Buenas tardes!
Me parece un artículo interesantísimo y esclarecedor de la distorsión tan grave que actualmente se hace de la realidad, también en lo climático. Y se agradece enormemente que un medio de comunicación de esta tirada publique algo así porque es realmente complicado encontrar algo publicado que se salga de lo férreamente establecido en esta suerte de "dictadura" temática que estamos viviendo con lo de la "crisis climática".
Efectivamente, tal y como recoge la noticia, a muchos nos cuesta encajar que tengamos decretada la situación de alerta por sequía en media Andalucía. Es evidente que en amplias zonas ha llovido por debajo de la media, sí. Pero no es menos cierto que en otras ha llovido por encima y, sobre todo, que da igual lo que llueva: siempre vamos a estar demandando más y más y más, en una espiral que poco tiene que ver con los recursos naturales, y mucho con la demanda exacerbada e irreflexiva.
Aparte de los míticos años 96-97, 2000-2001 o 2009-10, guardo en mi memoria algunos años que son muy representativos de por qué puede afirmarse que el problema de la sequía cada vez tiene menos que ver con la lluvia que cae o no cae.
En junio de 2003 el embalse de Canales (Granada), que abastece a gran parte del área metropolitana granadina y otras zonas, desembalsaba agua en un espectáculo formidable. Aquel invierno y aquella primavera fueron húmedas y nivosas. El ejercicio siguiente fue algo menos lluvioso pero en modo alguno seco. Y entonces llegó el invierno 2004-05 que, siguiendo el ritmo habitual de alternancia de periodos húmedos y secos que caracterizan a nuestro clima de toda la vida, se presentó extremadamente seco. Así, en cuestión de pocos meses, el mismo embalse que desembalsaba agua a mansalva quedó prácticamente vacío en una imagen impresionante, no vista ni siquiera en los peores años de los secos primeros 90. Es decir, la demanda había crecido de manera desmedida. Y ya daba igual, casi, lo que lloviera.
Escenario parecido se ha producido después, tras los extraordinariamente húmedos 2009-10, 2012-13 o 2017-18. Porque sí: aunque a los responsables de este despropósito les cueste reconocerlo, hay años extraordinariamente húmedos en nuestras cuencas. Y no ha sucedido hace tanto. Sin ir más lejos, la secuencia húmeda del invierno-primavera de 2018 sigue siendo la gran olvidada. Una secuencia que aportó ingentes cantidades de recurso hídrico a acuíferos, ríos y embalses, prácticamente esquilmados no tanto tiempo después bajo la brutal demanda para diversos usos.
En las declaraciones públicas emitidas ayer durante la presentación a la sociedad de este decreto activado, se dijo que llevamos 10 años sin que llueva lo suficiente, amparando los datos en medias numéricas (los números, siempre los números...) pero sin reconocer en ningún momento que lo que hay es un problemón de gestión de unos recursos que no dan a basto para tanto como se ha ocupado, construido, sembrado, producido y, también, derrochado. Y tuve una sensación desasosegante al escuchar las declaraciones porque, presiento, que una vez más nos están confundiendo. Y, todo, bajo el paraguas del interés político y económico.
Y es francamente frustrante ver cómo llueve y saber que, aunque llueva, los recursos van a escasear. Y es realmente triste que casi nadie hable de esto. Y es indignante que se carguen las tintas permanentemente contra "el Cambio Climático que estás en los cielos" en vez de asumir que, con independencia de la deriva más o menos forzada de la atmósfera y sus efectos sobre la superficie, vivimos desde tiempo inmemorial en un lugar de extremos que debemos gestionar. Y respetar.
Sinceramente, cada vez que llueve, cada vez que llega un año húmedo, cada vez que la nieve cubre a espuertas nuestras montañas, cada vez que esto sucede...no puedo evitar una sensación agridulce, preguntándome ¿Y para qué? Si luego van a decir que de nada ha servido...
Tiempos confusos...