La cubierta de nieve del Hemisferio Norte en junio disminuyó notablemente en los últimos años

 

09.01.13. Según un estudio publicado por Geophysical Research Letters y en la última actualización de Arctic Report Card del NOAA (National Oceanic y Atmospheric Administration), la cubierta de nieve del Hemisferio Norte durante el mes de junio entre 1979 y 2012 disminuyó un 17,6 % respecto a la serie de 1979-2000.

La capa nivosa en las latitudes más altas del Hemisferio Norte cubre el suelo permanentemente durante 9 meses al año. A partir de junio, con la llegada del verano, sufre un rápido (y lógico) retroceso; pero en el trabajo que acaba de ver la luz, se ha constatado que en los últimos años ha sido sensiblemente más importante que décadas anteriores.

En noviembre de 2012, informábamos de la preocupación de la comunidad científica en este sentido y otro estudio similar indicaba que la pérdida de nieve en junio entre 1979 y 2011 había sido del 17,8 % por década, una cifra muy superior a la pérdida de hielo en el océano Ártico durante ese mismo periodo (-10,6 %).

En la publicación de Geophysical Research Letters, se muestran en una serie de mapas las desviaciones respecto a la media de la cubierta de nieve en junio por cada tres años desde 1967 hasta 2012.

 

La cubierta de nieve del Hemisferio Norte en junio disminuyó notablemente en los últimos años

En cada mapa, la cubierta de nieve de junio se compara con la media de 1971-2000. Aquellas zonas por encima de la media aparecen en tonos de azul, mientras que las áreas con extensión inferior a la media aparecen en tonos de naranja.

Como se puede constatar en los mapas, hacia el comienzo de la serie predominan áreas por encima del del promedio mientras que al final de la misma son mayores las superficies con una cubierta de nieve por debajo del promedio.

El siguiente gráfico nos muestra la cubierta de nieve junio expresada en millones de kilómetros cuadrados entre 1967 y 2012; constatándose la disminución general de la capa de nieve en el Hemisferio Norte, de manera coherente con los cambios que se muestran en los mapas.

La cubierta de nieve del Hemisferio Norte en junio disminuyó notablemente en los últimos años

Tanto este gráfico y como los mapas se basan en datos suministrados por la Universidad de Rutgers Nieve Global Lab.

Los autores del estudio, Chris Brown Derksen y Ross, encontraron una disminución general de la capa de nieve desde 1967 hasta 2012 así como una aceleración de la pérdida de nieve a partir del año 2003.

Entre junio de 2008 y junio de 2012, América del Norte sufrió tres descensos récord  en su extensión de cubierta nivosa. En Eurasia, cada junio de 2008 a 2012 también estableció un nuevo récord para la extensión de cubierta de nieve más baja registrada para dicho mes.

Como indicábamos en noviembre en cazatormentas.net, diversas investigaciones previas identificaron una relación entre el aumento de las temperaturas del aire y la disminución de la cubierta de nieve, por lo que Derksen y Brown no se sorprendieron al ver una pérdida total de nieve.

Al igual que con el hielo marino, la disminución de la capa de nieve significa la disminución de albedo. El general, el grado de blancura de un objeto determina la cantidad de luz solar que refleja hacia el espacio. Por ello la caída de la extensión de nieve provocará una disminución de la cantidad de luz solar reflejada por nuestro Planeta.

La cubierta de nieve del Hemisferio Norte en junio disminuyó notablemente en los últimos años

Esto se traduciría en un efecto de enfriamiento, ya que estaría expuesto a la luz solar mayor superficie de suelo (más oscuro y menos reflexivo que la nieve) así como los arbustos y árboles, que igualmente absorben la radiación solar en lugar de devolver el calor a la atmósfera como puede hacer el manto nivoso.

También habría que considerar que la disminución de la capa de nieve provocaría un calentamiento del permafrost (capa de hielo permanentemente congelado en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías o periglaciares, como la tundra) alterando los ciclos de escorrentías de primavera en los ríos, lo que provocaría el crecimiento de plantas a principios de primavera.