08.11.08. Cuando surge la tormenta, el amanecer encendido, el candilazo del ocaso, la nube extraña: el lenticular de innumerables pisos, el pannus más retorcido, el arcus más grande, la nube agujerada o arremolinada… el cazador de nubes olvida todo y va en su búsqueda. Sabe que se enfrenta ante una situación única, irrepetible. Esta imagen de cualquiera de nosotros me recuerda a Clint Eastwood, interpretando a John Wilson en Cazador blanco, corazón negro.

 

En el film, la obsesiva intención del protagonista de cazar a un elefante enorme me trae rápidamente la imagen romántica del enfrentamiento del hombre con la naturaleza, ejemplificado esto en el duelo final de Wilson frente a frente con el animal y ante el cual decide echarse atrás, vencido por la poderosa fuerza ancestral del mastodonte… Nuestra cámara no pretende matar a la nube: la inmortaliza. Como Wilson hizo con el elefante en su memoria al dejarlo vivir.