Se registran menos rayos en las rutas marítimas al reducirse la emisión de azufre

El recorte global de azufre en los combustibles navales, ha reducido reduce la actividad eléctrica en las principales rutas marítimas oceánicas por lo que se están registrando menos rayos gracias a esta regulación.
Gracias a un estudio de investigación realizado por un equipo multidisciplinar de científicos de diversos países, constatamos, nuevamente, que el control de los contaminantes emitidos a la atmósfera tiene una respuesta casi inmediata en el clima o la meteorología del planeta.
La contaminación de los barcos también influía en las tormentas
En los últimos años, el vínculo entre la contaminación atmosférica y las tormentas eléctricas ha ganado fuerza. Ahora, un trabajo de investigación, centrado en las rutas marítimas más transitadas del planeta, confirma que los aerosoles derivados del azufre emitido por los barcos intensificaban la formación de rayos sobre el océano.
Al reducirse drásticamente esas emisiones por una regulación internacional, los rayos han disminuido más de un 40 % en estas zonas.
El cambio se debe a una normativa de la Organización Marítima Internacional que entró en vigor en 2020, limitando a una séptima parte la cantidad de azufre permitida en los combustibles marinos.
Esta modificación no solo ha reducido la contaminación atmosférica, sino que ha tenido un impacto directo en la actividad convectiva de las nubes tropicales.

Rayos y azufre: una conexión poco visible, pero poderosa
Los investigadores han aprovechado un contexto natural muy particular: la interacción entre columnas de emisión de barcos y atmósferas marinas relativamente limpias.
Dicha combinación ha permitido estudiar con claridad cómo los aerosoles actúan como núcleos de condensación, modificando la microfísica de las nubes y, en consecuencia, su capacidad para generar rayos.
Antes del cambio en la regulación, se había detectado un incremento significativo de rayos en estas rutas marítimas, un fenómeno ahora atribuido a la presencia del azufre y sus derivados.
Tras la limitación de estas emisiones, no solo se ha reducido el número de descargas eléctricas, sino que también ha disminuido el número de gotitas en la base de las nubes, lo que indica una alteración profunda en su estructura interna.

Menos azufre, menos rayos en las rutas marítimas: una señal para la ciencia del clima
Este hallazgo supone un avance clave en la comprensión de cómo las actividades humanas modifican procesos atmosféricos fundamentales.
Las nubes convectivas profundas, responsables de tormentas intensas y lluvias torrenciales, responden de manera sensible a la distribución y tamaño de los aerosoles.
La relación entre rayos y azufre no solo ayuda a explicar variaciones locales en la actividad eléctrica, sino que también aporta datos esenciales para mejorar los modelos climáticos. Conocer mejor esta interacción puede ser crucial para anticipar cómo responderá la atmósfera a futuros cambios en la contaminación global.
Este estudio refuerza la importancia de seguir vigilando el papel de los aerosoles —y en especial los derivados del azufre— en las dinámicas meteorológicas, incluso en entornos aparentemente alejados de las grandes fuentes urbanas de polución.

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