La sequía que padecen muchas regiones de España en estos momentos no es un caso aislado en el clima mediterráneo. Sudáfrica, quién comparte unas condiciones climatológicas muy similares con nuestro país, arrastra una larga ausencia de precipitaciones y concretamente, en Ciudad del Cabo, sus 3,7 millones de habitantes están a punto de quedarse sin agua.

La situación es tan alarmante que las reservas solo llegan hasta abril y a partir de entonces el suministro de la red municipal se cortará, de forma que los habitantes de esta importante ciudad sudafricana tendrán que abastecerse a través de uno de los 200 puntos de servicio públicos que quedará operativos. Si no cambian las circunstancias, ese día cero será el próximo 12 de abril de 2018.

Embalses bajo mínimos

En Sudáfrica la temporada de lluvias normalmente se extiende desde mayo hasta septiembre, por lo que aún están a tres meses de poder empezar a acumular nuevamente  agua en sus reservas…. si es que la sequía no se prolonga más tiempo.

De momento, los seis principales embalses de Ciudad del Cabo solo cuentan con un 26 % de su capacidad total (898 hm3). El de mayor volumen, el embalse de Theewaterskloof, que abastece de agua aproximadamente a la mitad de la ciudad está solo al 13 % de su capacidad.

People queue to collect water from a spring in the Newlands suburb as fears over the city’s water crisis grow in Cape Town, South Africa, January 25, 2018. Picture taken January 25, 2018. REUTERS/Mike Hutchings – RC1B43915CB0

A pocos puntos del mínimo de explotación

Pero en términos prácticos la cantidad de agua disponible es menor, puesto que si el volumen almacenado desciende del 10 %, la capacidad de aprovechamiento es muy baja por los lodos existentes en el fondo de los embalses.

Por ello, dependiendo del consumo diario y de la posibilidad de que llueva en algún momento, el Día Cero se ha fijado cuando el agua almacenada de todo el sistema baje al 13,5 %.

En ese momento, el agua que queda se destinará a los hospitales y a ciertos edificios públicos considerados esenciales mientras que la mayoría de las personas en la ciudad se quedarán sin agua del grifo para beber, bañarse u otros usos.

Las reservas cayeron en solo tres años

La animación que encabeza esta noticia, realizada por la NASA, muestra cómo han caído las reservas drásticamente en el Theewaterskloof entre enero de 2014 y enero de 2018. La extensión del depósito se muestra en color azul; las áreas circundantes no acuáticas se marcan en un tono gris para que sea más fácil distinguir cómo ha cambiado el embalse.

Theewaterskloof estaba casi lleno en 2014. Durante el año anterior, la estación meteorológica en el aeropuerto de Ciudad del Cabo registró 682 milímetros cuando la media es de 515 mm. Sin embargo, las lluvias flaquearon en 2015, con solo 325 mm, en 2016 con tan solo 221 mm pero en 2017 se tocó fondo registrándose unos paupérrimos 157 mm de lluvia.

Una sequía muy severa

Este trío de imágenes muestra cómo los tres años consecutivos de sequía afectaron el sistema de agua de Ciudad del Cabo. Voëlvlei, el segundo emblase más grande, se ha reducido al 18 por ciento de la capacidad. Algunos de los embalses más pequeños como el río Berg y Wemmershoek todavía están relativamente llenos, pero almacenan solo una pequeña fracción del agua de la ciudad. Uno de los embalses más grandes en el área, Brandvlei, no suministra agua a Ciudad del Cabo; su agua es utilizada por los agricultores para el riego.

Aunque los embalses se recuperan cada invierno a medida que llegan las lluvias, la tendencia en casi todos ellos ha sido descendente en los últimos años. La única excepción es Upper Steenbras, que posee alrededor del 4 por ciento del agua de la ciudad y se ha mantenido lleno porque también se usa para generar electricidad durante la demanda máxima.

Un período de retorno de 1000 años

Los especialistas del clima de la ciudad han analizado los registros de precipitaciones que datan de 1923 para tener una idea de la gravedad de la sequía actual en comparación con las normas históricas. Su conclusión es que años consecutivos de lluvias tan débiles (como 2014-17) generalmente ocurren aproximadamente una vez cada 1.000 años.