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Manual de nevadas en España
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alvaroliver:
Adjunto el enlace a google drive para poder ver de forma completa este artículo:
https://docs.google.com/document/d/1mQb2GAPGPU-JK6sW1idKUxwR-Nx-V_y88svl_yqiQCU/edit?usp=sharing
Buenas tardes.
Aprovechando las fechas en las que nos encontramos, considero de vital importancia reseñar una serie de anotaciones al respecto de las distintas configuraciones sinópticas que son capaces de engendrar nieve en España. Por ello, he realizado este "manual" por así decirlo, que abarca todas las configuraciones que en mi opinión originan nevadas en los distintos rincones de España. Desde Cataluña a Canarias y de Galicia a Murcia. He intentado que sea lo más didáctico posible.
El "manual" anticipo que es sumamente extenso, habiéndo procurado entrar en todos los detalles que me han sido posibles. Por ello, he decidido dividirlo en distintos tomos subiendo uno por día.
Introducción.
En invierno se producen numerosas configuraciones atmosféricas que pueden ir considerablemente más allá de lo teorizado en algunos libros. Podríamos decir, que de diciembre a marzo tenemos gran parte de la variedad de fenómenos a nivel sinóptico del conjunto anual. La corriente en chorro puede oscilar desde latitudes como Islandia hasta la del desierto del Sáhara “invadiendo” regiones dominadas por el chorro subtropical.
Este artículo, que será muy extenso, quizá excesivamente para ser un artículo, girará en torno a las distintas configuraciones atmosféricas que el chorro polar origina en nuestro país y que propician episodios de nevadas, pues podríamos decir que toda la meteorología de latitudes medias, al menos en conjunto, depende de ello. Nos centraremos en parte en los índices de zonalidad apreciando cómo es más favorable para el conjunto nacional, la existencia de un bajo índice del mismo para la gestación de episodios de nevadas.
Es importante tener presente que los distintos patrones que se desarrollan en la atmósfera atienden a cuestiones diversas, como lo supone la acumulación de aire frío en áreas polares, el tránsito del chorro por entornos montañosos tales como Las Rocosas, etc. La evolución de una configuración a otra, abarca una serie de días dependiendo de los factores citados. En general, en meses invernales y veraniegos, (fundamentalmente enero-febrero y julio-agosto respectivamente) los cambios de patrón se suceden en semanas e incluso en periodos mensuales, básicamente debido a que la naturaleza de las masas de aire se mantienen en estas fechas en circunstancias de homogeneidad. Lo que verdaderamente repercute sobre la circulación general, son las variaciones, de ahí que en meses primaverales y otoñales los cambios de patrón se sucedan cada no tantos días, o no tantos en comparación con los meses invernales y estivales.
Podemos diferenciar dos tipos de patrones, derivados de las distintas configuraciones atmosféricas: un alto y un bajo índice de zonalidad.
Refiriéndonos al alto índice de zonalidad, podemos afirmar que se corresponde con una circulación relativamente veloz y uniforme, principalmente de oeste a este y con un núcleo ciclónico y otro anticiclónico muy definidos y amplios, que en el caso del Atlántico, pueden expandirse desde Norteamérica hasta Europa. A su vez, no dan lugar a muchas ondulaciones en el chorro. Y esto es debido precisamente a la velocidad que adquiere, velocidad que está muy ligada a un término «de conveniencia» para el ámbito meteorológico: el viento térmico. Ello determina que cuando existe un gradiente térmico horizontal concreto, se produce un incremento proporcionalmente en la velocidad del viento en altura (geostrófico al no existir rozamiento con la superficie).
De modo que, tanto mayor será el viento térmico, y por consiguiente la velocidad en conjunto de las masas de aire, cuanto mayor gradiente térmico horizontal exista y esta circunstancia se produce fundamentalmente en meses invernales (gradiente Polo-ecuador máximo). Empero, no es sinónimo de que en tal época exista permanentemente un alto índice de circulación zonal, pues también se producen DANA’s en invierno.
Bajo esta premisa (mapa adjunto), no encontramos configuraciones propicias a nevadas en cotas medias y bajas en la Península, pues cuando ésta queda afectada por circulación de oeste o suroeste, se ve invadida por masas de aire cálido o relativamente cálido y húmedo, que en ocasiones pueden tener, incluso, influjo subtropical húmedo.
No obstante, con un relativamente elevado grado de zonalidad, si pueden darse nevadas con una configuración concreta en el norte peninsular, especialmente en la cornisa cantábrica. Tal situación pasa por la existencia de un flujo de vientos de noroeste, generando así una advección polar oceánica. Configuración caracterizada por la presencia de un notable anticiclón subtropical al oeste o suroeste, elongado al norte ligeramente en superficie, por lo general. Se deduce igualmente un profundo sistema depresionario a todos los niveles que canaliza un flujo de noroeste muy acentuado en ocasiones. Si trazáramos una línea orientada del área de mayor a menor presión (línea del máximo gradiente bárico), ésta se desplazaría hacia el noreste, canalizándose de lleno la irrupción polar oceánica desde el noroeste peninsular.
De este modo y sin contar con los detalles que más adelante abordaremos, los vientos de noroeste en época invernal, en general, pueden originar nevadas en cotas medias e incluso bajas de Galicia y cornisa cantábrica, además de las laderas orientadas hacia el noroeste (vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama o parte de la provincia de Jaén que se sitúa al noroeste de los Sistemas Béticos), también en Pirineos. Como digo, más adelante lo abordaremos en profundidad.
En contraste y centrándonos en los casos de un bajo índice de circulación zonal fijémonos en este par de mapas que apenas requieren de análisis:
La circulación general, en este caso, exhibe un claro menor índice de zonalidad que en el ejemplo anterior. Esto es debido fundamentalmente al aislamiento de una burbuja cálida en altura (AANA) entre la península escandinava y la isla de Islandia, que en el mapa primero se manifiesta mediante una “cresta” en la topografía de los 500 hPa, (altitud geopotencial de hasta 565 dam) sustentada por un destacable anticiclón en superficie. La burbuja en sí misma ha originado una ruptura de la circulación general del oeste, debiendo el chorro polar separarse en un ramal al norte y otro al sur del embolsamiento mencionado, circulando (por el posicionamiento y dimensión de la burbuja) más al norte y más al sur de lo que suele ser habitual.
En esta tendencia al sur, el chorro afecta la península ibérica, quedando al norte del mismo y por tanto, siendo proclive a la incursión de sistemas de bajas presiones tal como sucede en el caso descrito. Se le unen a su vez temperaturas muy reducidas en gran parte de la Península asociadas a una incursión previa de vientos del norte. Tras esta irrupción, lo que aconteció fue una configuración de pantano barométrico que permitió la existencia de un perfil troposférico invertido en el interior de España (en síntesis, acumulación de aire frío de abajo a arriba). La llegada de una borrasca poco profunda por el oeste combinó a la perfección humedad y bajas temperaturas, dando lugar a nevadas generalizadas (se llegó a ver nevar en Sevilla). Con configuraciones tales, la nieve fácilmente hace acto de presencia en cotas bajas de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Comunidad de Madrid.
Estas configuraciones de escasa zonalidad, como vemos, genera nevadas más generalizadas y homogéneas, principalmente en la cara sur de los sistemas montañosos (en caso de soplar componentes del III y IV cuadrante). Sin embargo, existe un matiz muy importante, y es que la escasa circulación zonal no tiene por qué asociar siempre, ni mucho menos, vientos de suroeste o sureste, pues puede ser debida a un bloqueo anticiclónico tal en el Atlántico, que se origine un flujo de vientos de norte o noreste. Caso primero en que se producirían nevadas en la cara norte de los sistemas montañosos, sobre todo cornisa cantábrica. Caso segundo en que existiría un tiempo muy seco y frío en el interior peninsular, con inestabilidad más acentuada, en ocasiones, en el Mediterráneo (Baleares esencialmente) y nuevamente en la cornisa cántabra.
En definitiva, por lo general, sólo se dan nevadas generalizadas a escasa altitud con un bajo índice de circulación zonal, en tanto que no soplen vientos del norte y se reúnan una serie de condiciones específicas.
Durante los próximos días expondremos distintas configuraciones propicias a desencadenar episodios de nevadas en todo el territorio nacional, concretamente cinco escenarios.
Las variables en las que centraremos este artículo (pensado igualmente a modo de guía en la predicción de nevadas), fundamentalmente serán la configuración sinóptica, la temperatura a 850 y 500 hPa y los valores de humedad en capas bajas.
alvaroliver:
Caso I: irrupción polar oceánica (vientos de noroeste).
Como hemos comentado, en situaciones genéricas (puesto que entrar en concreciones es ciertamente ilógico), se produce una configuración así con un alto índice de circulación zonal, con dos centros de acción bien diferenciados y marcados espacial y temporalmente. Veamos un ejemplo de ello:
Tenemos una irrupción de noroeste en superficie bastante contundente que arranca prácticamente en Groenlandia y que atraviesa la península ibérica. En capas altas tenemos que denotar la presencia del chorro, intuyéndose un máximo relativo al sur peninsular. De este modo, todo el territorio peninsular queda expuesto a la irrupción polar.
El chorro, a su vez, se manifiesta con una tendencia difluente, que se hace más precisa ya al sur de la isla de Cerdeña. Es más o menos en este entorno donde comienza a configurar una vaguada con cierta independencia, que se amplifica en los Balcanes. A su vez, en nuestro país se establece una vaguada más pronunciada en amplitud, lo que permite que en capas altas al este peninsular sople del III cuadrante a la par que en superficie ya ha entrado del II cuadrante (en definitiva, suroeste u oeste en altura y noroeste en superficie). Se observa igualmente un entorno favorable a generar una baja secundaria (seguramente existente a nivel meso-escalar) entre los Pirineos y el extremo sur del Sistema Ibérico, debido a que en capas medias y altas se deduce un pico de vorticidad ciclónica (sector delantero de la vaguada).
Bajo esta premisa, se ha producido el paso de un frente cálido y otro frío que ya abandonaron o abandonan la Península, puesto que previamente soplaba suroeste en todas las capas, tras lo que se produce una irrupción de noroeste que marca el límite del frente frío.
En el momento de atravesar la Península, y a juzgar por las temperaturas en capas medias como ahora veremos, la cota de nieve se mantiene elevada (masa de aire procedente del suroeste, previa a la irrupción polar de noroeste). Sin embargo, en cotas altas donde se produzcan nevadas, serán muy cuantiosas, pues el calor específico de las masas de aire advectadas a la Península (desde el suroeste) es mayor que si estas masas provinieran de noroeste, hecho que denota que el ambiente presenta mayor contenido de vapor de agua.
En el mapa de temperaturas a 850 hPa, seis horas previo al mapa anterior, se intuye la disposición de vientos de suroeste en el territorio peninsular gracias a la orientación de isotermas como la de 0ºC y 5ºC además de las distintas isohipsas de los 850 hPa. A la par, se intuye cómo se va advectando noroeste desde el Atlántico. (También se observa una importante seclusión cálida al norte del Reino Unido debido a la profundidad de la borrasca del mapa anterior, pero eso es otra cuestión).
Nevadas cuantiosas o muy cuantiosas se deducen en cotas altas (claramente superiores a los 2.000 metros) de los Sistemas Béticos. Conforme nos desplazamos al noroeste, la cota se reduce, posiblemente hasta los 700 metros en Galicia, aunque las precipitaciones también al suponer que la parte más activa del sistema frontal (cálido) ya atravesó la zona a juzgar por las ondulaciones de las isobaras en superficie y la importante confrontación de masas de aire al sur peninsular. En el momento de atravesar el noroeste, la cota de nieve sería muy superior a esos hipotéticos 700 metros. No obstante, al existir vientos de suroeste, la inestabilidad es generalizada.
Una vez comienza a entrar noroeste a todos los niveles, la cota de nieve típicamente desciende más rápido, se produce la incursión polar prácticamente de forma súbita, como vemos en el primer mapa de configuración a 500 hPa y superficie. Enlazamos ahora el mapa de temperaturas a 850 hPa:
Ya se observa cómo el viento de noroeste ha surtido efecto en la distribución de las masas de aire, incursionando la isoterma de 0ºC hasta Extremadura y centro de la meseta. Ya se produjo el paso del sistema frontal frío o se dejan notar los últimos efectos de noroeste a sureste y la inestabilidad (salvo matices) se va reduciendo igualmente en este sentido, con una cota de nieve reduciéndose de forma progresiva (tampoco en exceso, puesto que la temperatura en capas medias no es tan reducida, aunque a 500 hPa se baja de - 30ºC en el cuadrante noroccidental).
Los matices en la distribución de la precipitación los aporta la orografía. Al soplar noroeste, en el entorno de Galicia y Asturias principalmente, aun no existiendo un sistema frontal conciso, se concentra inestabilidad que será tanto más significativa en cuanto que el flujo de noroeste lo sea igualmente. Se debe fundamentalmente al gran recorrido oceánico del viento de noroeste precursor de la irrupción polar, en combinación con la distribución de sistemas montañosos hacia el interior de ambas comunidades (macizo galaico y cordillera cantábrica). Pero no sólo se concentra inestabilidad, también aire frío, ya que al ser más pesado, le cuesta más remontar un sistema montañoso. Empero, el gradiente de presión es importante.
A ello se le suman dos factores que propician una cota de nieve más reducida de lo que cabría esperar atendiendo únicamente a la temperatura a 850 hPa. También un tercero que lo dificulta.
* La temperatura a 500 hPa, que, observando el correspondiente mapa y que no adjuntaré por no excedernos aún más, es de -30ºC o ligeramente inferior al noroeste. Estos - 30ºC suponen un gradiente térmico vertical significativo, activando de tal modo la convección. Cuando se origina convección, en superficie y debido a mecanismos diversos, los descensos bruscos de temperatura (a los que llamaremos “desplomes”) se suceden y provocan una depresión a micro-escala en las distintas superficies isobáricas. En definitiva, al producirse el “desplome” térmico, se produce otro “desplome” en la cota de nieve, pudiendo caer en este caso incluso a unos 500-600 metros. Esta presencia de convección también puede desencadenar granizo de pequeño tamaño y nieve granulada.
* El geopotencial. El geopotencial es un factor que no hace referencia a una altitud expresada en términos geométricos, si no en términos de la energía potencial. Esta se asocia con la gravedad terrestre y se presuponen distintos niveles equipotenciales. Debido a cuestiones de flotabilidad, al cambiar la naturaleza térmica de la masa de aire, se producen variaciones en la vertical y por tanto, cambia su energía potencial. En situaciones de gran gradiente bárico en superficie y capas medias, el geopotencial desciende en la dirección opuesta a la del gradiente, por lo que el geopotencial será mínimo en el núcleo de un área de bajas presiones. Lo que esto supone en realidad es una depresión o concavidad en las distintas superficies isobáricas. En el caso que nos compete, el geopotencial o altitud a la que se encuentran los 850 hPa en Galicia-Asturias (y que podemos ver en el tercer mapa adjunto) es de alrededor de 1.350 metros, lo que suponen 150 metros de depresión. Sin embargo, debido a la relación que existe entre el geopotencial y el gradiente bárico (y por consiguiente con el viento, siendo acentuado), la presencia de inversiones térmicas en capas medias y bajas es nula, pues no se da lugar a procesos de subsidencia. Mas el perfil con noroeste en este sector es húmedo, dificultando aún más la presencia de inversiones.
Al no existir éstas, la temperatura desciende casi idealmente siguiendo el descenso marcado por la adiabática y pseudoadiabática. Así, salvo que se produzcan chubascos convectivos, en cuyo caso sí que originarán inversiones térmicas a micro-escala, no existirán grandes sorpresas en la cota de nieve.
* La humedad relativa en capas inferiores. Se trata de un factor muy importante en cuanto a la cota de nieve. Para empezar, si el perfil troposférico es muy húmedo en capas medias y bajas (típico en Galicia con noroeste), la temperatura poco después de abandonar la superficie descenderá siguiendo el régimen pseudoadiabático, esto es, 0.5/0.65ºC de descenso térmico por cada 100 metros de ascenso altitudinal, debido a la liberación del calor latente de evaporación. De este modo, el descenso térmico se verá moderado por el vapor de agua y sus procesos de condensación. A esto se le suma, que una vez se forma el copo de nieve en capas medias, en el recorrido que realiza hasta la superficie, incorpora vapor de agua y agua líquida que potencian su colapso y fusión. Un último aspecto es relevante, y es que, cuando el perfil se encuentra muy saturado, las precipitaciones que caen a través del mismo desde capas medias, no experimentan un proceso evaporativo y por consiguiente no otorgan un enfriamiento al entorno. De este modo, los desplomes (a no ser que se produzcan chubascos intensos) de temperatura y consecuentemente de cota de nieve no serán relevantes.
Por este último aspecto de la humedad relativa principalmente, una irrupción polar oceánica no suele ser nunca extraordinariamente fría (como insisto, nos referimos a generalidades), pues el contenido higrométrico que posee es bastante notable, por lo que la inestabilidad sí que lo será.
Así pues, con flujo de noroeste u oeste-noroeste (advección polar oceánica), en definitiva, de gran recorrido a través del Atlántico, exento de un sistema frontal claro, las nevadas serán abundantes en cotas medias de Galicia y Asturias, disminuyendo la inestabilidad conforme nos desplazamos hacia el Cantábrico oriental (si el flujo, como digo, es más orientado a oeste que a norte). También se dan nevadas más relevantes en el Pirineo occidental (navarro y aragonés), fundamentalmente en cara norte. El valle del Ebro con noroeste (como insisto, de advección y no asociado a un sistema frontal), puede actuar negativamente en el interior del País Vasco, La Rioja y sur de Navarra, pues se desencadena “cierzo” que origina divergencia.
De forma menos relevante (a no ser que la advección de noroeste sea muy significativa), se producen nevadas en las provincias colindantes con el Sistema Central por su vertiente septentrional, más concretamente en la provincia de Segovia, por lo general, a cualquier cota dada la altitud que este entorno presenta.
Hecho distinto se produce al inicio de la irrupción polar de carácter oceánico, es decir, con el frente frío que da pie a la misma, atravesando la Península de noroeste a sureste. Previamente a la entrada del frente frío, la cota de nieve suele ser elevada, a no ser que anteriormente se hubiera producido otra irrupción polar, oceánica o no. Si así fuera, el nuevo frente frío, separaría una masa de aire frío de otra de aire más frío aún, por lo que la cota de nieve previamente sí que puede ser relativamente baja.
En todo caso, la masa de aire más fría que irrumpe, la advección polar stricto sensu, acontece inmediatamente después del frente, por lo que es habitual que en distintas áreas de la Península empiece lloviendo y termine nevando, principalmente en la submeseta sur.
Si la irrupción polar es notable, con unas isotermas a 850 hPa que rápidamente descienden claramente a negativo, terminará nevando en todas las capitales de provincia castellanoleonesas, principalmente las de la mitad occidental, con una cota de nieve que suele ser de 600 metros. Cota que puede ser menor en Galicia y Asturias por lo ya comentado.
El Sistema Central marca una línea divisoria bastante notoria con estos frentes, tanto en inestabilidad como en aire frío. A sotavento del mismo, las precipitaciones, más allá de su propia ladera, son prácticamente irrelevantes en muchos casos (llano madrileño, noroeste de Toledo y oeste de Guadalajara) debido al “efecto föhn”, más acentuado cuanto más aire frío en capas medias-bajas exista, pues el nivel de condensación estará más cerca de la superficie. Otra cosa es que a 500 hPa la temperatura sea realmente reducida, en cuyo caso si es más proclive a que algunos chubascos, como ahora veremos, atraviesen la sierra sin tanta dificultad.
Lo que el “efecto föhn” ocasiona, es un calentamiento adiabático según se desciende por la ladera meridional del Sistema Central, perdiéndose humedad relativa y ganándose temperatura. De modo que, a la par que la inestabilidad se reduce, la cota de nieve aumenta y si en la vertiente norte era de 600 metros, ahora puede ascender a 800. No hemos de olvidar igualmente, el föhn a sotavento de la Cantábrica.
Sin embargo, y aunque no es un hecho muy frecuente, sí hemos podido observar como en ocasiones y sin existir flujo de levante en superficie, el frente frío se reactiva a sotavento. Una explicación, a juzgar porque ello sucede cuando el flujo de noroeste es muy intenso, puede ser que sea debido a la perturbación que el sistema montañoso infiere sobre el propio flujo de vientos a sotavento, originando una posible baja meso-escalar. Baja especialmente comparándola con la cara de barlovento, donde existe un excedente de masas de aire (el noroeste las agolpa).
La “reconfiguración” del frente frío, en general se produce al sur del entorno anteriormente descrito y más específicamente en la provincia de Cuenca, por su disposición orográfica con la serranía conquense al noreste. No obstante, cuanto más nos alejamos del noroeste de la Península, más alta suele ser la cota de nieve. Otra reactivación de la inestabilidad se suele producir, como ya comentamos con anterioridad, en la provincia de Jaén, a barlovento de la Bética jiennense.
Existen excepciones que logran paliar las consecuencias del “efecto föhn”. Es raro que en capas inferiores al menos, la parte delantera del frente procedente del noroeste, asocie la misma componente que la de su desplazamiento. Básicamente porque el sistema frontal en realidad supone una confrontación de masas de aire, confrontación que sería irrelevante si no existiera un cambio en el flujo de vientos.
Perfectamente puede asociar vientos del sureste en la ladera sur del Sistema Central fruto de la presencia de un pequeño núcleo de bajas presiones al sur de la submeseta sur, en ese caso, el frente puede experimentar incluso una reactivación al originarse una línea de convergencia, tanto con su superficie de avance (confronta sureste por delante del frente con noroeste por detrás) como con el propio sistema montañoso.
Debido a las apreciaciones ya vistas, la temperatura con un frente frío de estas características, en el supuesto de no asociar gran convección que desencadene “desplomes” en capas medias y bajas, debe ser, en superficie, muy próxima a los 0ºC para ver nieve, pues la inexistencia de inversiones térmicas debido al gran gradiente bárico, hace que el nivel de congelación esté concentrado a una altura relativamente uniforme. En el caso de los chubascos post-frontales la situación cambia ya que la temperatura en capas medias-altas (como los 500 hPa) se puede desplomar. Esto genera el gradiente necesario para originar convección y ésta asociar desplomes en capas inferiores como ya hemos comentado. Ello supone, que la temperatura en superficie previa a un chubasco puede ser de 6ºC, por ejemplo, y al llegar el chubasco puede directamente precipitar en forma de nieve, porque la temperatura a 850 y 500 hPa es muy baja aún no siéndolo en superficie. A su vez, la humedad debe ser no muy elevada para no producirse el colapso del copo de nieve en tanto que atraviese sectores con temperatura positiva.
De este modo, a la hora de realizar una predicción posterior al paso de un sistema frontal frío, es importante observar la temperatura a 850 hPa y, sobre todo, a 500 hPa a la par que la humedad relativa a 850 hPa y en superficie. En estos casos, la altitud respecto del nivel del mar, no juega un papel tan importante como en otros casos. En muchas ocasiones, se asocia nieve granulada, granicillo o granizo blando con estos chubascos.
alvaroliver:
Casos II y III
Caso II: irrupción ártica marítima (vientos de 'norte').
En estas configuraciones, el sector más afectado por nevadas, que además son muy cuantiosas, persistentes y en ocasiones acompañadas de tormenta, es sin lugar a dudas la cornisa cantábrica y más concretamente el Cantábrico oriental, así como el entorno de Navarra y La Rioja. Pongamos por caso la situación muy inestable y de complejidad que se vivió los últimos días del mes de febrero de 2004:
Configuración que particularmente me resulta extraordinaria. Como podemos ver en ambos mapas, se produce una canalización de masas de aire desde el círculo polar ártico hasta la península ibérica… El resultado de tal canalización la podemos ver en el segundo mapa de la topografía y temperatura de los 850 hPa: la isoterma de 0ºC invade la práctica totalidad de la península ibérica y Baleares. La isoterma de - 5ºC incluso, se generaliza en la cornisa cántabra, lo que propicia que las nevadas además de ser intensas se produzcan a escasa altitud. Incluso en las islas Canarias se notan los efectos de semejante irrupción con la isoterma 4-5ºC.
En un origen, las masas de aire características del entorno del Ártico son muy frías y muy secas. Precisamente la escasa temperatura hace que, en efecto, el contenido higrométrico sea muy reducido. Adjunto una tabla de la relación que existe entre el contenido de vapor de agua y la temperatura:
Como vemos, cuanto más sube la temperatura de una masa de aire, más aumenta su capacidad de albergar vapor de agua, lo que explica que radique la mayor pluviosidad del planeta en la zona tropical.
Pues bien, en un origen, la masa de aire que nos compete, es muy fría y seca. Conforme se desplaza al sur (máxime si lo hace a través de superficies marinas), la masa de aire se va calentando de abajo a arriba y consecuentemente, inestabiliza en ese sentido también, aumentando la altura de la columna de aire y disminuyendo su densidad en capas inferiores. Por tanto, la masa de aire conforme se mueve al sur, adquiere más y más inestabilidad (además aumenta la advección de vorticidad ciclónica) en combinación con un incremento del vapor de agua, haciendo que sea necesario un mayor contenido del mismo para que se produzca la condensación.
Bajo esta circunstancia, la masa de aire ártica con recorrido marítimo alcanza la Península y desencadena un episodio de inestabilidad muy acentuado en el norte donde la orografía vuelve a jugar un papel importante.
La mayor parte de la inestabilidad pues, se da en las comunidades bañadas por el Cantábrico, Navarra y La Rioja, pues la distribución de la cordillera cantábrica fundamentalmente, logra acumular durante muchas horas e incluso días, la inestabilidad en la zona, también el sistema ibérico.
En altura, además, sopla un cierto noroeste lo que permite que el grueso de las precipitaciones se adentre al valle del Ebro. Las nevadas son muy intensas en el Cantábrico oriental sin duda, como insisto, gracias a ese cierto noroeste en altura. Si tal viento fuese ligeramente noreste, ni Navarra ni La Rioja (salvo su sector occidental) recibirían gran aporte nivoso. Al haber algo de noroeste en altura, la nieve puede llegar igualmente a Aragón y verse nieve en ciudades tales como Zaragoza, si el cierzo no es acentuado y si la temperatura en las distintas capas es francamente reducida. No obstante, la cuantía disminuye hacia el este.
Cota de nieve con los mapas adjuntos sin duda muy baja, inferior a los 400 e incluso 300 metros debido a esos - 5ºC a 850 hPa, que a su vez se sitúan en la zona a unos 1.300 metros de altitud al ser un área depresionaria. Es tal el flujo de vientos de norte, que la inestabilidad puede atravesar (mermada con respecto al norte) la cordillera cantábrica y el Sistema Central. Cuando el flujo es acentuado, ello se deja notar principalmente en la provincia de Burgos, al no existir grandes elevaciones en su extremo septentrional. De igual manera, pueden llegar chubascos a la submeseta sur. Chubascos dando por sentado la posibilidad de convección al encontrar temperaturas a 500 hPa realmente bajas, no solo en el norte, donde se adentra la isoterma de - 35ºC, sino también en el centro con - 30ºC.
Ante el carácter convectivo que impera, el “efecto föhn” que desencadena el Sistema Central no es tan acentuado, existiendo incluso, en ocasiones similares, un surgimiento de chubascos al sur del mismo. Chubascos en general breves, con nubosidad cumuliforme achatada por arriba por el intenso aire frío, asociados al fuerte gradiente vertical. Se distribuyen de forma desigual por toda la submeseta sur.
Uno de los motivos principales por los que es difícil ver nevar con una situación tan proclive a nivel del mar (aunque es con la única distribución de masas de aire, junto con las del noreste, con la que puede hacerlo) es, una vez más, la humedad relativa, pues la temperatura debería ser muy próxima al nivel de congelación para ver nevar.
Caso III: irrupción de aire frío desde el Mediterráneo.
A la irrupción que nos referimos con este título no se trata de un mero flujo de vientos de levante sin más. En realidad, las masas de aire tienen un origen polar continental, sin embargo, por cuestiones relacionadas con la circulación atmosférica, incursionan en el mar Mediterráneo para posteriormente desplazarse a lo largo del mismo con dirección oeste. En definitiva, la irrupción se caracterizará por ser húmeda y fría.
El hecho de que sea húmeda resulta evidente por el recorrido marítimo que efectúa, sin embargo, esta trayectoria por otro lado, merma la naturaleza fría de la masa de aire, que si bien sigue manteniendo su carácter polar, no asocia valores extremos por lo general. Veamos el ejemplo del 14 de enero de 1.980:
Una vez más vemos un muy bajo índice de circulación zonal, tanto es así que incluso la circulación es retrógrada al soplar levante. La circulación del oeste pues, se ha roto por los cuatro costados, siendo la principal consecuencia de ello, la presencia de un anticiclón cálido al este de Europa aunque podríamos decir que “desnaturalizado” a juzgar por el régimen de temperaturas a 850 hPa. Este potente anticiclón de 1035 hPa se mantiene unido mediante un “collado” al anticiclón subtropical de las Azores-Bermudas que a su vez se ha desplazado muy al norte hasta englobar las altas presiones características del círculo polar (anticiclón frío señalado mediante una cruz en Groenlandia). El anticiclón del este de Europa a su vez tiene cierto sustento en altura desde el sur, desde el Mediterráneo.
Ambiente por tanto bastante caótico, con un chorro muy errático y no muy definido, que se meandriza en numerosos puntos, que tiende al norte, al sur, al este e incluso al oeste. Pues bien, esta configuración, con el anticiclón europeo como protagonista, ha permitido el desalojo de una masa de aire polar continentalizada desde el este de Europa al Mediterráneo y posteriormente se ha desplazado con movimiento retrógrado hasta la península ibérica. El embolsamiento de aire frío en altura se ha centrado, en el momento de análisis, en el suroeste peninsular (demarcado con una cruz aun no apreciándose bien por la tonalidad del mapa) y a su vez ha asociado en superficie un área de bajas presiones al norte del continente africano, debido fundamentalmente a la divergencia en altura del embolsamiento frío y al gradiente térmico vertical. En definitiva, se instaura lógicamente un flujo de levante, a un tiempo frío y a otro húmedo.
Bajo esta premisa, las nevadas se concentran sobre todo en la mitad oriental de la Península y más en concreto en la Comunidad Valenciana, donde se combina el hecho de que el flujo de levante es más inestable que más al norte por la propia naturaleza húmeda y la cierta inestabilidad aportada por la baja del sur, así como más frío que respecto al sur como apreciamos en el mapa de temperatura y geopotencial a 850 hPa. La orografía relativamente montañosa del interior valenciano, de igual manera, repercute sobre las precipitaciones, dándose cierta retención, fundamentalmente en la provincia de Castellón y al norte de Alicante. En el caso de Alicante, el efecto que ejerce la sierra de Aitana es bastante significativo, pues retiene gran parte de la inestabilidad y la amplifica, dando como resultado, con la configuración objeto de estudio, nevadas muy importantes.
A juzgar por la temperatura en capas medias de alrededor de - 2ºC (aunque es importante destacar que el día anterior la irrupción tenía mayor deriva continental teniendo - 4ºC sobre la costa valenciana), así como la retención de aire frío que existe con levante, la cota de nieve pudo bajar de 500 metros de altitud, al menos este día, siendo nevadas muy abundantes en sierras con predisposición a canalizar levante. No obstante y como hecho genérico, con este tipo de irrupciones de masas de aire, si en capas medias y bajas la temperatura es realmente reducida (- 6/- 8ºC a 850 hPa) puede verse nieve a nivel del mar.
No podemos obviar el interior peninsular con este tipo de configuraciones. Al entrar vientos del este, la inestabilidad no tiene grandes dificultades (o al menos no tantas como con viento de I y II cuadrante) en adentrarse en la submeseta sur y alcanzar el centro. Si el flujo es muy definido y las temperaturas a 850 hPa descienden por debajo de - 2ºC, puede nevar prácticamente en todos los puntos de la submeseta sur (en la depresión del Tajo puede ser necesario mayor aporte frío), aunque lo hace principalmente en las provincias de Cuenca y Albacete, por su cercanía al Mediterráneo. No obstante, también llega la inestabilidad a Madrid, Toledo y Ciudad Real pudiendo en ocasiones ser significativa. Nos estamos refiriendo, aún así, a flujo de levante, pero si tal flujo es de sureste, la inestabilidad puede ser incluso mayor en el centro y mitad oriental.
Se englobaría aquí el valle del Ebro, desde su desembocadura hasta la cabecera prácticamente, pues el sureste se canaliza con facilidad en toda su extensión. En este caso, sería favorable en los entornos de su cabecera, que no existiera flujo de norte o noroeste canalizándose desde el País Vasco a Navarra y La Rioja, pues el mismo podría actuar como una barrera hacia la inestabilidad en su trayectoria hacia el noroeste. Sin embargo, también podría potenciarla, pues la componente norte puede tener recorrido marítimo y ser proclive a inestabilizar. Además, esa “barrera” que menciono puede frustrar la inestabilidad aguas arriba del Ebro, empero, en ese punto de confrontación, se puede reactivar por tratarse de una convergencia superficial de vientos. No obstante, si sopla sureste claro debido a una configuración sinóptica que lo potencie, no debería ser muy habitual tener norte en la cabecera.
Por otro lado, para que nieve consistentemente en el centro con una configuración similar, es importante que el embolsamiento de aire frío en altura que en el mapa a 500 hPa observábamos al suroeste, se sitúe más al norte, de modo que la inestabilidad tenga clara trayectoria sureste-noroeste. En superficie bajo esta premisa puede existir incluso un pantano barométrico sin un flujo de vientos claro, lo que favorece la acumulación de aire frío en capas inferiores. En ese caso, las nevadas en el centro pueden ser acentuadas, en tanto que la inestabilidad no quede retenida al este de Castilla-La Mancha.
alvaroliver:
Caso IV: irrupción polar de origen continental (vientos de noreste)
Existe en determinadas ocasiones cierta confusión con este tipo de advecciones polares, que, sin duda, es la más fría de entre todas las que veremos. La confusión radica en que se denominan a estas irrupciones como “siberianas”. Al margen de que pueda existir una “fuente” de este tipo de masas de aire en el entorno de la estepa siberiana, yo particularmente me refiero a ello como “irrupción de masas de aire polar continentalizadas” que engloba su origen en entornos en los que a las masas de aire se les dota de la nomenclatura “polar” (latitud 60-70º N), así como su naturaleza seca que denota su recorrido a través de entornos continentales. O sencillamente, irrupción de noreste, puesto que en esa dirección se cumplen ambos requisitos.
En todo caso, como insisto, se trata de masas de aire muy secas en la mayor parte de la Península (al menos cuando ya nos hallamos inmersos en ellas) y muy frías, siendo en ocasiones extremadamente frías, pues gran parte de los récords de temperaturas mínimas absolutas, han acontecido con irrupciones de noreste. Para corroborarlo vamos a introducir la figura del radiosondeo, del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Veamos el radiosondeo de Madrid de la madrugada del 28 de enero de 2005 (gran irrupción de noreste, como se puede ver):
Antes de nada, me parece adecuado rescatar este post sobre interpretación de radiosondeos que subí al foro hace cuatro años: http://www.cazatormentas.net/foro/temas-de-meteorologia-en-general/como-interpretar-sondeos/
Los vientos de noreste se pueden ver a la derecha del perfil, lo observamos en prácticamente todas las capas y además fortalecido, característica típica de este tipo de configuraciones que impide muchas veces que la temperatura, en pleno apogeo de la irrupción polar, se desplome a valores realmente extraordinarios en áreas de valle, al suprimirse en gran medida las inversiones térmicas.
El sondeo lo que muestra básicamente es una gran estabilidad, por dos razones fundamentales: la primera es la ya comentada escasez de humedad relativa en capas medias y bajas, hecho que se aprecia con claridad en el sondeo al ver cómo la línea de temperatura y la de temperatura de rocío divergen hasta los 650 hPa, lo que denota una humedad en descenso con la altura. La segunda razón es el comportamiento de la temperatura con la altura. Existen dos “patrones” estándar de descenso de la misma, uno es el patrón adiabático seco (líneas verdes que suponen alrededor de - 1ºC por cada 100 metros de ascenso) y el otro el adiabático saturado o pseudoadiabático (líneas oblicuas que se corresponden con - 0.5ºC por cada 100 metros de ascenso aproximadamente). Pues bien, en este caso, la línea de temperatura (la de la derecha) no sigue ninguno y se limita a seguir un patrón casi perfectamente "vertical" hasta los 250 hPa. Ello se conoce como “perfil sub-adiabático” y se caracteriza por presentar una gran estabilidad.
Dicho esto, queda claro que al menos en el interior de la Península una irrupción de este tipo es fría y seca por lo general.
La sequedad de este tipo de irrupciones, de igual manera tiene dos razones de ser. En primer lugar, la masa de aire que se advecta carece de recorrido marítimo, pues al provenir del noreste lo hace desde el interior del continente europeo. En segundo lugar, su carácter tan frío, que, como ya hemos mencionado previamente, hace que la propia masa de aire tenga una clara menor capacidad de albergar vapor de agua. Es por estas circunstancias por las que las “heladas negras” se producen principalmente con estas irrupciones.
Sin embargo, siempre hay matices. Veamos dos mapas, uno de superficie en conjunción con los 500 hPa y otro de temperatura en combinación con la topografía de los 850 hPa:
Vemos una extraordinaria advección polar de origen continental al observar un flujo de vientos de noreste que arranca en el interior del continente europeo. El responsable principal es el profundísimo anticiclón sustentado en altura que se observa en Rusia (1060 hPa estimados en superficie), que ha originado una gran colada o desalojo polar y lo sigue haciendo, directamente al suroeste de Europa. Claro ejemplo de bajo índice de circulación zonal que propicia tales advecciones.
En cuanto al mapa de temperaturas a 850 hPa, destacamos que la isoterma de - 5ºC ha llegado hasta el centro peninsular y la de - 10ºC se está introduciendo desde el noreste (con este episodio la isoterma de - 16ºC rozó los Pirineos y la de - 8ºC se generalizó en el centro y norte).
Bajo esta circunstancia de primeros de febrero de 2.012, cabría preguntarse dónde se localizaría la inestabilidad, aún a expensas de lo dicho al respecto de la sequedad general. La respuesta sin duda es cornisa cantábrica. A su vez, la cota de nieve es más baja cuanto más hacia el este del Cantábrico nos hallemos. Con noreste también se puede ver nieve en Baleares y puntos diversos de Cataluña y Comunidad Valenciana (siempre que no tenga cierto cariz de norte).
El motivo en el Cantábrico, sin duda es el recorrido marítimo del viento, pues aún procediendo del interior europeo, tiene cierta trayectoria a través del Cantábrico, que en comparación con la naturaleza realmente fría de la masa de aire, está a clara mayor temperatura. Esto desemboca en un “efecto lago” dando lugar a precipitaciones junto a la costa que pueden adentrarse hasta donde la orografía permita.
Vemos en el mapa de 850 hPa hasta - 10ºC a unos 1.450 metros de altitud y si viéramos el de 500 hPa, veríamos - 30ºC (a alrededor de 5.350 metros). En combinación con la retención de aire frío por la configuración orográfica, supone una cota de nieve a nivel del mar o prácticamente en el País Vasco como mínimo. Conforme nos desplazamos al oeste, la cota de nieve ascendería (aunque no mucho). Las precipitaciones igualmente, pueden tener carácter convectivo, lo que favorece una menor cota de nieve al poderse producir “desplomes” de temperatura. A ello se le suma el hecho de que la humedad, aun teniendo cierto recorrido marítimo la masa de aire, no es excesivamente elevada, como lo es con un norte más puro o con noroeste. En definitiva, nevadas concentradas fundamentalmente en el País Vasco (especialmente en Guipúzcoa y Vizcaya) y Cantabria.
No obstante, hemos analizado una configuración sinóptica en la que la advección polar se centraba en el cómputo peninsular. Sin embargo, por cuestiones de dinámica atmosférica, es proclive a que progresivamente la irrupción de noreste se vaya concentrando en la mitad oriental y finalmente en el Mediterráneo. De hecho es lo que sucedió tiempo después de los mapas anteriores:
En los mapas ahora se aprecia el flujo de noreste centrado en la mitad oriental y Baleares, cuanto más al este nos movemos, más deriva de noreste a norte el viento siendo un detalle de relevancia, si bien su origen continental no varía.
La temperatura del Mediterráneo en febrero suele oscilar entre los 12 y los 14ºC, cuando incide una masa de aire tan sumamente fría sobre el mismo desde el golfo de León (más recorrido marítimo que el noreste en el Cantábrico oriental) inestabiliza muy rápido. Recordemos que una masa de aire fría al avanzar sobre una superficie más cálida inestabiliza de abajo a arriba, tanto más cuanto menor sea la temperatura de la masa de aire, mayor la de la superficie y más extenso el recorrido marítimo.
La inestabilidad en Baleares se deduce asegurada. Solo queda fijarse en la temperatura a distintos niveles. En este sentido, es preciso percatarse de la depresión existente a 500 hPa al este de las islas Baleares, depresión que goza de cierta autonomía aunque no llega a conformar una DANA. Tal perturbación en el nivel de los 500 hPa asocia un núcleo muy frío de hasta - 35ºC a ese nivel. Esto generará un importante gradiente térmico vertical que potenciará la inestabilidad, con rasgos claramente convectivos. Es típico a su vez, que una advección polar de estas características llegue a ciclogenizar en Baleares o incluso entre la Península y las Islas, en cuyo caso sí que existiría inestabilidad más acentuada en la mitad oriental en general (incluido el este de Castilla-La Mancha e incluso el resto de la submeseta sur, en general, no de forma muy relevante).
A 850 hPa se intuyen los - 10ºC en el entorno de las Islas. En definitiva, todos estos factores dan como resultado nieve (y además abundante) al nivel del mar. Nevada que será muy intensa y abundante en la Sierra de Tramontana por su predisposición a los vientos del I y II cuadrante.
Anteriormente comenté que era importante el detalle del viento en superficie (distribuidor del aporte húmedo y por tanto de la inestabilidad), fundamentalmente para la costa catalana y valenciana. Si el régimen de vientos es de norte puro, o mejor dicho, de forma tal que no exista prácticamente recorrido marítimo, las nevadas serán nulas o escasas en general en todo el prelitoral e incluso litoral, debido fundamentalmente a la inexistencia del “efecto lago”. Sin embargo, si existe un matiz de noreste más acentuado en el viento, es más probable ver nieve próxima al litoral. Aún así, las nevadas de relevancia en la mitad oriental se producen con advección de levante o sureste.
En síntesis, con advección de aire polar de origen continental basculada hacia la mitad oriental de la Península, se producen nevadas destacadas en Baleares, si la temperatura en los distintos niveles es realmente baja (no siendo extraño con este tipo de irrupciones…) puede nevar a nivel del mar (- 8/- 10ºC a 850 hPa y alrededor de - 35ºC a 500 hPa), en todo caso, la nevada en la sierra de Tramontana será importante. Si el flujo tiene cierto recorrido marítimo para el litoral y prelitoral catalán, valenciano e incluso murciano (más centrado en el interior) también se pueden producir nevadas en cotas bajas, siendo más elevada la cota de nieve en la Comunidad Valenciana y Murcia. Al desplazarse hacia el interior, en general, la inestabilidad se reduce drásticamente.
Por último, al respecto de este tipo de incursiones de aire polar, es importante reseñar que inicialmente pueden estar precedidas de un frente (frío, evidentemente) que avanza con dirección sur en general. La cota de nieve en un principio es alta y conforme avanza se va desplomando, si bien es cierto que no suele tratarse de un frente muy activo en el interior peninsular, aunque es prácticamente el único rasgo de inestabilidad que relacione en medida alguna a estas masas de aire, puesto que posteriormente suele predominar un tiempo frío, seco y ventoso con una sensación térmica que llega a ser extremadamente reducida.
alvaroliver:
Caso V: borrascas y depresiones en altura.
Se trata del último caso que abordaremos en este extenso artículo sobre las configuraciones atmosféricas que asocian nieve en España.
En realidad, al hacer referencia a las borrascas y centrarnos en cotas medias y bajas, por lo general, es necesario que se produzca alguna de las combinaciones de masas de aire ya vistas anteriormente, pues por sí mismas no suelen asociar el aire frío suficiente como para ver nieve en cotas reducidas, pues sabemos que la configuración típica asocia masas de aire cálidas inicialmente (frente cálido precedente) y posteriormente el aire frío, no sin antes un frente frío. La disposición de la inestabilidad por tanto, se sitúa por delante de la masa de aire frío, que suele ser más seca y con carácter ciertamente subsidente. Por ello, es el frente cálido (como insisto, en general) de una borrasca el que ocasiona nevadas en cotas bajas, posterior a una incursión de aire frío.
Veamos varios tipos de configuración:
Esta configuración es bastante peculiar porque con ella se acumularon varios centímetros de nieve en la ciudad de Sevilla.
Se produjo un flujo polar continentalizado (véase caso IV) bastante contundente y además con cierto matiz divergente, entre una borrasca situada sobre los Balcanes y un anticiclón en Gran Bretaña basculado hacia el este y propiciando el desalojo de la masa de aire polar. Esta cierta divergencia que se aprecia en el mapa de isobaras, permite una mayor subsidencia y temperaturas muy bajas en superficie al posibilitarse las inversiones térmicas. A su vez, se aprecia una borrasca no lejos del golfo de Cádiz que ha descendido en latitud desde el noroeste, cuya línea de acción (frente cálido) se combina con la masa de aire polar que presenta temperaturas a 850 hPa de - 5ºC en gran parte de la Península.
Configuración esta (combinación de una potente incursión de aire frío del noreste, mas borrasca al suroeste) que suele dejar nieve en cotas bajas de la mitad sur de la Península, más concretamente en Andalucía, sur de Extremadura y de Castilla-La Mancha. No es nada habitual ver nieve a la altitud de Sevilla, aunque la cota si puede ser menos peculiar que se sitúe en torno a los 400 metros. En este tipo de situaciones en las que el frente cálido es el protagonista, la temperatura a 500hPa no es relevante.
Nótese que no hemos incluido el centro peninsular, como podría esperarse, con esta configuración. El motivo sin duda es la componente de noreste tan acentuada. Como hemos visto, el aire frío tiene la particularidad de ser muy seco y por tanto puede suponer una barrera respecto a la inestabilidad. En casos así, puede “colarse” una pequeña área de bajas presiones desde el suroeste cuyo recorrido es hacia el este. Es característico ver además un corte casi perfecto en la inestabilidad al sur de Castilla-La Mancha, sucediendo esto cuando el flujo de noreste es muy acentuado.
Sin embargo, existen otras combinaciones en las que el aire frío y la inestabilidad se alternan de forma tal, que permiten ver episodios de nieve bastante significativos en distintos puntos del centro y oeste peninsular, como el caso que precede:
En este caso observamos cómo, en efecto, existe un flujo de vientos de noreste relativamente definido, aunque en mapas previos se trata de norte. Hecho que también se aprecia en el mapa de los 850 hPa con la distribución de las temperaturas. Sin embargo, no se trata de un flujo de noreste o norte excesivamente pronunciado, pues no incursiona ni la isoterma de - 5ºC en el noroeste de la Península. Esta advección polar en su recorrido al sur sufrió un calentamiento desde su base con la consecuente inestabilización de abajo a arriba que ya hemos comentado. En término, ha logrado formar un área de bajas presiones que abarca el sur peninsular, a la par que existe un pequeño embolsamiento de aire frío sobre la vertical de la provincia de Salamanca (mapa de los 500 hPa). El resultado es la presencia de inestabilidad bastante compacta en el centro, (donde además existe levante en superficie que retiene las precipitaciones debido a la acción del Sistema Central) oeste y sur peninsular. Las nevadas serán copiosas y dado el aire frío en capas medias-bajas, así como el no muy pronunciado gradiente bárico, se producirán en altitudes relativamente bajas (alrededor de 500 metros aproximadamente) de Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía y especialmente Comunidad de Madrid por la disposición del Sistema Central y el área de bajas presiones.
Para este tipo de configuraciones es importante contextualizar, pues la situación de días atrás es esencial para el pronóstico de nevadas. Posteriormente hay que fijarse en la humedad en distintas capas y la temperatura a 850 hPa. El viento juega un papel muy significativo, puesto que posibilita las inversiones térmicas, esenciales para el mantenimiento del copo de nieve desde los 850 hPa, por ejemplo, hasta la superficie. De modo que a 1.500 metros podemos tener 0ºC y nevar a 600 metros de altitud, esto se debe a la presencia de inversiones térmicas que permiten que a 600 metros exista la misma temperatura que a 1.500 o incluso inferior. Sucede con la presencia de frentes cálidos, ya que al desplazarse el aire cálido asociado por encima del frío que va encontrando en su desplazamiento, lo hace en forma de pendiente ligera, sin desalojar el aire frío. Es por ello por lo que bajo esta circunstancia se producen las principales nevadas en cotas reducidas del centro y sur de la Península, ya que se combina con relativa facilidad inestabilidad y aire frío. A su vez, es una configuración propicia para que en determinadas regiones se produzca el fenómeno de “lluvia engelante”.
En cuanto a la siguiente configuración, las nevadas a las que nos referiremos responden únicamente a la inestabilidad y aire frío asociadas a una profunda borrasca:
Se observa un viento de noroeste acentuado, sin embargo, no es un noroeste cualquiera, pues precede al paso de una muy profunda borrasca que además presentó un proceso de ciclogénesis explosiva sobre el Atlántico. El sector cálido de la borrasca asoció una temperatura de 4ºC en el centro y 8ºC en el sur a 850 hPa, la borrasca además atravesó la Península por el norte de forma veloz y por consiguiente el aire frío de su sector trasero, también lo hizo, irrumpiendo temperaturas negativas a 850 hPa en buena parte de la Península de forma súbita. Se trata pues, de una advección asociada al sector trasero de una borrasca. Este sector, típicamente es estable, con algunos chubascos dispersos en incremento hacia el noroeste (donde sí existe mayor inestabilidad asociada a la orografía y a la proximidad con el océano Atlántico).
Con esta circunstancia, se puede producir un descenso de la cota de nieve, desde el inicio de la inestabilidad hasta su término, desde los 2.000 metros o incluso más arriba hasta los 700 metros o incluso más abajo si aún sigue quedando precipitación. En cotas medias y altas sí puede resultar un episodio fructífero en cuanto a nevadas (si el aire frío asociado a la borrasca es el necesario), no así en cotas bajas, donde el aire frío requerido para que se den nevadas, no coincide con la inestabilidad. No obstante, existen excepciones tales como Galicia o Asturias, donde sigue quedando precipitación que puede ser convectiva, en medio de la irrupción de noroeste que se torna polar. En este caso, la cota de nieve puede bajar a los 500 metros o incluso menos, siempre que acompañen las temperaturas a distintos niveles.
Es importante a su vez, en este tipo de situaciones, la temperatura a 500 hPa al tratarse de un frente frío y su posterior descarga que pudiera ocasionar chubascos.
En término, nos referiremos a las islas Canarias, donde en cotas medias y altas también se producen nevadas que pueden ser destacables.
Nuevamente encontramos un bajo índice de circulación zonal, con un embolsamiento de aire frío bastante extenso que abarca desde las islas Canarias hasta la Península, fruto de una ruptura de la circulación zonal que provoca que quede atrapado el embolsamiento al sur de un notable anticiclón subtropical. Con todo ello, el flujo de vientos alisios se interrumpe o adquiere una componente más de levante que de noreste (hecho que sucede de forma habitual no lejos de la zona de convergencia intertropical).
La disposición del embolsamiento frío genera cierto disparo dinámico sobre las Islas, que se ve potenciado por el gradiente térmico vertical asociado a las bajas temperaturas en capas altas. A 500 hPa tenemos cerca de - 20ºC, en tanto que a 850hPa se dan 5ºC. Inestabilidad pues, con un cariz convectivo que lo que hace es potenciar un descenso más “acusado” de la cota de nieve, recordando que los chubascos convectivos se relacionan con “desplomes” en la cota al formar una depresión concreta en las distintas superficies isobaras.
De este modo y dado el notable gradiente térmico vertical, las precipitaciones en Canarias serán abundantes y dado el régimen de temperaturas a distintos niveles, serán de nieve en cotas altas e incluso medias (a partir de 1.500-1.700 metros).
No me queda ya más que añadir que, puesto que se trata de un artículo irremediablemente extenso o extensísimo, (mal que me pese) se hiciera constar de las faltas de ortografía/gramática que presupongo ciertas… Al margen de ello, si he olvidado alguna configuración de relevancia en cuanto a la nieve en el territorio nacional, así como alguna impresión o detalle, también sería muy positivo que se hiciera constar. Absolutamente todos los comentarios son bienvenidos.
A continuación adjunto un enlace a google drive para quien desee tener el artículo completo:
https://docs.google.com/document/d/1mQb2GAPGPU-JK6sW1idKUxwR-Nx-V_y88svl_yqiQCU/edit?usp=sharing
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