La atmósfera tiene cada vez más sed según una investigación en la que participó el CSIC

Un estudio científico advierte que la atmósfera tiene cada vez más sed, y que esa tendencia está transformando profundamente la dinámica de las sequías en el planeta.

Según la investigación publicada en la revista Nature, la capacidad del aire para absorber humedad —lo que los expertos denominan demanda evaporativa atmosférica (AED)— se ha incrementado de forma notable en las últimas décadas, amplificando los efectos de la falta de lluvia y aumentando la extensión de los episodios secos.

Una atmósfera más cálida, una atmósfera más sedienta

El fenómeno conocido como atmósfera sed se explica porque el aire caliente puede retener más vapor de agua.

Al calentarse, la atmósfera intensifica su “hambre” de humedad, extrayéndola con más fuerza del suelo, de la vegetación y de las masas de agua.

Incluso si las precipitaciones se mantienen estables, el aumento de la temperatura hace que la humedad disponible se evapore más rápido, empeorando las condiciones de sequía.

El resultado es que las zonas agrícolas, los ecosistemas naturales y las reservas de agua se enfrentan a un estrés hídrico mayor, no solo por falta de lluvias, sino por una atmósfera que demanda cada vez más agua para saciar su sed.

Sequías más largas, más intensas y más extensas

El estudio analiza más de un siglo de datos, desde 1901 hasta 2022, combinando distintas fuentes de observación para medir cómo la demanda evaporativa ha influido en la gravedad, la frecuencia y la duración de las sequías.

Los resultados son contundentes: el AED ha incrementado la severidad media de las sequías en un 40 % a escala global.

Durante el periodo más reciente, entre 2018 y 2022, las áreas afectadas por sequía se expandieron un 74 % respecto a las décadas anteriores, y más de la mitad de ese aumento se debe directamente a la atmósfera sed.

En 2022, casi un tercio de la superficie terrestre experimentó condiciones de sequía moderada o extrema.

El círculo vicioso de la sequía

El proceso se retroalimenta: cuando el suelo se seca, libera menos humedad y se calienta más, lo que refuerza la capacidad de la atmósfera para absorber aún más vapor de agua.

Este ciclo amplifica la aridez y prolonga los episodios secos, convirtiendo las sequías en fenómenos más persistentes y difíciles de revertir.

Una advertencia para el futuro

Los científicos advierten que, con el calentamiento global, la atmósfera sed seguirá intensificándose.

Las sequías del futuro podrían aparecer incluso en regiones donde las lluvias no disminuyan, simplemente porque la atmósfera “bebe” más rápido la humedad disponible.

Comprender y monitorizar esta demanda evaporativa será clave para anticipar impactos en la agricultura, los ecosistemas y la gestión del agua.

El reto climático del siglo XXI no solo será que llueva menos, sino que la atmósfera tiene cada vez más sed.

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