Imagen visible del colosal huracán WILMA, de categoría 5 en la escala de Saffir Simpson, 19 de octubre de 2005, 16:40 UTC.
30.04.12. Nos encaminamos hacia el séptimo aniversario de la formación del huracán más intenso jamás registrado en la cuenca del Atlántico Norte, y todavía sigue dando que hablar por sus dimensiones colosales y por la explosividad con la que se desarrolló.
Una vez más, el meteorólogo americano Jeff Masters deleita a todos los estudiosos de la Meteorología con una nueva entrada en su blog en la que desmenuza las nuevas investigaciones realizadas sobre este huracán.
Como su artículo está en inglés, hemos querido publicarlo a través de este portal, traducido a castellano, para deleite de los aficionados hispanohablantes, y que sus conocimientos lleguen a un mayor número de personas.
En la XXX Conferencia sobre Huracanes y Meteorología Tropical de la Sociedad Meteorológica Americana, celebrada la semana pasada, el Dr. Eric Uhlhorn, de la División de Investigación de Huracanes del NOAA americano, presentó un póster que observaba la relación entre los vientos en superficie medidos por el instrumento SFMR, (siglas de Stepped-Frequency Microwave Radiometer, es un instrumento instalado en los aviones cazahuracanes que sirve para hacer una medición continua de los vientos sobre la superficie del océano), y los vientos a nivel de vuelo, en dos tormentas de categoría 5.
En los vuelos, que los Cazahuracanes hicieron al interior del supertifón MEGI de categoría 5 (17 de octubre de 2010), y el huracán FELIX de categoría 5 también (3 de septiembre de 2007), encontraron que los vientos superficiales medidos con el SFMR fueron mayores que los medidos a nivel de vuelo (10.000 piés, 3.048 metros).
Por lo general, los vientos superficiales en un huracán son de un 10 a un 15% inferiores que a 10.000 piés; pero él mostró que en tormentas super intensas de categoría 5 con ojos pequeños, las dinámicas de estas situaciones pueden generar vientos superficiales que son, o tan fuertes, o más fuertes, que los encontrados a diezmil piés.
El doctor extrapoló esta relación estadística (usando la estabilidad inercial medida a nivel de vuelo) al huracán WILMA de 2005, que fue el huracán más intenso jamás registrado (882 mb), pero que ni fue observado por el SFMR. (Ver imagen superior, en su pico de intensidad, y con un pinhole eye, u ojo de agujero de alfiler. Ampliar, en resolución de 500 m.).
Estimó que los vientos máximos promediados alrededor de la pared del ojo de WILMA en su pico de intensidad podrían haber sido de 209 mph (336 km/h), más o menos 20 mph (por lo tanto, posiblemente 229 mph, 368 km/h, con rachas de 270 mph, 434 km/h).
Esto supera con facilidad las 200 mph de velocidaddel viento mínima (valor umbral) que tiene un tornado EF-5. El tornado EF-5 de Joplin (Misuri) del 22 de mayo de 2011 generó vientos estimados entre 225 y 250 mph. Este tornado arrancó el firme del suelo, levantó edificios de las losas de hormigón en las que estaban construidos, y mató a 161 personas.
No es difícil imaginar lo que WILMA le hubiera hecho a Cancún o Fort Myers, si les hubiera alcanzado con vientos sostenidos como los que tuvo el tornado de Joplin.
Jeff también destaca lo que le ocurrió a un vuelo cazahuracanes cuando penetró en WILMA durante la fase de intensificación explosiva.
Rich Henning, meteorólogo de vuelo, de los Cazahuracanes del NOAA americano, le contó a Jeff su experiencia en aquella incursión.
La aeronave que penetró primero en el huracán, 6 horas antes, encontró vientos de huracán de categoría 1. Voló a través de WILMA a una altitud de 5000 piés (1524 metros), encontrando una presión central de 954 hPa cuando cruzaron el ojo a las 23:10 UTC.
La tripulación de la nueva aeronave supuso que el huracán, a pesar de la intensificación, probablemente no era un gran huracán (categoría 3), y decidieron que también volarían a 5000 piés. Los vientos fuera de la pared del ojo estaban por debajo de la intensidad de huracán, por lo que parecía ser una suposición razonable.
Una vez que la aeronave golpeó la pared del ojo, se dieron cuenta de su error… Los vientos a nivel de vuelo ascendieron rápidamente a 186 mph (casi 300 km/h), muy por encima del valor umbral de la categoría 5 y fuertes turbulencias sacudieron la aeronave.
El avión estaba manteniendo una altitud de presión constante (ya sabemos que la presión disminuye con altura, y los sistemas de presión: anticiclones, borrascas y ciclones tropicales) para mantener su altura sobre el océano durante la penetración; pero el área de baja presión en el centro de WILMA era tan intenso que la aeronave descendió a un ritmo de 1000 pies por minuto durante la penetración con objeto de mantener una altitud de presión constante.
Al tiempo que ‘perforaban’ el increíblemente pequeño ojo de 4 millas de ancho (algo menos de 8 km.), que tenía una presión central de justo 901 hPa a las 04:32 UTC, el avión estaba a una peligrosa altitud de 1500 pies, tan sólo 457 m. de altura. No precisamente una buena idea en un huracán de categoría 5.
El piloto ordenó un ascenso inmediato, y el avión salió por la otra cara de la pared del ojo de WILMA a una altitud de 10.000 pies.
Mantuvieron esta altura durante el resto del vuelo. Durante la siguiente pasada a través del ojo a las 06:11 UTC, el diámetro del ojo se había estrechado hasta unas increíbles 2 millas (3,7 km.), el ojo más pequeño jamás medido en un huracán. Durante la tercera y última pasada sobre el ojo a las 08:01 UTC, una sonda lanzadera o dropsonde, encontró una presión central de 882 hPa, la más baja presión observada en un huracán atlántico.
En el transcurso de tan sólo 24 horas, WILMA se había intensificado desde una tormenta tropical con vientos sostenidos de 70 mph (112 km/h) a un huracán de categoría 5 con vientos sostenidos de 175 mph (282 km/h), un hecho sin precedentes para un huracán atlántico.
Dado que la presión seguía cayendo, es posible que WILMA se hiciera más fuerte después de que la misión abandonara el reconocimiento al completar la fase programada de investigación del huracán.
Se trata de un relato estremecedor…
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