En la costa granadina, igual que en el resto de la costa mediterránea, hubo semanas casi enteras en las que no salía el sol ni un momento, tanto en la primera quincena de abril como en la segunda de marzo, algo inusual en estas tierras, muchos días seguidos completos sin sol. Ese hecho junto a la precipitación abundante ha favorecido que los montes estén muy verdes y floridos con abundancia de humedad.
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