El agua precipitable es un factor fundamental para la distribución de las lluvias en la Tierra

El agua precipitable tiene un papel fundamental en la distribución de las lluvias en el Planeta. Con el aumento global de la temperatura que se está produciendo, la cantidad de humedad en la atmósfera debería de incrementarse, al existir más evaporación.

Pero esta relación ¿provocaría más lluvia? ¿Facilitaría una distribución más regular de las precipitaciones o bien influye en una mayor torrencialidadde las mismas? Lo vemos a continuación.

El agua precipitable

Para medir la cantidad de humedad en la atmósfera se utiliza el concepto de agua precipitable.

Se define como la cantidad de agua, expresada como altura o masa, que se obtendría si todo el vapor de agua contenido en una columna específica de la atmósfera, de sección transversal horizontal unitaria, se condensase y precipitase.

Al igual que ocurre con las cantidades de lluvia recogidas en los pluviómetros, el agua precipitable se suele medir milímetros.

Se podría decir que es la cantidad de agua líquida que nos caería si condensara todo el vapor de agua que tenemos sobre nuestras cabezas, desde la superficie de la Tierra hasta la parte superior de la atmósfera.

Más temperatura, más humedad

Si se sigue produciendo un aumento de la temperatura global del Planeta parece evidente que existirá una mayor tasa de evaporación. Es decir, la presencia de humedad en la atmósfera también aumentará en las próximas décadas.

Las investigaciones sobre la evolución del clima del Planeta en las próximas décadas indican que serán más extensas las zonas áridas y que las lluvias caerán de forma más concentrada, pese a haber más humedad en la atmósfera.

¿Por qué surge esa aparente contradicción? ¿Qué provoca que al haber más humedad llueva menos en términos generales?

El papel de la dinámica de la atmósfera

La física nos dice que una atmósfera más cálida puede contener más vapor de agua que una más fría, aproximadamente un 7% más por cada 1 de aumento de temperatura.

Sin embargo la meteorología, la dinámica de la atmósfera, desempeña su papel, y en un Planeta más cálido los investigadores vislumbran otras condiciones que impedirían que esa agua volviera a la tierra o los océanos en forma de lluvia.

O al menos que esta cayera de forma regular y constante.

Por ejemplo, la mayor presencia de aerosoles, fruto de la contaminación atmosférica, provoca que las gotas sean más pequeñas, que haya más nubes, pero que no consigan formar núcleos lo suficientemente grandes como para precipitar.

Ríos de humedad

En este nuevo orden climático, los investigadores también auguran más situaciones de lluvias intensas en zonas templadas.

Esto sería debido a que los ríos de humedad tropicales o subtropicales tenderán a abandonar esas latitudes para avanzar hacia el Sur o el Norte, intensificando los episodios de lluvia.

Pineaplle y Nortwest Express

En muchas ocasiones os hemos hablado de la importancia de los ríos de humedad subtropicales en ciertos episodios que han provocado lluvias torrenciales en España, al llegarnos aportes de humedad muy elevados a nuestra geografía.

Un hecho que no ocurre solo en nuestra geografía. El aire muy húmedo de los trópicos tiene otros nombres en distintas partes del Planeta: el Pineapple Express en los Estados Unidos o las Bandas de nubes NorthwestCloudbands del noroeste en Australia son buenos ejemplos.

Este tipo de excursiones tropicales ocurren naturalmente, pero hasta ahora lo hacían con poca frecuencia.

Sin embargo, a medida que el Planeta se calienta, regiones como el sur de Australia y el norte de California están experimentando más eventos de lluvia tropical, incluso a medida que disminuye la precipitación promedio.

Más vapor de agua en la superficie

Los últimos trabajos de investigación han comprobado que la mayor cantidad de vapor de agua está generalmente cerca de la superficie de la Tierra y disminuye con la altura.

Los valores de agua precipitable más altos significan que hay más agua disponible para la lluvia potencial por lo que ante condiciones meteorológicas favorables, el agua altamente precipitable se traduce en lluvias más intensas.

Pero esto no siempre es así, y los estudios sugieren que esos ríos de humedad a veces no consiguen transformarse en más lluvia por culpa de contaminantes atmosféricos, tanto artificiales como naturales (el caso de polvo del desierto, por ejemplo).