Agosto 2025 fue el tercero más cálido del registro histórico a nivel mundial

El Servicio de Cambio Climático de Copernicus ha confirmado que agosto 2025 cálido se situó como el tercer agosto más cálido registrado a nivel global.
La temperatura media del aire en superficie alcanzó los 16,60 °C, lo que supone 0,49 °C más que el promedio de referencia 1991-2020.
Con respecto al periodo preindustrial, el aumento fue de 1,29 °C, una señal inequívoca de que el planeta sigue acumulando calor.
Comparativa con años recientes
Este agosto 2025 cálido no alcanzó los valores extremos de 2023 y 2024, que siguen liderando la clasificación histórica, pero refuerza un patrón preocupante: los últimos tres agostos son también los tres más cálidos jamás observados.
Además, si se analiza el año móvil comprendido entre septiembre de 2024 y agosto de 2025, se observa una anomalía de +0,64 °C frente a 1991-2020 y de +1,52 °C respecto a la era preindustrial.


Verano boreal entre los más calurosos
En el hemisferio norte, el verano meteorológico de 2025 (junio a agosto) fue igualmente el tercero más cálido del registro, con una desviación de +0,47 °C sobre la media de 1991-2020. Solo los veranos de 2023 y 2024 resultaron más extremos, consolidando así un trío de temporadas estivales consecutivas que destacan por sus anomalías positivas.


Europa: calor extremo y contrastes regionales
Europa vivió de lleno los efectos de este agosto 2025 cálido. El suroeste del continente, incluida la Península Ibérica, atravesó la tercera gran ola de calor del verano, que se extendió entre el 8 y el 18 de agosto.
Las temperaturas superaron ampliamente los valores normales y se registraron impactos significativos en forma de incendios forestales.
En contraste, algunas zonas del norte y noroeste europeo experimentaron condiciones más suaves e incluso más húmedas de lo habitual.
Océanos bajo presión
La temperatura media de la superficie del mar también alcanzó un nivel muy elevado durante agosto: 20,82 °C, lo que lo convierte en el tercer valor más alto para este mes en el registro.
En regiones como el Atlántico Norte y mares circundantes a Europa, las anomalías fueron particularmente notables, manteniendo el estrés térmico sobre los ecosistemas marinos y reforzando la persistencia de olas de calor oceánicas.

Una ola de calor histórica en el suroeste de Europa
El agosto 2025 cálido estuvo marcado por la tercera gran ola de calor del verano, que se sumó a las dos que ya habían afectado a Europa entre junio y julio.
El episodio comenzó a finales de julio en Portugal, se extendió a España el 3 de agosto y alcanzó Francia el día 8, prolongándose hasta el 18 de agosto.
Durante ese periodo, las máximas diarias llegaron a 40 °C en amplias zonas, con picos de 45 °C en Portugal y el sur de España, y hasta 42 °C en el suroeste francés.


Registros históricos en España, Portugal y Francia
Según la AEMET, España sufrió la ola de calor más intensa desde al menos 1975, con una duración de 16 días.
En Portugal, la estación de Guarda contabilizó también 16 jornadas consecutivas bajo condiciones de ola de calor, el periodo más largo registrado en esa zona desde 1931.
Francia, por su parte, encadenó 11 días de temperaturas extremas, situándose solo por detrás de la histórica ola de agosto de 2003, que duró 16 días, y consolidando 2025 como uno de los veranos más duros de su serie climática.

Intensidad, anomalías y estrés térmico
Los datos del conjunto ERA5 muestran que entre el 8 y el 18 de agosto las temperaturas máximas diarias medias se situaron entre 34 y 36 °C en gran parte de la región, alcanzando los 38-40 °C en el sur de España.
Las anomalías fueron extraordinarias: más de 4 °C por encima de lo normal en el norte peninsular y más de 6 °C en el suroeste de Francia. E
l impacto sobre la población se midió con la temperatura de “sensación térmica”, que refleja el efecto combinado de calor, humedad y radiación solar.
Según la herramienta Thermal Trace de Copernicus, amplias zonas del suroeste europeo estuvieron sometidas a estrés térmico muy fuerte, y en áreas de Portugal y España se alcanzó incluso el nivel de estrés térmico extremo, con sensaciones de hasta 49 °C en los momentos más críticos.
Que el cambio climático va como un toro es un hecho. Para muestra el exterminio completo de los bosques de Orense, Zamora, Ávila Cáceres o León. El medio millón de hectáreas de bosques de altísimo valor ecológico perdidos PARA SIEMPRE gracias a unos políticos que recaudan para fundirlo en nada, y a unos ecologistas que están eufóricos pidiendo que no se reforeste nada nunca. Me viene a la memoria una niña, Greta, que hace unos años recibió un premio por «remover conciencias» en EEUU, y apenas le daba tiempo de venir a la España de Pedro Sánchez a dar otro discurso. Como ella no podía subirse a un barco que fuese impulsado por combustibles fósiles, tuvieron que recogerla dos millonarios ociosos en su velero, y cruzar así el Atlántico. Sin embargo, ahora, con el clima infinitamente más calentado que entonces, se ve que ha cambiado de prioridad. Ahora ha embarcado en la Flotilla de la Libertad, que va propulsada con petróleo, y ya no necesita un velero, porque ahora ha cambiado de obsesión, y ya no es el cambio climático, sino el conflicto de Israel-Palestina el que le apasiona. Y se ha olvidado por completo de esa auto-prohibición que se impuso a sí misma, de no usar medios de transportes que usasen combustibles fósiles. Lo terrible no es ella, sino nosotros, que tomamos todo esto como si fuese normal y sensato.
En 2.100 el verano en Orense, Zamora y León será a 40-45 grados casi todos los días. El paisaje será estepario, con todos los bosques completamente exterminados, y las poblaciones de marta, de tejones, de urogallos, de comadrejas, serán un remoto recuerdo del pasado, pues todas se habrán extinguido en todas las sierras, todas calcinadas por completo.
Suena apocalíptico, ¿verdad? Pues no quiero imaginarme cómo será el verano de 2.100, porque lo descrito ha ocurrido ya. Ni la peor distopía podría haber imaginado un proceso de extinción masiva de especies, de exterminio completo de ecosistemas, en estas tres provincias, sumadas a las de Cáceres o Ávila. Es la devastación completa de miles y miles de kilómetros cuadrados de bosques, exterminados para siempre, bajo un verano que ha sido peor que el peor verano que jamás se hubiese vivido en Sevilla en el siglo XX. León u Orense tienen, YA, menos bosques que la desértica Almería. No es algo que vayamos a ver en el 2.100. ES YA. Es el paisaje desalentador que nos va a acompañar ya hasta la muerte de todos nosotros. Jamás veremos estas provincias como las vimos hasta julio pasado.
Y anticipándome a algún comentario que me diga que sí, que hay un monte aún sin quemar, o que queda un bosquecillo en un valle de León, les digo que esto no ha hecho sino arrancar. El año que viene se quemarán 800.000 hectáreas desapareciendo el 100% de los Pirineos, otro año arderá Cazorla entera y otro año, que perderemos toda la Sierra de la Demanda, alcanzaremos el millón y medio de hectáreas arrasadas. Mientras los ecologistas saldrán en tromba a pedir que no se reforeste, y el gobierno seguirá manoseando en los mítines el cambio climático para no hacer NADA que no sea arremeter contra la oposición y retener, gracias a estas catástrofes de las que tanto se alegran inconfesablemente, la poltrona. Y nosotros a votar PSOE o Bildu o Podemos, pensando que con eso arreglamos algo