Imagen infrarroja y análisis isobárico de superficie (IFS / ECMWF), 27 de diciembre de 2016, 12 UTC. Crédito: eumetrain.

Imagen infrarroja y análisis isobárico de superficie (IFS / ECMWF), 27 de diciembre de 2016, 12 UTC. Crédito: eumetrain.

Este año 2016 promete despedirse con condiciones anticiclónicas en nuestro país, pero particularmente en Francia, en donde se está asentando el centro de un anticiclón particularmente potente. Si el análisis del modelo europeo IFS le daba un valor de 1044 hPa, la previsión es que pueda subir hasta los 1046, pudiendo registrarse valores de récord en algunos observatorios meteorológicos franceses.

¡Todo un señor anticiclonazo! ¿Os acordáis de este término, que empezó a sonar en enero del año pasado? En aquella ocasión nos afectó de lleno, y provocó que algunos observatorios de la red de la Agencia Estatal de Meteorología, AEMET, registrara valores de récord en superficie.

Anticiclón de récord en Francia.

El Observatorio Francés de Tornados y Tormentas Severas, más conocido por Keraunos, recoge tal circunstancia en su blog.

Así, en particular procesado del modelo meteorológico mesoescalar WRF, encuentran que la presión podría alcanzar los 1047 hPa en su centro, en el noreste del país, en las próximas horas. Esta circunstancia propiciaría el registro de nuevos récords de presión en superficie en varios observatorios de la zona.

Reflejo de las altas presiones en superficie y al nivel de 500 hPa. Previsión del GFS para las 00 UTC del 28 de diciembre de 2016.

Reflejo de las altas presiones en superficie y al nivel de 500 hPa. Previsión del GFS para las 00 UTC del 28 de diciembre de 2016.

Si comparamos con el escenario planteado por el modelo GFS del NCEP, hay grandes similitudes, con claras anomalías, especialmente en las normalizadas a nivel de superficie, siendo más importantes en altura (500 hPa).

Inversiones térmicas, contaminación y otros efectos del anticiclón.

Con estas condiciones de anticiclón, se propicia la formación de la inversión térmica. Un fenómeno que se explica de forma muy sencilla partiendo de la base de que el aire frío, al ser más denso, pesa más y busca las zonas más bajas, acumulándose en el fondo de los valles y formaciones análogas.

De esta manera, hace más frío en el fondo de los valles, que en zonas próximas más elevadas. Y es que estos anticiclones se acompañan en niveles medios (por ejemplo, 850 hPa que se toma como referencia en la caracterización de advecciones térmicas) de aire relativamente cálido, comúnmente por encima de +10ºC.

Si el anticiclón se hace persistente, pueden llegar a formarse auténticas balsas de aire frío, con temperaturas día a día más bajas, debido a la inexistencia de viento (movimiento de las masas de aire) que consigan ventilar los valles. Con los cielos tan limpios, la pérdida de calor del suelo por irradiación se hace máxima.

También contribuyen en la formación de nieblas densas, persistentes, y con bajas temperaturas que, en caso de ser próximas a los 0ºC, participan en la formación de cencellada, dejando blancos los paisajes como si hubiese nevado. Incluso si la niebla es muy densa, pueden producirse débiles precipitaciones en forma de nieve con copos muy pequeños.

No menos conocido (al contrario) el efecto tapadera y la acumulación de contaminación en las grandes ciudades, como Madrid. Debido al fenómeno de subsidencia que se da en los anticiclones, el aire se mueve hacia abajo, impidiendo la evacuación de los contaminantes, y acumulándose en las capas más bajas próximas al suelo.

anticiclon2

Y, para terminar, las temperaturas cálidas que se registran en algunas zonas, especialmente las que se alejan de estas «pozas frías» en el fondo de los valles.

Sin ir más lejos, ayer se batió el récord de temperatura máxima para un mes de diciembre en Cuenca, con 21,4ºC, superando en dos décimas al récord anterior, registrado el año pasado curiosamente. Su serie climática comienza en el año 1955… lo cual añade significancia al registro.