tiempo material de disiparse la niebla ni de saturarse completamente nuestro aire ... pero por poco que dure la situación de niebla, la humedad llegará al 100%.
Tampoco en la niebla la presión atmosférica juega un papel clave en general. No obstante, hay un tipo de nieblas (de irradiación), y que conocerá sobradamente DX, que se suelen presentar en un contexto anticiclónico (presión alta). Pero existen otros tipos de niebla, como las frontales, las de advección o las orográficas, en las que no se precisan para nada las altas presiones.