Mírala que cómoda. Seguro que tú con tu chispa habitual, lo describes y nos transmites esa alegría que es innata a ti.
Ha sido un día genial. Pensaba que iba a ser poco, que me parecería corto. Pero ha sido un muy buen día e intenso.
Llegamos al punto de partida. El Lagarillo creo recordar que se llamaba. Aquí dejamos los coches. A este lugar se llega por la AV: de San Antón y se toma un desvío en forma de Y, tomamos el brazo izquierdo. Tras recorrer unos seiscientos metros, tomamos un carril de tierra a la izquierda que nos lleva a ese lugar. Allí dejamos los coches. El carril continua pero en mal estado. A pié caminamos unos trescientos metros y decidimos emprender la subida por la falda SO. Muy empinada y en la que nos tomamos nuestros buenos momentos de descanso. Hay muchos “senderos” pero en realidad son caminos de cabras, sus restos lo confirman. Todos van en sentido ascendente. Todos se cortan tras cierta distancia. Como referencia para subir, María indica un corte que hay en la roca, en rumbo Norte. Un corte con mucha maleza y matorral. Hacia allí nos dirigimos. Por el camino observamos un nido de águila, que uno rato antes habíamos visto volar. En un principio me pareció un aguilucho cenizo, pero ahora tras comprobar en Internet, me decido por un águila perdicera. Estaba reparando el nido. Será interesante ver ese nido en Primavera y en Verano, cuando seguramente junto a su próxima pareja, estén empollando. Continuamos el ascenso y llegamos al corte de la roca por el que al “igual” que Toll por Monserrat, decidimos ascender. María conoce la zona y ya antes había subido por allí. Unos quince metros de desnivel y unos veinticinco de recorrido. Tras superar esta dificultad, con cuidado y precaución se sube sin mayores complicaciones. Llegamos a la cima SUR, la “teta” SUR del monte San Antón. Unas fotos junto a la cruz, observar el paisaje y nos encaminamos hacia la otra “teta”, la Norte. Descendiendo suavemente y ascendiendo del mismo modo, llegamos al “seno” que nos ha de acoger y dar reposo. Retomamos fuerzas y tras unas fotos de rigor, no hemos podido disfrutar de buenas vistas, las nubes, una vez más nos lo impiden. Las vistas no llegan más allá del monte Santo Pitar al N, los montes de Málaga, con el monte La Reina, al NO y las sierras de Mijas y los alhaurines al Este y Torremolinos al Sur. La sierra de Alcaparaín se apreciaba de vez en cuando. Iniciamos el descenso, sin prisas y por el camino observamos una especie de cardo, de unos 25 Cms de alto y con hojas parecidas a las del acebo, pero totalmente secas. Estos cardos, se encontraban en el interior de unos círculos de piedras. Vimos tres o cuatro de estos círculos. Dos se hallaban con este cardo completo, uno caído y otro vacío. Debe ser una especie muy escasa. Además, los cuatro círculos, los vimos en la misma zona, en un radio de unos siete metros.
Descendemos con rumbo SO, hacia El Lagarillo. Para no dar mucho rodeo, decidimos abandonar el sendero y atravesar el campo. Poco a poco, la vegetación se hace espesa, con los dientes abrimos camino, ni Rambo y McGyver juntos nos hubiesen superado. Rodeados de vegetación y avanzando, María observa en la pared rocosa unas placas metálicas dejadas allí por gente que practica la escalada. Si llegan escaladores, hay camino. Nos dirigimos a la roca, atravesando el matorral alto y espeso. Efectivamente, hay sendero. Bajamos por el mismo y llegamos, llego, a un carril. María se queda por la ladera de la montaña, en busca de una virgen. Difícil encontrarla, hoy en día pocas quedan y creo que solo en las iglesias. Yo me encuentro con un trabajador de la zona, que a falta de un asiento de loza, en el campo, cualquier rincón es bueno. No me ve, decido, tras avisar a María, que no es bueno cortarle el royo, esos momentos son muy de uno. Pasado ese trago. Continuamos hacia los coches. Llegamos a un carril en mal estado pero flanqueado por dos hileras de cipreses. Descendemos y vamos observando que cada vez el terreno está más “civilizado”. Llegamos un muy buen cuidado jardín de una muy bonita casa. Con muchas estatuas por el jardín y una amplia piscina. Lo que nos temíamos, hemos "invadido" una propiedad privada. Escuchamos música procedente de un transistor y localizamos a los jardineros, un poco sorprendidos y mosqueados. Pero esta chica tiene remedio para todo, ya digo, ni MCGyver:
- ¡Yo a ti te conozco! Dice María.
- ¿Qué me conoces?
- Sí. Y tú a mí.
- ¿Yo a ti?
- Sí. Tú eres de Totalán.
- Sí.
Esta conversación se dio con nosotros parados y los jardineros dirigiéndose hacia nosotros. Por fin la reconoce. Tras comentarle lo sucedido y pedirle que nos indique por donde salir, para no dar mucho rodeo, nos acompaña, campo a través otra vez, hacia los límites de la propiedad y cercano a los coches. Llegamos a una valla, que alguien ha violentado y tras pasar por debajo de ella, reptando, lástima no haber hecho fotos, nos despedimos de este amable conocido.
Estamos cerca de nuestro destino, llegados a él y tras un muy buen rato de charla, nos despedimos hasta el próximo sábado en el que junto a algunos de vosotros iremos hacia el Maroma. Por que vamos a ir al Maroma. Va ha hacer un muy buen día para la montaña. Seguro.
Un muy buen día en compañía de un encanto de mujer. Y que se ha de repetir. Como he dicho antes, tal vez en Primavera para observar ese nido.
Sin duda, un paraje en el mismo corazón de Málaga y que es un muy buen destino para una jornada de monte.
Creo que no me dejo nada, si algo se me olvida…
Mañana colocaré más fotos. Ahora a cenar y a descansar un poco.
Saludos montañeros.
GESP (Ángel)