Una investigación apuesta por un Sahara más húmedo en un mundo más cálido

Un estudio de investigación apuesta por un Sahara más húmedo en un mundo más cálido.
El trabajo ha analizado las proyecciones climáticas para África utilizando 40 modelos del proyecto CMIP6 bajo diferentes escenarios de emisiones y han encontrado que el Sahara podría ver un incremento de hasta 75 % en la precipitación para finales de siglo en el escenario más extremo (SSP5–8.5) respecto al periodo de referencia.
Este resultado abre la posibilidad de que, en un mundo más cálido, el concepto de “Sahara húmedo” deje de ser mera metáfora para algunos territorios del desierto.
¿Por qué podría aumentar la lluvia en el desierto?
Los autores señalan que el aumento de la humedad atmosférica vinculado al calentamiento global juega un papel clave: el mayor contenido de vapor en el aire favorece la convección vertical y crea condiciones más propicias para lluvias en regiones que históricamente han sido muy áridas.
En el caso del Sahara, este mecanismo termodinámico —es decir, un aire más cálido capaz de retener más humedad— predomina sobre los cambios en la circulación atmosférica (dinámica) en gran parte del efecto proyectado.
Además, el estudio identifica que una parte de esa humedad adicional se transporta desde zonas oceánicas hacia el continente africano mediante vientos de bajo nivel que convergen sobre la región del Sahara, reforzando ese efecto de “Sahara húmedo”.

Matices y territorios dentro de un mismo desierto
Aunque el promedio muestra un fuerte aumento de precipitación para la región del Sahara, los investigadores advierten que no todas las zonas africanas experimentarán lo mismo.
Por ejemplo, partes del sur de África están proyectadas hacia un secado futuro, mostrando así la gran heterogeneidad del continente.
También se destaca que la mayor incertidumbre del modelo se encuentra en regiones como África occidental, mientras que la señal para el Sahara es más robusta: al menos el 70 % de los modelos coinciden en que habrá una tendencia al aumento de lluvias en la zona.
Este “Sahara húmedo” proyectado no significa que el desierto dejará de ser árido, pero sí plantea que podría devenir en un entorno algo más lluvioso o con episodios de precipitación más frecuentes o intensos, en comparación con su clima actual extremadamente seco.


Incertidumbres tras el pronóstico del “Sahara húmedo”
Una de las conclusiones más relevantes del estudio es que más del 85 % de la variabilidad en la predicción del cambio de precipitación proviene del propio diseño del modelo climático, es decir, de cómo cada modelo representa procesos finos como convección, nubes y transporte de humedad.
Esto significa que, aunque la señal de aumento existe, los detalles —cuánto exactamente lloverá, cuándo y dónde— siguen cargados de incertidumbre.
Por lo tanto, cuando hablamos de un “Sahara más húmedo”, debemos entender que se trata de una tendencia general prevista con cierto grado de confianza, pero con importantes matices geográficos, temporales y de intensidad.


Implicaciones para el futuro del desierto
La idea de un Sahara húmedo plantea reflexiones sobre el impacto en ecosistemas, suelo y comunidades humanas que viven en la periferia del gran desierto.
Un aumento de lluvia, aunque moderado en términos absolutos, podría modificar procesos de erosión, crecimiento vegetal o incluso ampliar zonas de vida humana o animal en el margen del desierto.
Sin embargo, este escenario también llevará consigo nuevos retos: lluvias más intensas en regiones áridas pueden generar problemas de escorrentía, inundaciones súbitas o cambios en la dinámica de polvo atmosférico.
En definitiva, el estudio sugiere un giro significativo en la comprensión del clima futuro del Sahara, y abre la puerta a la reflexión sobre cómo un desierto clásico podría transformarse, aunque de forma parcial, en un escenario algo más húmedo dentro de un planeta cada vez más caliente.



Quizá el sur del Sáhara se torne levemente más húmedo, y algunas regiones del Sahel disfruten de algo más de vegetación y con pozos disponsibles para obtener agua potable durante algunas semanas más al año. A cambio, Orense, León, Zamora, Cáceres, Valencia, Alicante, Ávila son YA un completo desierto, con el 95% de los bosques que hace unas décadas había en ellos sin un solo árbol, tras sucesivos incendios masivos, especialmente en el año 2.025 que en Orense o Zamora y León ha sido apocalítptico al nivel de un proceso de extinciones masivas (son decenas de especies animales y vegetales las que se han extinguido este verano en estas provincias). Y en los próximos años irán sumándose más provincias a este proceso de desaparición total de los bosques españoles y portugueses. El Sáhara no va a perder un solo centímetro cuadrado porque va extendiéndose al norte a pasos agigantados. 2.025 ha sido el año de su entrada triunfal en Zamora, León y Orense.