La Reserva del Saja-Besaya, con sus 24.500 hectáreas es el mayor de los Parques Naturales de Cantabria. En él se conjugan a la vez las formaciones vegetales, la vida silvestre y animal y la estructura geomorfológica del entorno, la cual alberga formaciones curiosas y singulares (como Los Molinucos del Diablo, formaciones erosivas de aspecto acastillado y ruiniforme) o Los Cantos de la Borrica (restos morrénicos abandonados cerca de los Puertos de Sejos, por glaciares que recorrieron estos lugares hace miles de años.
Los Molinucos del Diablo (Fotografía tomada de la web fotonatura.org)
Sobre éstas impresionantes rocas de conglomerado, desperdigadas en los pastizales de Sejos, existe una leyenda que cuebnta cómo el diablo tenía un número limitado de horas para construir el acueducto de Segovia. Estas horas las marcaba el canto de del gallo. Como suele ocurrir, el gallo cantó antes de estar finalizada la tarea y el acueducto quedó inacabado. Según se cuenta, en los Cantos de la Borrica aún se pueden ver las marcas de las cinchas con las que el demonio las sujetaba antes de llevárselas por los aires.
En la superficie del Parque Natural se superponen parcialmente otras zonas de protección: Las ZEP (zonas de especial protección del Pico Cordel y las cabeceras de los ríos Saja y Nansa) así como otras de uso público (pastizales, zonas agropecuarias y de ocio y recreativas). La zona de influencia está formada por el área cercana al perímetro del Parque.
El Parque natural se halla guardado por un equipo de varios Agentes Forestales que se encargan de la vigilancia del entorno, lucha contra incendios, infraestructuras (diseño, trazado y apertura de las pistas o el mantenimiento de las que ya existen, abrevaderos y depósitos de agua donde cargan los equipos aéreos de lucha contra incendios), limitar algunos entornos frágiles con vallado apropiado para preservar el desarrollo de especies forestales, regular la caza y la pesca, etc.
Uno de estos guardas es Jesús Cañas (nuestro compañero Valfría en el foro de Meteored). Una persona volcada en su trabajo al que le dedica atención, esmero y constancia. Un hombre que se conoce el Parque casi mejor que las líneas de sus manos; una auténtica enciclopedia viviente que sabe todo lo que hay que saber (y algo más) de la fauna, flora y demás bicho viviente que deambula entre la frondosidad de los bosques o en las corrientes de los rios. Una buena persona de la cual me enorgullecen dos cosas: Ser su amigo y, al mismo tiempo, colega por nuestra colaboración con el Centro Meteorológico Territorial de Cantabria con cada una de nuestras estaciones.
He tenido la satisfacción de compartir con él un dia de trabajo como Guarda Forestal. Eera un proyecto que los dos ya habíamos proyectado hacia años y que, por unas y otras razones siempre se había pospuesto. Pero hubo oportunidad de hacerlo realidad y tan sólo puedo decir que he quedado maravillado de lo que encierra tan sólo una pequeña parte del Parque Natural, lugares conocidos por muy poca gente; y de la sabiduría y preparación de Valfría (Jesús).
Así que antes que nada, este post va dedicado a él y a todos los buenos compañeros de su cuadrilla y entre ellos a Fernando, que tuve la oportunidad de conocer en esta ocasión.
Inicio mi viaje en Santander, temprano. Me gusta madrugar. A las 9 de la mañana he quedado con Jesús en su casa de Terán, en Cabuérniga. Desde la carretera puedo comprobar cómo las nubes juegan con las primeras estribaciones de la Sierra del Escudo de Cabuérniga, un poco antes de entrar en las Hoces de Santa Lucía:
En Terán espero a Jesús sólo unos minutos. Al llegar me dice que se ha retrasado por culpa de unos trámites que no admitían espera. El trabajo es los primero, como debe ser. Al poco subimos al todoterreno y nos encaminamos hacia el pueblo de Ucieda.
Un poco más arriba se halla el Monte Rio de los Vados y la Casa del Monte, un área recretativa dentro del Parque. Seguimos subiendo por la pista y en una revuelta hacemos la primera parada. Desde este punto podemos ver parte de la Reserva, con algunas zonas de bosque ya teñidas del característico color otoñal. Y los jirones de niebla luchando por librarse del encajonamiento de los valles o....¿será al revés?
Continuamos subiendo hacia el Alto de Tordías. Al lado de la carretera y a menos de diez metros observo la primera sorpresa del día: Un buitre leonado posado tranquilamente sobre la rama seca de un árbol. Nunca había estado tan cerca de ellos como hoy. ¡Es enorme!....Espero que no tenga mucha hambre..... Roll Eyes
Pasamos el cruce de pistas del Alto de Tordías y tomamos la que se dirige en dirección al Refugio-Ermita del Moral. Abajo queda el Valle de Iguña bajo una blanca capa de niebla. Pero un poco más arriba las nubes siguen intentado cubrir la parte más alta de los cordales:
Valfría delante de la puerta del Refugio de El Moral, adosado a la Ermita y en donde cada año, el sábado siguiente al 15 de Agosto, se celebra una de las romerías más populares de Cantabria:
...continúa...