28.07.11. Una hambruna terrible afecta a más de 11,5 millones de personas en Yibuti, Kenia, Somalia y Etiopía. Las precarias condiciones económicas y sociales más na pertinaz sequía, provacada por el fenómeno climático global de La Niña, son los factores de que las dos últimas cosechas hayan sido paupérrimas en la zona.
La ONU se afana en socorrer a numerosas personas que están afrontando la peor crisis en 60 años. Desde el arranque de los 90 no había una calamidad similar en esa zona del Este africano, aunque parece que este desastre es aún más grave. La imagen adjunta en cabecera de la noticia está realizada por la NASA, a través del sensor AVHRR de su satélite NOAA-18 POES.
Refleja un promedio de la actividad de la vegetación entre junio y julio, período en el que las zonas afectadas por la sequía deben recoger sus cosechas. Los tonos marrones reflejan un índice de actividad de la vegetación por debajo de lo normal, que es cercano al -100 % en las zonas más castigadas por el hambre.
¿Cómo se ha fraguado esta sequía?
Sin duda alguna, el fenómeno climático global de La Niña es el gran culpable de esta situación, ya que ha provocado todos estos meses un predominio de los vientos de componente Oeste desde el Este de África hacia el Océano Índico.
Esta situación provoca un tiempo seco y cálido en el continente africano y un gran aporte de humedad en dirección a Indonesia y Australia. El resultado: inundaciones y una exuberante vegetación en Oceanía y el sureste asiático, pero una desastrosa sequía en una amplia región de África oriental.
El inicio de la crisis alimentaria se lleva fraguando desde hace varios meses. Unas intensas lluvias entre octubre y diciembre de 2010, hicieron que se perdieran las cosechas de aquella temporada.
Posteriormente, en 2011, las lluvias llegaron tarde y mal. La caída entre finales de abril y mayo, fue insuficiente para poder sembrar en la que se considera la temporada idónea, como atestigua esta imagen, que refleja un gran déficit hídrico en el arranque de la primavera:
Con esta situación, los cultivos se sembraron tarde y ahora están siendo cosechados pero con un pobre rendimiento. En el sur de Somalia, la región más gravemente afectada, la cosecha se espera que sea un 50 % por debajo del promedio.
Los pastos son también escasos, por lo que la ganadería tampoco tiene un futuro muy halagüeño en los meses inmediatos.
A todo esto le unimos que las previsiones meteorológicas auguran que seguirá la sequía en los próximos meses, como podemos ver en este mapa realizado por la OMM. Quizás para finales de año, las previsiones apuntan mejores, según se anuncia en diversos informes.
En definitiva, un desastre de magnitud incalculable, pero como casi todo lo que ocurre por África pasa demasiado inadvertido.
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