Boina de contaminación, o esmog, sobre Madrid. 10 enero 2015.

Un anticiclón de récord y su contribución a la boina de contaminación en Madrid. Los madrileños con problemas respiratorios no han comenzado bien el año. Así, el que viene siendo denominado anticiclonazo, además de dejar registros récord de presión, también ha contribuido a la formación de una densa nube de esmog.

Lo venimos siguiendo desde hace días, y finalmente los pronósticos se cumplieron; un inusualmente robusto anticiclón de las Azores, trasladado desde su posición habitual hacia la Península Ibérica, ha provocado que numerosos observatorios de la Agencia Estatal de Meteorología hayan registrado valores máximos históricos de presión atmosférica.

Hace dos años, un estudio anunciaba que los anticiclones subtropicales podrían hacerse más robustos como consecuencia del calentamiento global; un estudio que parecía premonitorio.

Valor máximo de la presión atmosférica reducida al nivel del mar (hPa), 9 enero 2015. Crédito: AEMET.

Esta figura es muy representativa, y en cuyo extremo de la derecha en la leyenda que se corresponde con valores de 1050 hPa, se observa que en el noroeste hay un área que registró los valores más elevados.

Barógrafo del observatorio del Aeropuerto de Ibiza, 9 enero 2015. Crédito: AEMET.

Pero sin duda, la figura superior fue la imagen del día el 9 de enero de 2015.

Un barógrafo del observatorio de AEMET en el Aeropuerto de Ibiza registraba presiones que terminaban saliéndose del gráfico, correspondiéndose con un valor récord de 1041.1 hPa.

Los anticiclones y el fenómeno de subsidencia.

Estas presiones atmosféricas históricas también han tenido una gran repercusión en otros aspectos: la contaminación y el nivel del mar.

Como ya publicamos en un artículo sobre anticiclones y contaminación con anterioridad, en estos se produce un fenómeno conocido como subsidencia.

Este fenómeno describe los movimientos verticales descendentes de las masas de aire que tienen lugar en el seno de los anticiclones, justo al contrario de lo que ocurre en las borrascas y sistemas de baja presión.

De este modo, la columna de aire que existe sobre nuestras cabezas pesa más, ejerciendo una presión mayor con efectos en nuestra salud (unos de los más comunes, dolores de cabeza y de oídos) y sobre el nivel del mar, que desciende de forma significativa (en algunos casos, hasta medio metro).

Pero sin duda el efecto más significativo se produce en las grandes ciudades, como es el caso de Madrid (ver fotografía de encabezamiento).

El fenómeno de la subsidencia hace que la contaminación quede atrapada en un estrato cercano a la superficie, de modo que los contaminantes emitidos por el tráfico, los hogares (calefacción) o la actividad industrial, dando lugar a la tradicional boina de contaminación o esmog.

Por último, y también digno de destacar, es el hecho de que la persistencia de esta situación también esté teniendo como consecuencia que algunos observatorios estén batiendo récords de días seguidos de niebla y de heladas, como es el caso de Granada (debido al fenómeno de la inversión térmica, que acumula el aire frío más denso y pesado en el fondo de los valles).


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