¿Llueve más de noche o de día? ¿Qué dicen los estudios científicos al respecto?

¿Llueve más de noche o de día? Probablemente tengas la percepción de que el ciclo de las lluvias no es uniforme a lo largo cada jornada y que los patrones de precipitaciones varían con el paso de las horas, independientemente del ir y venir de los frentes y las borrascas.
Es incuestionable que las lluvias tienen una frecuencia e intensidad distinta en cada época del año, pero ¿hay alguna evidencia científica de que llueva más a unas horas que a otras? Veamos si llueve más de noche o de día.
¿Llueve más de noche o de día?
A lo largo de las últimas décadas, varios estudios han sugerido que existe una tendencia a que la precipitación sea más frecuente y abundante durante las horas del amanecer y al anochecer, lo que ha captado el interés de los meteorólogos.
Estos patrones de precipitación, conocidos como ciclos diurnos, se observan en distintas regiones del mundo, pero varían según el clima, la geografía y las características atmosféricas locales.
Por ello, hemos indagado sobre qué dice la ciencia sobre por qué y cuándo es más probable que se produzca la lluvia, centrándonos en las horas crepusculares y nocturnas, revisando los estudios más relevantes sobre este fenómeno.

Patrones globales de precipitación: la influencia del ciclo día-noche
Los estudios más recientes han revelado que, en muchas partes del mundo, la mayor parte de la precipitación diaria ocurre durante la noche o en las primeras horas de la mañana.
En los trópicos, por ejemplo, se muestra una marcada tendencia a las lluvias nocturnas y matutinas.
Al respecto, un estudio clave sobre este fenómeno fue publicado en 2003 por Yang y Smith, quienes analizaron datos satelitales del sensor TRMM (Tropical Rainfall Measuring Mission).
Sus resultados demostraron que, en gran parte de las zonas tropicales, la intensidad y frecuencia de la lluvia alcanza su pico poco antes del amanecer.

Una razón clave para este comportamiento es la acumulación de calor a lo largo del día.
Durante las horas diurnas, la radiación solar calienta la superficie terrestre, lo que genera corrientes convectivas ascendentes que transportan aire cálido y húmedo hacia niveles más altos de la atmósfera.
Esta acumulación de energía a menudo desencadena la formación de nubes, pero no siempre da lugar a lluvias inmediatas. Al caer la noche, el enfriamiento de la superficie y la reducción de la convección liberan la inestabilidad acumulada, favoreciendo la precipitación.
Lluvias nocturnas en los trópicos: calor, humedad y estabilidad atmosférica
Otro estudio dirigido por Nesbitt y Zipser en 2003 utilizó datos del satélite TRMM para examinar la distribución horaria de las lluvias en zonas tropicales de América del Sur y África. Los científicos encontraron que la lluvia alcanzaba su punto máximo entre la medianoche y las primeras horas de la mañana.

Este fenómeno está relacionado con el hecho de que la temperatura de la atmósfera disminuye durante la noche, lo que permite que el vapor de agua acumulado durante el día se condense y precipite.
Además, en las zonas costeras tropicales, donde el ciclo mar-tierra juega un papel fundamental, las lluvias nocturnas se ven intensificadas por el contraste térmico entre el agua y la tierra.
Durante la noche, el enfriamiento más rápido de la tierra en comparación con el océano genera vientos que soplan desde el mar hacia la costa, favoreciendo la acumulación de humedad y el desarrollo de tormentas.
Zonas montañosas: lluvias al anochecer y madrugada
En las regiones montañosas, los patrones de precipitación también tienden a seguir un ciclo particular.
Un estudio realizado en los Andes peruanos por el equipo de Sulca en 2018 reveló que, en las zonas montañosas, los picos de precipitación suelen ocurrir durante el final de la tarde y las primeras horas de la noche.

Esto se debe principalmente al efecto de las montañas en la circulación del aire: durante el día, el aire más caliente asciende por las laderas de las montañas, generando nubes a gran altitud.
Al caer la tarde, estas nubes se enfrían, lo que favorece la condensación y la posterior precipitación.
Los trópicos versus las latitudes medias: diferencias en el ciclo diurno de la lluvia
Es importante destacar que los ciclos de lluvia nocturnos y matutinos no son una regla generalizada en todas las latitudes.
Mientras que los trópicos presentan un patrón más claro de lluvias al anochecer y en las primeras horas de la mañana, en las latitudes medias (como en Europa o Estados Unidos), los patrones de precipitación son más complejos y a menudo están influenciados por sistemas frontales y ciclónicos.

Al respecto hay que destacar que un estudio publicado en 2007 por Wallace y Hobbs indicó que, en las regiones de latitudes medias, la lluvia tiende a ocurrir durante la tarde, coincidiendo con los máximos de convección diurna.
No obstante, también observaron que, durante ciertos meses de invierno, las lluvias son más frecuentes en las horas nocturnas, cuando la temperatura es más baja, lo que reduce la capacidad de retención de humedad en el aire.
¿Existen diferencias entre las estaciones del año?
Otro aspecto interesante es cómo las estaciones del año afectan el ciclo diurno de las lluvias.
Una investigación de Hirose y Nakamura en 2005, que examinó datos de precipitación en Japón, encontró que durante el verano, cuando predominan las tormentas convectivas, las lluvias tienden a concentrarse en las horas de la tarde y noche.
En invierno, por el contrario, las lluvias son más frecuentes durante la noche debido a la menor energía solar y la estabilidad atmosférica más elevada.

Entonces ¿Llueve más de día o de noche? Evidencia científica
Uno de los estudios más exhaustivos sobre los patrones diurnos de la lluvia fue realizado por Dai en 2001.
Este trabajo utilizó datos globales para investigar la variabilidad diurna de la precipitación. Los resultados indicaron que en más del 60% del planeta, la lluvia es más frecuente entre el anochecer y las primeras horas del día.
En contraste, menos del 10% de las áreas estudiadas experimentaron lluvias más intensas en las horas centrales del día.
Conclusiones
Los estudios científicos respaldan la idea de que las lluvias tienden a concentrarse en las horas del anochecer y la madrugada en muchas regiones del mundo, especialmente en los trópicos y zonas costeras.
Este fenómeno está estrechamente relacionado con el ciclo de calentamiento y enfriamiento diurno de la superficie terrestre, así como con otros factores atmosféricos como la convección y la circulación local de vientos.

Sin embargo, este patrón no es uniforme en todas las latitudes, ya que las latitudes medias y ciertas zonas montañosas pueden presentar ciclos diurnos de precipitación diferentes, influenciados por la geografía local y las estaciones del año.
Fuentes
- Nesbitt, S. W., & Zipser, E. J. (2003). «The Diurnal Cycle of Rainfall and Convective Intensity According to Three Years of TRMM Measurements». *Journal of Climate*.
- Yang, G. Y., & Smith, R. K. (2003). «The diurnal cycle of tropical convection: Observations and models». *Bulletin of the American Meteorological Society*.
- Sulca, J., Takahashi, K., Espinoza, J. C., & Vuille, M. (2018). «Rainfall variability and trends in the Peruvian Andes». *International Journal of Climatology*.
- Dai, A. (2001). «Global precipitation and thunderstorm frequencies. Part II: Diurnal variations». *Journal of Climate*.
- Wallace, J. M., & Hobbs, P. V. (2007). «Atmospheric Science: An Introductory Survey». *Academic Press*.
Desgraciadamente, hay muchísimas regiones de España que en los dos últimos años y quizá algunos más, se puede decir que no llueve prácticamente nunca, ni de día ni de noche, y que durante más de la mitad del año están rondando o por encima de los 30 grados tanto de día como de noche.
Es el caso del Levante y de muchas zonas de Andalucía, donde en la temporada 2.022-2.023 llovió sólo (lluvias dignas de ese nombre, no espurreos de 5l/m2) en una semana de diciembre del 21, y en la temporada 2.023-2.024 llovió sólo en Semana Santa. Y donde desde mayo hasta bien entrado octubre casi TODOS los días se han alcanzado los 35 de máxima y, lo que es peor, casi TODAS las noches se han rondado unos asfixiantes 30 grados de mínima. Estamos hablando de no llover NUNCA menos una semana al año, y de tener 7 meses a casi 30 grados de noche de manera ininterrumpida.
En Murcia hace poco salió la noticia de que están ya secándose los pinos, las encinas, los acebuches, los olivos, los algarrobos. Es el clima del corazón del Sáhara, y es completamente imposible la vida vegetal y la subsistencia de bosques en una situación tan extramadísimamente límite como la que se está viviendo en estas regiones de España.
Y en las que no, como Ávila, Zamora, Cáceres… el exterminio forestal ha sido aún más completo, se produjo fundamentalmente en 2.022 con una batería de macroincendios que exterminaron todo vestigio de bosques en provincias enteras, con la consecuente extinción de poblaciones enteras de garduña, de gato montés, de tejones… Una catástrofe sin precedentes de la que no se habla en ningún medio.
Esperemos a ver qué aberraciones climáticas nos depara el próximo invierno. Quizá 38 grados algún día de enero en Valencia, quizá 8 semanas seguidas en enero y febrero a 34 grados en Murcia, quizá mínimas de 29 grados en enero en Bilbao. Ojalá me equivoque y se active la circulación de borrascas a nuestras latitudes y tengamos un otoño y un invierno como los del año 96, 97 ó 98, generosos en lluvias y temperaturas, aunque altas, casi normales. Pero me temo que un año más, la realidad superará la ciencia ficción.