Este domingo tenía planeado acompañar unos amigos al Aneto. A pesar de haberlo subido ya tres veces, tenía varios atractivos subirlo: hacerlo por la vía clásica de la Renclusa que aún no he conseguido completar nunca; hacerlo un julio con una cantidad de nieve insólita por encima de 2.500 metros; subir una serie de picos secundarios vecinos ... y disfrutar de una buena compañía. Por extraviar la senda correcta primero, y por el temor a la meteo después, reconvertimos sobre la marcha el trayecto previsto y terminamos coronando el tercer pico principal más alto del Macizo de la Maladeta (donde se halla el Aneto), y que es el que da nombre a todo el macizo, supongo que por su posición central en el mismo desde la perspectiva clásica de las ascensiones por la Renclusa.
La ascensión parte desde la cota 1.900, donde te permiten llegar los autobuses de Benasque (la pista está cerrada a vehículos particulares en verano). Se puede resumir en un “tira recto parriba” ... y nos haremos una idea viendo en la foto, tomada al mediodía desde la parada del bus, del pico que subimos. He marcado la cumbre de Maladeta y la canal por la que subimos.
Nos pusimos a andar pronto, a las 5:15 con frontales. Amaneció cuando ya habíamos superado el refugio de la Renclusa (2.140), y empezamos a poder pisar nieve continua poco antes de llegar a los 2.500 metros. La nieve estaba húmeda y cubierta del granizo que había caído durante la madrugada (menuda tormenta cayó). No había demasiado peligro de resbalar, aunque en algún tramo el nevero tenía bastante pendiente. Os aseguro que es una bendición poder subir en estas condiciones, puesto que cuando no hay nieve esto es un pedregal tedioso de transitar.
La subida por nieve nos permitió adelantar mucho tiempo, pero nos hizo olvidar del camino real que circulaba por las rocas de nuestra izquierda, de modo que sin darnos cuenta nos saltamos el punto por el que debíamos abandonar (momentaneamente) la nieve, y cuando nos dimos cuenta habíamos llegado a la cota 3.000, sobre el glaciar de Maladeta, y con el pico a tiro. Seguíamos a un rosario de excursionista que habían partido antes que nosotros o que habíamos alcanzado desde el refugio, y esto nos hizo extraviar. Apenas eran las 8 de la mañana, y paramos a desayunar y a estudiar la situación ante un paisaje de postal. He marcado el pico, y he manchado el punto de la canal por la que subimos donde realicé una foto que veremos luego.
Desde el mismo lugar, mirando al este. La arista coronada por cumbres de entre 3.150 y 3.250 metros de altura, entre la Punta Delmás (derecha) y el Cordier (izquierda). Un primer cúmulo asoma por el collado entre el Cordier y el Sayó. El glaciar de Maladeta cubierto ampliamente por un manto de nieve immaculado.
Como es pronto, y por pereza de recular, decidimos ir a la aventura de subir el Maladeta. Nadie de los 4 que vamos lo ha subido antes, pero la trazada de otros excursionistas parece solvente. Nos ahorramos trepar hacia el collado de la Rimaya por una canal innivada con un alto desnivel (la marcada en la foto 3). Es la hora de trabajar los crampones ... y sobretodo los gemelos de las piernas. Voy primero pensando en hallar unas huellas profundas que faciliten el recorrido. Parecen evidentes, pero la granizada de la madrugada las ha colmatado totalmente de granizo, de modo que a cada paso debo “vaciar” el granizo primero de las huellas para poder clavar la puntera del crampón en condiciones. Sin ser un obstáculo mayúsculo, si es cierto que nos impide progresar con mayor celeridad, de modo que invertimos más tiempo de lo que parecía para alcanzar la cresta 250 metros más arriba del lugar de desayuno (marcado con punto rojo). Nótese la rimaya del glaciar totalmente colmatada de nieve, sin ratro alguna de grietas o zonas débiles que pudieran suponer un peligro, como lo es en otros veranos. La foto no hace justicia (como tantas veces), a la pendiente pronunciada de la canal donde me hallo en su ecuador para hacer esta foto de mis compañeros subiendo tras de mi. Sin nieve debe ser un martirio intentar subir por aquí porque presumo que el suelo está muy descompuesto. Si debe ser peliagudo el tema, que vi hasta dos anclajes de seguridad con cuerda para poder montar reuniones minimizando el riesgo, por donde subía yo.
Llegados a la arista, recuperamos el aire que nos permite la altura (3.250 metros), no sin antes babear un poco con las vistas. Que pasada la lengua del glaciar de Maladeta con la rimaya en primer término. 1.350 metros más abajo debe estar el punto de partida en el fondo del valle.
Hacia la otra vertiente, el gigantesco ibón de Cregüeña, todavía con algún rincón de la umbría helado a poco más de 2.600 metros de altura. El cresterío que lo circunda por el sur, está salpicado de picos que rozan los 3.000 metros, pero sólo los alcanza el del extremo izquierdo, el Aragüells. Aquí sopla bastante viento, cada vez se ven más cúmulos, y conviene abrigarse algo porque la sensación de frío empieza a molestar.
Tenemos ya el pico a tiro de piedra ... y nunca mejor dicho con el roquedo que hay por aquí. En pocos minutos alcanzamos la cumbre del día ... y ahí si que los baberos no dan más de si. Han pasado cuatro horas desde que bajamos del autobús. Privilegiadas vistas hacia todas partes. La primera que os pongo es un detalle parcial del glaciar de Aneto, hacia el este. En primer término el Pico de Coronas (véase la concavidad de la rimaya del glaciar en su base), tras él el collado del mismo nombre donde se distinguen numeros trazadas de excursionistas (Gale se acordará de él), y la rampa final hacia el Aneto que corona la foto, y que a estas alturas del año permite llegar sobre nieve hasta el mismo paso de Mahoma. En la ombría se ve la durísima canal de Estasen en su tramo final y la Aguja Escudier.
Hacia el norte, vemos la cantidad de gente que a nuestro entender se ha extraviado como nosotros por seguir en demasía el tramo fácil de la nieve. Marco el punto donde se deberían haber desviado hacia la derecha de esta foto para seguir al Aneto, y también el punto donde desayunamos ... 300 metros más abajo y bastante verticales de donde tomo la foto.
Hacia el oeste, la arista que acabamos de subir, y que prosigue por otras cumbres (Pico de la Rimaya, Cordier, Sayó) por encima de 3.200 metros. A la izquierda parte otra arista que lleva al pico Le Bondidier, debajo del cual se ve en la parte inferior izquierda de la foto el ibón la Maladeta casi tieso, algo por debajo ya de la cota 3.000. En el horizonte he marcado otros dos colosos del Pirineo: en rojo el Posets, y en azul el Perdiguero.
Menuda lección práctica de geomorfología glaciar. Casi con la misma perspectiva de la foto anterior, el glaciar de Maladeta, con su rimaya bajo el collado del mismo nombre, y las cumbres de la región del Perdiguero, frontera hispano-francesa, de telón de fondo.
Cúmulos amenazantes subiendo por el sur. Aquí se ve la penosa cresta que debemos transitar hacia el sur para poder bajar en condiciones al glaciar de Aneto, y que concluye con el pico Abadías. Nuevamente, la presencia de algún nevero intermedio, que debemos cruzar sin crampones (el quita y pon es un fastidio), y el caos en la disposición de los bloques nos hacen gastar bastante tiempo.
Cerca de las 10 de la mañana hemos avanzado algo por la cresta anterior. El mirador hacia el Aneto es irresistible de fotografiar. El glaciar de Aneto es un pastel de nata. Ojo al desprendimiento que ha habido debajo del Pico Maldito.
Aquí la cosa se puso fea en un instante. El cielo se oscureció por completa, el viento arreció, y costaba progesar con rapidez por este terreno. Para colmo, empezó a caer cinarra, y viendo el panorama, buscamos la primera chimenea para bajar en condiciones hacia el glaciar de Aneto. La precipitación no cesaba, y antes de mojarnos, sacamos chubasqueros y fundas de mochilla, y para abajo. Aquí no estoy para fotos. La chimenea tiene un solo paso algo delicado, y la entrada al glaciar con una pendiente muy marcada que pronto se suaviza. La nieve está muy blanda ... y cubierta de cinarra y granizo, y sólo con la puntera de los crampones es díficil hacer pasos seguros sin que resbale algo el pie hacia abajo: aquí trabaja el piolet para sujetarnos en caso de resbalón. El tramo es corto, y al suavizarse la pendiente se gana pronto confianza. Hice una única foto para ver la textura que tenía el suelo con la cinarra y el granizo.
Ya vuelve a lucir el sol, pero no las tenemos todas consigo. Arriba teníamos ánimos para proseguir la excursión hasta el Aneto surcando todo el glaciar, pero las condiciones meteorológicas cambiantes nos siembran dudas (no nos gustaría pillar tormenta en pleno glaciar). El hecho de haber coronado un pico importante ya nos sacia bastante el apetito montañero, y como todos hemos subido otras veces el Aneto, tampoco nos queda sensación de derrota alguna. Y siendo prácticos, ir y volver del Aneto nos supondría alargar un par de horas largas la excursión ... y ahora podremos llegar a la hora de comer abajo.
Aneto y glaciar. Sol y sombra. En la parte izquierda, y en primer término, queda el Tuc de Mulleres, uno de mis primeros tresmiles, en la frontera catalano-aragonesa.
Impresionante estampa del Pico Maldito, el segundo más alto del macizo. Mientras bajamos seguimos la progresión de dos personas, o muy expertas y estudiosos del tema (y conocedores del riesgo al que se expusieron) ... o hartamente imprudentes. Ya he comentado antes, y aquí se aprecia con detalle, el terrible desprendimiento que ha habido recientemente, seguramente a causa de la dinámica periglaciar del hielo-deshielo (una nueva clase práctica de geomorfología). Las dos personas progresaron por el glaciar directamente hacia la herida de donde partía el desprendimiento. Primero pensamos que pretendían subir al Maldito, pero no, tras cruzar por donde cayó la roca, y en un terreno muy delicado por la pendiente y la inestabilidad potencial del terreno, bordearon toda la rimaya hasta una grieta que a distancia ponía los pelos de punta y que he marcado. En el momento de la foto están en la misca grieta, y ahí nos dimos cuenta que iban cordados y equipados. Nosotros seguimos para abajo ... y ellos aparentemente, continuaron dirección Aneto.
Alcanzamos en un santiamén la trazada que sigue la mayoría de la gente hacia el Aneto. Se baja echando virutas sobre la nieve transformada con una pendiente moderada. Se distinguen muchas personas subiendo o bajando en el tramo final entre el collado de Coronas y la cumbre.
El Paso del Portillón Superior que hemos extraviado por la mañana, ahora nos aguarda. Es el tramo más largo, salvo la cresta, que se debe hacer sin pisar nieve por encima de los 2.500 metros en la cara norte del macizo. El Portillón roza los 2.900 metros de altura.
Clásica imagen desde el Portillón Superior, de los 500 metros de desnivel y todo el glaciar de Aneto que se debe superar antes de llegar al Aneto. Un privilegio estos días poderlo hacer con la nieve cubriendo los caóticos bloques morrénicos que el retroceso del glaciar ha dejado a la luz los últimos años. Sin nieve, es un auténtico calvario. En comparación, ahora es un paseo.
Un detalle. Con punto rojo he marcado un par de rocas que aparecen por encima de la nieve. El año 2003, cuando subimos con Gale en agosto, el trazado para subir pasaba junto a esas rocas, porque por encima no había nieve, y asomaba el hielo del glaciar hasta ahí. En septiembre del mismo año, volví a subir, pero el trazado pasaba unos 15 metros por debajo, que era el retroceso real del glaciar en tan solo un mes aquel infernal verano. Reconforta ver un panorama tan distinto actualmente. Meteocoll debería tener una foto parecida de agosto del 2003 que sería interesante poder comparar.
Superado el Portillón, sin quitarnos los crampones, cruzamos algun que otro bloque rocoso hasta llegar, sobre la cota 2.800, al camino por el que subimos a primera hora. Vista desde aquí al pico Maladeta y a la canal empinada que superamos para llegar a la cresta
Hacia abajo todavía nos queda. Unos 300 metros de divertimento saltando sobre la nieve. Unos 300 metros más de paliza psicológica por el roquedo (donde empezó a aflorar algo el cansancio del día). Y unos 300 metros más de descenso más placentero desde cerca del refugio hasta la parada del bus.
3 de los 5 “guardianes” del refugio a los que meteocoll tiene un gran aprecio. La mula vieja estaba a la sombra todavía disfrutando del tabaco de Jordi. A la izquierda se observa la estación meteo del refugio.
Refugio de la Renclusa. Uno de los más frecuentados del Pirineo (sinó el que más). 500 metros por encima, asoma el Pico de la Renclusa, primer eslabón de la cresta de los Portillones que separa los glaciares de la Maladeta en esta parte, del de Aneto en la otra.
Y hasta aquí este nuevo y largo reportaje ... de mi primer tresmil de la temporada.