Desde algunos organismos, y en base al pronóstico de condiciones ambientales muy favorables, comienza a preverse una temporada de huracanes 2020 muy activa en el Atlántico Norte. Esto hace que, inevitablemente, nos acordemos de la célebre temporada de 2005. La más hiperactiva desde que se tienen registros, contabilizó un total de 28 ciclones tropicales, habiendo que hacer uso del alfabeto griego.
Además, dos de ellos interesaron a nuestro país. El archiconocido huracán Vince, formado en las cercanías de la isla de Madeira, y que llegó a las costas atlánticas andaluzas como depresión tropical. O la tormenta tropical Delta, que rozó Canarias con efectos devastadores, en su transición a potente ciclón post-tropical.
Las previsiones del ESSC de la Universidad Estatal de Pensilvania
Michael E. Mann, Climatólogo, Profesor y Director del Centro de Ciencias del Sistema Terrestre, Earth System Science Center, o ESSC, publicaba hace unas horas un tuit con sus previsiones.
Estas previsiones prevén la formación de un total de 20 +/- 4 ciclones tropicales nombrados, lo que corresponde a un rango de entre 15 y 24 tempestades tropicales, con una mejor estimación de en torno a 20. La previsión está realizada usando el modelo estadístico de Kozar et al. 2012 (ver detalles en su documento original).
Las razones por las cuales se espera tal actividad son:
- 1, la persistencia de las actuales anomalías positivas de temperatura de las aguas superficiales oceánicas, en la Región de Desarrollo Principal (RDP).
- 2, cambio de fase del ENSO en las aguas del Océano Pacífico, pasando a tener condiciones de La Niña en la última parte del verano y principios de otoño (coincidiendo, por tanto, con el pico climatológico de actividad ciclónico-tropical). 3, condiciones meteorológicas medias asociadas con el índice NAO durante ese mismo periodo.
Aguas más cálidas de lo normal en el Atlántico Tropical y Subtropical
Lo cierto es que hacía mucho tiempo que no se veían anomalías positivas tan generalizadas y tan pronunciadas en el Atlántico Norte, en toda su extensión. Destacan especialmente las anomalías de las aguas del Golfo de México, y en las del Atlántico Subtropical.
También en el Mar Cantábrico y Mar Mediterráneo.
De mantenerse esta tendencia durante la temporada de huracanes, que arranca el próximo 1 de junio, ya tendremos uno de los ingredientes necesarios para una temporada activa.
Cambio de fase del ENSO en el Pacífico: condiciones de La Niña
A mediados de marzo, los últimos datos que manejábamos, indicaban condiciones neutras de cara al próximo verano.
La actualización de esos datos, un mes largo después, indican que podríamos tener condiciones de La Niña durante el pico climatológico de actividad ciclónico-tropical en el Atlántico Norte, coincidiendo con el final del verano y comienzos del otoño.
Es, precisamente, lo que prevé la Oficina de Meteorología del Gobierno Australiano (BOM), que actualmente indica que el ENSO se encuentra en fase neutra.
Previsiones sobre la temporada de huracanes: tarea harto compleja
A pesar de que todos los datos son favorables, a priori, para tener una temporada de huracanes «entretenida» en el Atlántico Norte, bien es sabido que después hay infinitos otros factores que también participan.
No obstante, son un buen indicador de que este año tendremos que estar pendientes. Especialmente, desde que las aguas subtropicales presentan unas desviaciones positivas tan marcadas.
Dependiendo de la cantidad de humedad que haya en la atmósfera en los próximos meses, y de cómo se comporte la Meteorología sobre el continente africano de cara a futuras irrupciones de polvo sahariano, así podría comportarse la temporada.
Tampoco debemos perder de vista el comportamiento de las corrientes en chorro. En parte son las responsables de las trayectorias de los ciclones tropicales cuando suben de latitud… y pueden destruirlos, o llevarlos más o menos «enteros» hasta nuestro país.
Así mismo, también tendremos que estar pendientes de posibles transiciones tropicales y/o subtropicales de borrascas o depresiones que queden aisladas cerca de nuestro entorno.
Las previsiones también indican que estos procesos pueden tener más facilidades que otros años para poder producirse, si borrascas extratropicales quedan aisladas en latitudes relativamente bajas, y próximas a nosotros.
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