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Autor Tema: ¿El Cambio Climático está incidiendo en la intensidad de los Huracanes?  (Leído 1145 veces)

ermuleto

  • Visitante
Hola compañeros, me dado un voltio por todo el foro y no he visto que se trate este tema, puede que esté equivocado. Si fuera así no dudeis en borrar esto, jejeje.  ;)


http://www.terra.com/actualidad/articulo/html/act199411.htm

No viene de más visitar este artículo. Al ser tan extenso este artículo me he visto obligado a poner el enlace. Ya iré buscando más información sobre este tema.
« Última modificación: Octubre 25, 2005, 14:09:29 pm por ermuleto »

ermuleto

  • Visitante
Re: ¿El Cambio Climático está incidiendo en la intensidad de los Huracanes?
« Respuesta #1 en: Octubre 25, 2005, 14:05:25 pm »
Ojo con el huracán

¿Qué está pasando? ¿Es el Cambio Climático?


La sucesión de huracanes cada vez más virulentos en las zonas tropicales hace pensar una vez más en el cambio climático como explicación del fenómeno. Uno de los últimos en castigar el área del Caribe ha sido el Iván, que ha alcanzado las categorías más altas en la escala de agresividad. Luis Balairón, jefe del Servicio de Predicción del Clima del Instituto Nacional de Meteorología, responde para El Cultural a cuestiones como la denominación de cada uno de ellos, características de susvariantes y la relación existente con el El Niño.
 
 
El término “huracán” es un término antillano que proviene de un vocablo azteca de similar sonido cuyo significado es “dios de los vientos”. En China, el término utilizado para el mismo fenómeno es “tifón” y proviene del término “tafung” o viento violento. La estadística de los últimos 30 años arroja el resultado de unos 80 ciclones-tormentas severas anuales en todo el mundo, con pérdidas de 1.500 millones de dólares y de 15.000 muertos. Los dos términos citados son los más llamativos y se unen a otras terminologías de otras zonas del mundo para designar “ciclones tropicales fuertes”, genéricamente denominados “tormentas tropicales” que adoptan nombres como huracanes, tifones, ciclones tropicales severos o tormentas ciclónicas severas, según las zonas del mundo. Técnicamente, un ciclón tropical es un sistema de presiones bajas situado sobre aguas tropicales o subtropicales, con convección organizada y en el que los vientos circulan de forma ciclónica, es decir en el sentido contrario a las agujas del reloj, en el hemisferio norte. Pero no deben confundirse con los ciclones normales en nuestras latitudes que provienen de la actividad del llamado frente, diferentes tanto en su origen dinámico como en su evolución posterior. El propio término de “viento máximo sostenido en la superficie” contiene matices diferentes según los lugares, aunque la Organización Mundial de Meteorología sugiere utilizar el promedio de 10 minutos para obtener una medida sostenida. Sin embargo, centros especializados como el Centro Nacional de Huracanes (NHC) y el Centro Conjunto de Alerta de Tifones (JTWC) de EE.UU. utilizan el promedio de un minuto para obtener los vientos sostenidos y esta diferencia complica la comparación estadística del número de incidentes ocurridos.

Cuestión de género

La tradición de utilizar nombres de mujer en orden alfabético para denominar este tipo de estructuras finalizó en 1979 por iniciativa de la Organización Mundial de Meteorología (WMO) y el Servicio Nacional de Meteorología (NWS) de Estados Unidos, al introducir nombres de hombres y de mujer, de forma alterna. Esta costumbre se había iniciado durante la Segunda Guerra Mundial en el Cuerpo Aéreo del Ejército, en los meteorólogos de la Marina de los EEUU, que controlaban y pronosticaban los ciclones tropicales sobre el Pacífico. Posteriormente, en 1953, se extendió a la Oficina del Servicio Nacional de Meteorología de los EE.UU. Se acepta, por otra parte, que el primer uso de un nombre propio para un ciclón tropical lo hizo un pronosticador australiano que asignó nombres “de políticos que le desagradaban”.

Las relaciones con el cambio climático no son obvias porque el cómputo realizado entre 1970-87 indica menor actividad que el cómputo realizado entre los años 1947-69. Sin embargo, está bien fundamentada la reducción de la frecuencia e intensidad de los huracanes cuando existen episodios de El Niño. En situaciones inversas, conocidas como La Niña, la frecuencia e intensidad de los huracanes aumentan.

En cuanto a su forma, una de las características más fascinantes de un ciclón tropical es la existencia de un “ojo” definido como un área circular bien delimitada en la que los vientos son muy débiles y en la que existe “buen tiempo” y puede incluso verse el cielo azul.

El tamaño medio de un ojo es de unos 30 km aunque puede llegar hasta los 200. Rodeados de una auténtica pared de nubes que visualizan la convección tan intensa presente –o convección profunda– en la que los vientos alcanzan los valores más altos, en ellos el aire desciende, mientras que en la pared del vórtice el aire asciende a modo de conjuntos de burbujas. No se comprenden completamente los mecanismos que rigen la formación del ciclón, pero comparte muchas de las causas que ocasionan la formación de tornados, trombas marinas, torbellinos de polvo y remolinos.

Se estructura en bandas concéntricas de nubes de 6 a 12 km de ancho que giran ciclónicamente. El agua marina presenta una temperatura base o de disparo de 27ºC, en una capa de más de 50 m de espesor. Los vientos alisios convergen cuando se producen y fuerzan la convección en la zona intertropical. Los huracanes y sus sinónimos nacen en el mar y mueren al chocar con las costas terrestres. Ese es el momento en el que ocasionan la mayor parte de los daños al producir lluvias torrenciales que se desprenden de casi toda el agua precipitable contenida. La intensidad de los huracanes se describe mediante una escala elaborada por H.S. Saffir y R.Simpson como respuesta a una petición de Naciones Unidas realizada en 1969 para evaluar daños en viviendas de bajo coste.

Las distintas categorías

Los EEUU utiliza la escala de la intensidad de huracán de Saffir-Simpson en las cuencas del Atlántico y del Pacífico del noreste para estimar el potencial de inundación y de daños a la propiedad de acuerdo a la intensidad de un huracán: En los de Categoría 1, los vientos oscilan entre 119 y 153 km/hr y producen daños mínimos, principalmente en árboles y casas móviles, anuncios mal instalados y en estructuras pequeñas. Los de categoría 2 y 3 tienen sus intervalos de vientos entre 154-177 km/hr y 178 a 209 km/hr. El huracán Iván ha alcanzado la categoría 4 y con sus 240 km/hr se sitúa en la zona alta del intervalo de 210-249 que define esa intensidad de huracanes. Según esta escala, sus daños, como se ha comprobado, son extremos.

Daños catastróficos

Huracanes de la categoría 5, superior y última, como el Mich de 1998, conllevan daños catastróficos, ocasionando destrucción en la casi totalidad de estructuras. Con frecuencia, se debate sobre las posibles soluciones para alterar o destruir el ciclón tropical, en lugar de aprender a coexistir mejor con él. Durante el episodio del huracán, las autoridades aconsejan cerrar y sellar las puertas y ventanas de forma que las diferencias en la presión que hay en el interior de la casa y en la tempestad no aumente lo suficiente como para provocar alguna explosión. Los vientos en un huracán son altamente turbulentos y una ventana o puerta abiertos pueden ser un blanco perfecto.

La razón de estos fenómenos es que la rotación de la tierra establece una fuerza aparente (llamada fuerza de Coriolis) que empuja los vientos hacia la derecha en el hemisferio norte (y hacia la izquierda en el hemisferio sur). Así que cuando una presión baja comienza a formarse en el norte del ecuador, los vientos de superficie fluirán hacia el interior tratando de llenar la presión baja y estos serán desviados hacia la derecha, iniciándose así una rotación opuesta a las manecillas del reloj.

Artículo realizado por Luis BALAIRÓN


Artículo extraido de: http://www.elcultural.es/HTML/20040923/Ciencia/CIENCIA10308.asp
 
« Última modificación: Octubre 25, 2005, 14:08:10 pm por ermuleto »

ermuleto

  • Visitante
Re: ¿El Cambio Climático está incidiendo en la intensidad de los Huracanes?
« Respuesta #2 en: Octubre 25, 2005, 14:15:13 pm »
Lecciones que dejó El Katrina

 

Arq. Lenkiza Angulo Villarreal

Jefa de proyecto Cambio Climático

Soluciones Prácticas-ITDG
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  El desastre provocado por el huracán Katrina ha suscitado en las últimas semanas diversos comentarios y explicaciones, algunas más acertadas que otras. El recuento de algunas lecciones dejadas por el evento permite entender algunos factores que contribuyeron al desastre. En primer lugar, el suceso confirmó que los desastres no son naturales. El Huracán sólo fue el detonante de daños producidos por la existencia de condiciones de riesgo previas, revelando la inseguridad no sólo del emplazamiento de la ciudad, sino también la existencia de niveles de vulnerabilidad social y económica de significativos sectores de población, aún en la rica y desarrollada sociedad norteamericana.

 

En segundo lugar, puso en evidencia que es muy importante el papel de la ciencia y la tecnología en la predicción o pronóstico de los eventos potencialmente peligrosos; pero que sin embargo esto no es suficiente si no está articulado a capacidades para dar un adecuado uso social a dicha información y producir una respuesta social rápida y efectiva que privilegie la protección de las vidas humanas. Es conocido que Estados Unidos dispone de sistemas de modelamiento, predicción y monitoreo de huracanes y tormentas. A pesar que se conocía la evolución que seguiría el Katrina, sin embargo esto no fue suficiente para adelantarse y evitar pérdidas humanas y riesgos a la salud inflingidos a millares de personas de escasos recursos. Ello reafirma que la responsabilidad de las instituciones públicas no se reduce a producir información para la alerta, sino también en organizar la respuesta social. La predicción de eventos catastróficos tiene que ser socialmente útil, y que ello sea así no sólo es responsabilidad de la ciencia; sino de toda la sociedad y particularmente de los sistemas gubernamentales encargados de la respuesta, que en el caso de Nueva Orleáns no estuvieron a la altura de las predicciones.

 

En tercer lugar, la respuesta ante una amenaza de desastre no puede dejarse libremente sólo a decisiones y capacidades individuales de personas y familias, como lo fue en el caso del Katrina, pues estas estarán condicionadas al acceso que tengan a recursos que puedan permitir su autoprotección. Más allá de la acción individual, constituye responsabilidad de los Estados el garantizar la protección y seguridad a sus ciudadanos; por ello la respuesta social ante un evento de desastre inminente, requiere interdependencia entre la acción colectiva de protección desde el Estado y la acción de autoprotección de los individuos y familias.

 

En cuarto lugar, el desastre puso en evidencia carencias, diferencias y debilidades sociales, haciendo patente la pobreza y segregación social de la población más afectada (negros, ancianos, inválidos); ratificando con ello que son los pobres, los más afectados en todo desastre; pero además relevando una dimensión ética en los desastres, y que está expresada en la vulneración del derecho a la vida, a la protección, a la seguridad, a condiciones de vida dignas, para importantes sectores de población, y que no es producida por el fenómeno destructor sino por la propia sociedad.

 

En quinto lugar, el desastre del Katrina puso de manifiesto también que el riesgo lo incrementan las propias intervenciones humanas y que un adecuado manejo ambiental es clave en la prevención de los desastres. Según científicos norteamericanos, las transformaciones ambientales provocadas por diversas actividades en el lugar (obras de ingeniería en el río Mississippi, actividades portuarias y de procesamiento de petróleo, gas y otros productos químicos), produjeron la destrucción masiva de los humedales costeros en el estado de Luisiana, lo que fue un factor que agravó los efectos del huracán Katrina. Los humedales actuaban como protección natural de la ciudad, ante tormentas y la elevación del nivel del mar.

 

En quinto lugar, el Katrina nos llama nuevamente la atención sobre el vínculo entre la mayor frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos y el proceso de cambio climático global. Este año, la NOAA[1] pronosticó 21 tormentas tropicales en el Atlántico, el doble de lo normal. Según sus científicos la causa de tanta actividad sería la calidez de las aguas del océano Atlántico, que en esa zona por encima de los 27 grados centígrados, crea suficiente humedad en el aire para favorecer la formación de un ciclón o huracán, que con vientos propicios pueden llegar a constituir una seria amenaza. Según la misma fuente, esta será además la novena temporada de huracanes con actividad superior a lo normal en los últimos 11 años. Existe evidencia científica de que el clima está cambiando a consecuencia de los gases de efecto invernadero y que esto está causando también el calentamiento de los océanos. Es igualmente aceptado que el cambio climático está alterando la severidad, frecuencia y distribución espacial de los peligros climáticos.

 

En el 2002, expertos convocados por el PNUD en Cuba, admitieron que el proceso de cambio global (cambio climático y globalización) está añadiendo una nueva y mayor dimensión a los problemas de acumulación de riesgos y a la ocurrencia de desastres y pérdidas asociadas con eventos climáticos. Revelaron que en los últimos 40 años ha habido un incremento progresivo de riesgos de desastres y pérdidas, una parte muy significativa de ella relacionada con eventos hidrometeorológicos, aumento que ha sido más dramático en los 10 últimos años, y que hicieron que en el 2001 los desastres de este tipo lleguen a duplicarse en relación a 1996.  A nivel mundial, las pérdidas económicas que producen los huracanes, inundaciones, sequías, tormentas, representan el 70% de las pérdidas. Durante la década de los 90 la pérdida aumentó nueve veces en relación a los 60 y seis veces en relación a los 70, debido también al incremento de la población, la infraestructura y producción en áreas sensibles a peligros y a la mayor vulnerabilidad humana. Las estadísticas mundiales señalan que las inundaciones son responsables del 40% de las muertes por desastres. Hay que considerar además que la mitad de la población mundial vive en áreas costeras o cerca de ríos; lo que es significativo tomando en cuenta los impactos que producirá la elevación del nivel del mar a consecuencia de la contracción de glaciares y masa polar.

 

El IPCC[2] ha advertido que los impactos del cambio climático recaerán desproporcionadamente sobre los países en desarrollo y sobre las personas pobres, exacerbando las desigualdades en la salud, en el acceso a alimentación adecuada, al agua potable y otros recursos. Según algunos centros de investigación mundial, el Perú es uno de los países más vulnerables al proceso de cambio climático. Al respecto, en el país se han logrado algunos avances en el conocimiento de los efectos e impactos que el cambio climático viene operando en nuestro territorio, que el CONAM y diversas instituciones participantes del programa PROCLIM presentaron en un reciente Seminario sobre avances y perspectivas de la Investigación sobre Cambio Climático en el Perú. En relación a los riesgos de desastres que enfrentamos y que se vienen intensificando por efecto del cambio climático, también se están realizando esfuerzos para incorporar el análisis de riesgos en los procesos de planificación e inversión pública, a fin de evitar que los propios proyectos de desarrollo generen riesgos futuros y que resulten también afectados por estos y cuyos avances fueron también presentados en un Taller Internacional llevado a cabo esta semana en Lima en la sede de la Comunidad Andina.  La creciente conciencia de la importancia de estos temas y de su implicancia para el desarrollo de los países, ha llevado también a organismos financieros como el Banco Interamericano de Desarrollo a patrocinar el diálogo en torno a estos temas entre representantes de los organismos de planificación, inversión pública y defensa civil de los países latinoamericanos.

 

Todos estos aspectos hacen ver la necesidad de impulsar en el país una acción integral, proactiva y prospectiva en el tema, para lo cual se requiere convocar al conjunto de capacidades institucionales públicas y privadas, que permitan generar vínculos y sinergias entre diversas iniciativas en curso, que promueven la reducción de los riesgos de desastres, la adaptación al cambio climático y el desarrollo sostenible en el país//.

   
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[1] Administración Oceanográfica y Atmosférica Nacional (NOAA) de Estados Unidos

[2] Panel Intergubernamental de Cambio Climático
 


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Re: ¿El Cambio Climático está incidiendo en la intensidad de los Huracanes?
« Respuesta #3 en: Octubre 25, 2005, 15:26:44 pm »
Habrá que leerlo con tranquilidad.....

storm2002

  • Visitante
Re: ¿El Cambio Climático está incidiendo en la intensidad de los Huracanes?
« Respuesta #4 en: Octubre 25, 2005, 15:28:41 pm »
Yo también lo leeré cuando tenga tiempo... ;)

 



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