Los medios de comunicación de todo el mundo se han hecho eco del vínculo que existe entre las enormes anomalías meteorológicas que se están produciendo a nivel global y un fenómeno de El Niño que podría ser el más intenso desde que se tienen registros. ¿Qué más puede pasar?
Todavía no hay un consenso oficial en cuanto a si El Niño 2015 es el más intenso jamás registrado. Y si intentamos hacer nuestra propia valoración objetiva, los datos que encontramos no son concluyentes (seguimiento de El Niño en nuestro foro de debate).
Por ejemplo, si comparamos las anomalías de temperatura de las aguas superficiales del Pacífico el último día del año de 1997 y el del 2015, se detectan anomalías positivas más intensas y concentradas junto al Ecuador en 1997. Es decir, dentro de las regiones del Pacífico consideradas para valorar la formación de este fenómeno (3, 3.4 y 4), las aguas estaban más calientes en general en 1997, en ese momento.
Sin embargo, este año 2015 hay otras características que convierten a El Niño actual en único, porque aunque las aguas en estas regiones no estén tan calientes como en 1997, las anomalías positivas de temperatura se extienden por otras regiones anejas, siendo la figura que encabeza esta entrada un fiel reflejo de lo dicho.
De hecho, recientemente la NASA ha publicado un informe con datos muy reveladores respecto al estado de El Niño justo al acabar el 2015.
Este informe se basa en los datos adquiridos por el satélite Jason-2, y que pertenece a la Misión Topográfica de la Superficie Oceánica (Ocean Surface Topography Mission, OSTM). Este satélite monta un altímetro de radar de enorme precisión y en este caso es capaz de medir las anomalías del nivel del océano asociadas con El Niño.
Allí donde se acumula un mayor volumen de aguas más cálidas es donde se dan las mayores anomalías positivas del nivel de estas aguas, de modo que hay una correspondencia entre ambos parámetros, con la salvedad de que en este caso no solo se considera la superficie, sino todo el perfil oceánico, que determina la formación de estas anomalías del nivel de las aguas.
Si comparamos los datos obtenidos por el Jason-2 a 27 de diciembre de 2015 con los obtenidos por su predecesor TOPEX/Poseidon el mismo día de 1997, es más fácil comprender por qué a nosotros este El Niño de 2015 nos parece único y, quizás, más intenso que el otro: las anomalías positivas se extienden por áreas mayores mientras que las negativas, todo lo contrario.
Global Tropics SSTs look likely to set another record in December, roughly 0.1C ahead of the previous mark. #climate pic.twitter.com/mEH5PT0I0w
— Eric Blake (@EricBlake12) enero 3, 2016
Además, el Atlántico también ha, y está mostrando aún, un comportamiento distinto y, en general, las temperaturas superficiales de las aguas tropicales de todos los océanos han marcado este diciembre de 2015 un nuevo récord histórico.
Wow December easily had the warmest waters on record in the Gulf of Mexico & western Atlantic by over 0.5C! #climate pic.twitter.com/0uoMhMXRxn
— Eric Blake (@EricBlake12) enero 3, 2016
Lots of psbl energy for eastern winter storms w/incredibly warm wrn Atlantic Dec. waters- creams old record by 1.5C! pic.twitter.com/vIRRGkdKPe
— Eric Blake (@EricBlake12) enero 3, 2016
De hecho, las aguas del Golfo de México y otras zona próximas están mostrando anomalías de récord.
While globe very warm in 2015, annually-avg far North Atlantic SSTs (50-60N, 50-10W) coldest on record (since 1948) pic.twitter.com/8hOmZEYQZH
— Philip Klotzbach (@philklotzbach) enero 3, 2016
Pero mientras tanto, las aguas más septentrionales están con temperaturas excepcionalmente frías.
Todo esto lleva a que la dinámica atmosférica planetaria tiene muy distintas fuentes de perturbación activas que pueden estar infligiendo modificaciones en ella y, por tanto, dando lugar a las tremendas anomalías meteorológicas que se están viviendo en las últimas semanas o incluso meses.
Es más, esta situación va a persistir con lo que es de esperar que Europa se vea sometida a más anomalías. De hecho, esas advecciones cálidas hasta el Polo Norte pueden tener consecuencias a medio plazo, si esas perturbaciones se propagan hacia arriba, repercutiendo en el vórtice polar. Precisamente, los modelos prevén significativas caídas de los índices de oscilación del Ártico (AO) y del Atlántico Norte (NAO), lo que tendría una repercusión en forma de mayor probabilidad de temporales de frío y nieve, y de lluvias en nuestro país.
Dejando a un lado estas interesantes excepcionalidades oceánicas de este fin de 2015, tenemos que la distribución de las anomalías de temperatura de las aguas superficiales tanto del Pacífico como del Atlántico siguen un patrón propio característico de épocas de intenso El Niño.
¿Transición de un El Niño intenso a un La Niña en 2016?
Quién sabe. Lo que parece claro es que El Niño parece haber alcanzado su cénit, según los datos del Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo, ECMWF.
Y según estos datos, y como se observa en esta figura, las temperaturas en las 3 regiones de El Niño del Pacífico (en este caso, la 3.4) está previsto que inicien un claro descenso hasta alcanzar la zona neutra coincidiendo con el inicio de la temporada de huracanes 2016 en el Atlántico Norte.
¿Cómo puede influir esta evolución en el Hemisferio Norte, que quizás en donde más nos interesa saberlo? No os vamos a engañar; es imposible saberlo. Pero la configuración actual de las anomalías que hemos analizado nos parece una adición de energía a los mecanismos que rigen la dinámica atmosférica y esto nos lleva a pensar en nuevos fenómenos extremos y más situaciones extrañas o impropias para la época en la que nos vayamos encontrando.
Queremos hacer énfasis en la próxima temporada de huracanes, porque la deriva actual es similar a la de 1997, y en 1998 la temporada fue muy activa y muy desastrosa para los Estados Unidos. Incluso a la Península Ibérica llegaron restos de un huracán. A este respecto, un estudio norteamericano llega a conclusiones inquietantes.
Estas conclusiones aparecen resumidas en este vídeo con audio en inglés, que es muy revelador y aporta datos con mucho sentido.
Tan activa fue la temporada tras un comienzo algo tardío (la primera tormenta tropical se formó a finales de julio) pero luego mostró una fantástica actividad. Valga esta imagen como ejemplo, mostrando a cuatro huracanes simultáneos: George, Ivan, Jeanne y Karl.
Hay que ver cómo evoluciona la temperatura de las aguas en el Atlántico Norte durante este 2016, pero con los valores actuales, a nada que la tendencia se mantenga, las anomalías podrían ser superiores a las que se registraron en 1998. Evidentemente, todo esto tendrá su influencia en la dinámica de los sistemas meteorológicos que nos afecten por lo que este año amenaza con ser apasionante desde el punto de vista científico, y devastador desde el punto de vista de los efectos que puedan tener sobre la sociedad.
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