Cómo desmontar la conspiración Chemtrails sin siquiera usar la físicaMe gusta el término “infoxicación”, soy consciente de que es un anglicismo no aceptado (aún) por la Real Academia y sé que debería utilizar vocablos más sencillos, pero infoxicación es un concepto que define tan bien la sociedad mediática en la que nos movemos, que me es difícil resistir la tentación de aprovecharlo. Tenemos disponible, y recibimos, tanta información que frecuentemente estamos intoxicados. Un permanente flujo de noticias, opiniones, estudios, portadas, tuits y titulares… cada vez es más difícil diferenciar algo real, comprobable y soportado por las evidencias, de una noticia falsa, un bulo o directamente una conspiración.
Todos, en algún momento, hemos caído presa de alguna Fake News. Nuestros propios sesgos nos hacen creer en determinadas cosas, incluso antes de analizarlas con lógica. Nadie se salva, ni siquiera aquellos profesionales cuya labor es brindarnos la información más rigurosa y precisa posible. Hace unos días, la periodista Raquel Martínez, toda una presentadora de telediario en la Televisión Pública española (RTVE) dejaba un tuit inquietante:
Detener la propagación de una noticia falsa es más difícil de lo que en un principio pueda parecer, sobre todo si ese bulo incluye un riesgo para nuestra integridad o nuestra salud a largo plazo. Nuestro cerebro presta atención a esas advertencias y conseguir que la gente se pare, recapacite y utilice la razón, no es tan sencillo. Todos aquellos que inventan este tipo de noticias saben utilizar el miedo con gran maestría, saben que la primera reacción, lógica y natural, al gritar fuego, es correr, y saben cómo acaparar rápidamente la atención afirmando que algo es peligroso, que algo te puede matar.
Sin embargo, hay conspiraciones más fáciles de desmontar que otras. La conspiración de los chemtrails es uno de los bulos más sencillos de derrumbar, sin ni siquiera entrar en la física que conlleva, simplemente utilizando la lógica más básica. Existen docenas de páginas webs explicando el fenómeno físico de la condensación, es sencillo y puede ser entendido por cualquier público, por eso me voy a fijar en otros aspectos de esta conspiración, aquellos que se caen por sí solos utilizando un poco de pensamiento crítico y algunas preguntas incómodas.
Resumiendo esta conspiración: al parecer existe un grupo secreto, o al menos oculto, que según las diferentes versiones de este bulo podría ser la CIA, el ejército, algunos gobiernos como EEUU, Rusia o China, un grupo de millonarios, las farmacéuticas, el MOSAD o incluso los propios científicos, que organiza vuelos en aviones que fumigan con sustancias tóxicas a la población, para fines tan variados como hacerlos enfermar, control de la natalidad, cambiar la atmósfera, evitar las lluvias, o incluso control mental de nuestra voluntad. A grandes rasgos, la conspiración de los chemtrails afirma que las estelas de condensación de muchos aviones tienen el malvado propósito de perjudicar a la población.
Me gustaría ser benévolo con esta conspiración, así que voy a empezar con lo que nunca se debería hacer: creer sin pensar. Está bien, digamos que la conspiración existe y lo primero que me llama la atención es la magnitud de esta conspiración. Es enorme. Miles y miles de personas, en cientos de ciudades y pueblos, fotografían estas estelas por todo el mundo… Cada día, cada hora, cada minuto, incontables personas como la periodista Raquel Martínez observan esta conspiración en infinidad de lugares dispersos por todo el mundo.
¿Cuántos aviones se necesitan para llevar a cabo una conspiración de esta magnitud?, ¿Cuántos pilotos, cuánto dinero, cuántos aeropuertos, cuántos recursos repartidos por todo el mundo son necesarios?… ¿Alguien podría dar una cifra de cúanto costaría una operación mundial y diaria de este calibre?
Deben de ser malvados multimillonarios para llevar a cabo una operación mundial, diaria, constante y repartida por todas las ciudades del planeta. Pero también deben de ser malvados multimillonarios poco eficaces. Si lo que pretenden con esta gigantesca operación aérea es fumigarnos para dañar nuestra salud… lo cierto es que están consiguiendo todo lo contrario.
La esperanza de vida mundial no ha hecho más que crecer y crecer en las últimas décadas. Si están gastando esas ingentes cantidades de dinero para fletar aviones que nos fumigan, la cruda realidad es que no lo están haciendo demasiado bien. Sobre todo en España, que hace unos días se ha alzado como el país más saludable del mundo y cuya esperanza de vida se sitúa en más de 82 años. Sea quien sea el que esté gastando dinero para intoxicarnos, es bastante inútil.
Otra versión de esta alocada teoría es que no quieren matarnos, solo enfermarnos. ¿Todo ese dispositivo aéreo millonario para algo tan sencillo desde tierra? Sin pensar mucho, se me ocurren cientos de maneras, más baratas y mucho más eficaces, para hacer enfermar a la población… mucho más eficaces que lanzar productos tóxicos a kilómetros de altura.
Porque la altura también es importante. La mayoría de estas estelas se producen a kilómetros de altura (la media de altura de un avión comercial es de 33.000 pies, unos 10 kilómetros). Cualquier agricultor sabe que para fumigar correctamente el campo hay que volar lo más bajo posible, cada metro hacia arriba dispersa lo que expulsas y pierde eficacia. Son malvados multimillonarios bastante surrealistas… Fumigar desde una altura de diez mil metros es como escupir a alguien y alejarte diez kilómetros para acertar mejor. Si realmente existe un grupo de poderosos malvados millonarios que gastan su dinero en esta operación para fumigarnos, son más propios de una película de Mike Myers.
Pero nuestro cerebro funciona así, tiene errores fascinantes, sobre todo en la valoración de los riesgos… nos da más miedo subir a un avión que darnos una ducha, a pesar de que estadísticamente es más probable que tengamos un accidente en nuestro cuarto de baño. Nos aterrorizan los tiburones pero, cada año, hay más muertes por aplastamiento de máquina expendedora que por escualos. Y por supuesto nos da miedo que nos envenenen, y más si nos cae del cielo. No nos paramos a pensar lo ridículo que pueden resultar algunas conspiraciones y bulos, simplemente se nos enciende la alarma y necesitamos más tiempo para analizar en profundidad la realidad de la amenaza.
Curiosamente, el tuit de Raquel Martínez es un ejemplo perfecto de lo malos que somos valorando peligros. La periodista está preocupada por una estela a diez kilómetros de altura, le hace una fotografía “desde su coche” y se olvida del tubo de escape de su automóvil a menos de dos metros de distancia. El miedo es un poderoso elemento para extender bulos, no suele atender a razones, por eso, de vez en cuando, no viene mal detenerse y pensar qué nos asusta realmente. Que nadie te meta miedo sin analizar realmente qué hay detrás de esas afirmaciones.
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