Icod de los Vinos es una población perteneciente a la isla de Tenerife. Es un lugar pintoresco, lleno de rincones apacibles, un paisaje circundante lleno de maravillas: se divisa perfectamente el volcán Teide, esta rodeado por una masa forestal y llega hasta la costa rocosa y de piedra volcánica.
No solo sobresale esta población por su diversidad paisajística, historia y excepcionales vinos. Sino que llama poderosamente la atención del visitante, la imponente figura de un extraño árbol, gigantesco y de aspecto primitivo.
Es el Drago Milenario.
Realmente no es un árbol, pertenece a la familia de las liláceas, estas plantas tienen en común una raíz bulbosa, parecida al ajo o la cebolla. Tampoco es milenario, los expertos han llegado a la conclusión de que tiene unos 800 años de antigüedad.
Pero, es excepcional y magnífico. Como sucede con todo abuelo árbol, cuando te encuentras a sus pies, te embarga esa sensación de pequeñez e insignificancia.
El Drago sobrecoge por su altura de unos 20 mts y el perímetro de la base de unos 10 mts.
La extensión de su copa se ve cubierta por una multitud de crestas erizadas, un sinfín de ramas que salen del tronco cilíndrico y cuyas raíces han ido levantándolo y dándole altitud.
En el interior del tronco hueco, tiempo atrás, un pastor hizo su hogar y más cercano a nuestros días, alguien intentó prenderle fuego, pero gracias a una intervención rápida no sufrió grandes daños.
Este drago, al igual que todos los de su especie, tiene propiedades medicinales y ya en la antigüedad se conocían sus dones curativos, la llamada “sangre de drago”. Muy utilizada por los nativos de estas islas, los guanches, y al parecer, Aristóteles y Carlomagno hicieron uno de la sangre de drago.
El Drago de Icod de los Vinos está considerado Monumento Nacional desde 1917.