¿Qué mecanismo activa una ola de calor marina mediterránea?

Un grupo de científicos ha estudiado el mecanismo que activa la ola de calor marina mediterránea, un fenómeno cada vez más frecuente en estas aguas y que las está elevando a temperaturas no conocidas en nuestra época año tras año.
Los investigadores han hallado una relación con las intrusiones de aire cálido procedente del continente africano en Europa.
¿Qué activa una ola de calor marina mediterránea?
Las olas de calor marinas se han convertido en uno de los grandes retos climáticos del Mediterráneo.
Estos episodios, caracterizados por un aumento prolongado y anómalo de la temperatura superficial del mar, afectan tanto a los ecosistemas marinos como a la sociedad que depende de ellos. Su impacto va desde la mortalidad masiva de especies hasta el colapso de sectores como la pesca o el turismo. Pero ¿qué activa realmente una ola de calor marina en el Mediterráneo?

El papel de la atmósfera en la formación de las olas de calor marinas
Un equipo internacional de investigadores ha analizado décadas de datos y ha encontrado un patrón común antes de los episodios más intensos.
La atmósfera es la gran protagonista: la instalación de dorsales anticiclónicas subtropicales persistentes sobre la cuenca mediterránea.
Cuando estas estructuras dominan, se debilitan los vientos habituales que soplan en la región. Ese detalle resulta decisivo, ya que los vientos contribuyen a que el mar pierda calor hacia la atmósfera.
Al frenarse esta transferencia, el Mediterráneo retiene más energía térmica y se dispara la temperatura de la superficie.

Un efecto sinérgico: menos viento, más radiación
El estudio subraya que más del 70 % de la pérdida de calor del mar se debe al llamado flujo latente, es decir, la evaporación que arrastra energía hacia la atmósfera. Con el viento débil, este mecanismo prácticamente se paraliza.
A ello se suma un aumento de la radiación solar de onda corta, que actúa como combustible adicional.
La combinación de ambos factores genera un efecto sinérgico que alimenta y prolonga la ola de calor marina. En otras palabras, no se trata solo de más sol o menos viento, sino de la interacción de ambos procesos la que dispara el fenómeno.

Clave para predecir futuros eventos extremos
La investigación, publicada en Nature Geoscience, recalca la importancia de mejorar la capacidad de los modelos climáticos para detectar patrones atmosféricos que anticipen estos episodios.
Predecir con antelación una ola de calor marina permitiría a las autoridades y a los sectores económicos vulnerables (acuicultura, turismo, energía) preparar medidas de mitigación.
En un escenario de cambio climático que intensifica la frecuencia y duración de estos eventos, conocer qué activa una ola de calor marina se vuelve esencial para proteger tanto al Mediterráneo como a quienes dependen de él.

Temperaturas del Mediterráneo que en Málaga ya en junio rebasaron los 25 grados, jamás alcanzados en la Historia nunca antes hasta hace un par de años. Y en julio se acercaron a los 26. Por no hablar de las temperaturas del mar en Levante o en Baleares, donde ya es abiertamente un caldo. La dorsal sahariana, instalada ya plenamente sobre España el 100% del verano, calienta de manera extrema el Mediterráneo durante meses y meses. Y la roca madre a la que ha quedado reducida ya gran parte de España, que este verano ha superado la peor de las distopías. La biodiversidad ha sido exterminada en provincias enteras, con extinciones masivas. Posiblemente la garduña se haya extinguido ya en la provincia de Cáceres, en la de Ávila no quede ya un tejón, y en León y Orense no quede una sola marta. El gato montés, sin ninguna duda, se ha extinguido por completo en la provincia de Zamora, que en tres años ha perdido 120.000 hectáreas de bosques. Es un proceso que ya se vivió hace 5.000 años en lo que ahora es el Sáhara, pero aquí vamos a marchas extremadamente aceleradas. Zamora, Orense, León, Ávila y Cáceres han quedado hechas un solar. En Zamora han quedado los mismos bosques que en el corazón de Argelia. He de pedir perdón, eso sí, por mis vaticinios hechos hace unos meses sobre lo que sería este verano. Auguré una ola de calor tremenda, pero no la PEOR en duración e intensidad como ha sido. Auguré que ardería algún macizo montañoso o alguna comarca entera, pero no dije que ardería el 100% de los bosques que quedaban en la provincia de Zamora, o que León u Orense protagonizarían el mayor caso de exterminio biológico jamás visto en la Historia de Europa. Disculpadme, porque en los vaticinios que hice me quedé cortísimo. Me temo que cuando hablo de que en diez años viviremos algún mes de enero a 40 grados a la sombra, también estoy quedándome corto. Con medio país con la roca madre completamente al descubierto, con media España hecha un auténtico solar calentándose bajo el sol, y lo que eran bosques frondosos ahora convertidos en CO2 atmosférico (la España que dirige Pedro Sánchez que tanto insulta en los mítines a la oposición a cuentas del cambio climático, ha sido, bajo su mandado, el epicentro mundial de emisiones de gases de efecto invernadero este verano), los 40 grados en enero pueden terminar cayendo mucho antes.
Esta criatura es la misma de siempre? el tontito de los 40 grados en enero?
Sí, es el mismo.