Repasamos los efectos del gran huracán Ian a su paso por Florida

gran huracan ian

El 28 de septiembre de 2022, a las 15:05 EDT (19:05 UTC), el gran huracán Ian tocaba tierra en Florida, cerca de Cayo Costa.

Lo hacía al límite de la categoría 4 en la escala de Saffir Simpson, con vientos máximos sostenidos de 150 mph (241 km/h). En esos momentos, los datos de un avión cazahuracanes de la NOAA, registraba presiones mínimas centrales del orden de 940 hPa.

Los efectos del impacto fueron catastróficos, tal como se esperaba. Ian realizó la penetración en tierra tras reintensificarse con rapidez, después de atravesar un ciclo de reemplazamiento del ojo, que lo debilitó temporalmente. Como veremos, Ian realizó un proceso de Rápida Intensificación justo antes de tocar tierra en Florida.

Los vientos huracanados y, en especial, la marejada ciclónica que alcanzó varios metros de altura, fueron los fenómenos meteorológicos adversos más dañinos asociados al huracán. Dejaron arrasadas amplísimas áreas costeras, a lo largo de muchos kilómetros tierra adentro.

Una catástrofe anunciada

La devastación que ha dejado Ian a su paso por Florida, se veía venir. Todos los modelos meteorológicos apostaban por convertir a este huracán en un coloso muy peligroso. Las condiciones ambientales previstas, y el hecho de que el Mar Caribe y el Golfo de México se encontraran repletas de Contenido de Calor Oceánico (Ocean Heat Content), aseguraban los malos pronósticos.

El Contenido de Calor Oceánico es un parámetro complejo. Es un término para la energía absorbida por el océano, que se almacena como energía interna o entalpía. Se trata de una medida de densidad, y suele calcularse para un espesor concreto del océano. De tal manera, se expresa como el producto de la densidad, la capacidad calorífica específica y la integral de volumen de la temperatura sobre la región tridimensional del océano en cuestión.

Pero, en definitiva, y simplificando al máximo, es una expresión de la cantidad de energía almacenada por el océano en forma de calor. Una energía que, bajo condiciones adecuadas, puede ser utilizada por un ciclón tropical como combustible para intensificarse.

Y, en este caso, todas las aguas sobre las que se movió Ian, presentaban valores extremadamente altos. Algunas fuentes consultadas indican que se encontraban en valores próximos a ser récord desde que se tienen registros.

Ciclo de Reemplazamiento del Ojo empeoró los pronósticos

Ian atravesó el oeste de Cuba sin que ello repercutiera ni lo más mínimo en su estructura interna. Es más, en cuanto Ian dejó la isla, aclaró su ojo y se intensificó rápidamente.

Poco después, el huracán Ian comenzó a realizar un ciclo de reemplazamiento del ojo, que no anunciaba nada nuevo.

Estos procesos, que no se sabe muy bien cómo se inician o qué los provoca, se caracteriza primero por la formación de dos anillos convectivos concéntricos en el ojo del ciclón (ver tuits arriba).

El proceso de reemplazamiento implica que el anillo más interior se va debilitando, en beneficio del exterior, que es el que se hace predominante, y toma el relevo del anterior. Esto, por norma general, implica dos cambios importantes en el ciclón:

  • El ojo resultante tras completarse el proceso, es significativamente más grande.
  • El radio de vientos máximos se amplía.
  • La intensidad del ciclón se mantiene y, a veces, se debilita hasta que el proceso se completa.

Proceso de Intensificación Rápida justo antes del impacto en Florida

El problema con Ian es que consiguió completar el ciclo de reemplazamiento del ojo con rapidez, lo que permitió al ciclón coger carrerilla de nuevo.

De hecho, en las horas previas al impacto, el gran huracán Ian realizó toda una exhibición convectiva en su pared del ojo, incluso mostrando una intensísima actividad de relámpagos.

Esto no hacía sino confirmar los peores presagios. Y sucesivos vuelos del avión cazahuracanes de la NOAA dieron fe de lo que estaba ocurriendo en el interior de Ian.

Finalmente, impactó en tierra al límite de la categoría 4, a punto de ser un categoría 5.

Ian se convertía en uno de los huracanes más poderosos en tocar tierra en Florida desde que se tienen registros.

Conexiones con el cambio climático

Y aquí es donde llega el punto más controvertido del tema… Porque como suele ocurrir con este tipo de fenómenos tan violentos, en seguida aparece el movimiento catastrofista del cambio climático para echarle la culpa del huracán.

Conscientes de cuánto vende el cambio climático en el contexto actual, hay medios serviles que se rinden a la evidencia de forma evidente, en todo el mundo.

Este es el caso del New York Times, que sin ningún pudor, establece un vínculo directo entre la formación/devastación de Ian, y el cambio climático. El experto Ryan Maue, conocido por su búsqueda de la verdad en esta parcela de la controversia entre ciclones tropicales y cambio climático, lo pone de manifiesto.

Se pregunta por qué desde este medio solo se cogen datos a partir de 1980, cuando la serie de registros de huracanes de los USA parte del año 1850 nada menos.

No hay ninguna razón estadística o física para producir un gráfico o un análisis de datos de huracanes en el Atlántico a partir de 1970 o 1980. Tenemos registros de datos que se remontan al siglo XIX, con una confiabilidad razonable que se remonta a 1945, especialmente con llegadas a tierra.

Y si se escoge un periodo de tiempo más amplio, aparecen las sorpresas y las realidades…

No hay pruebas sólidas de tendencias crecientes a escala de siglo en: huracanes que tocan tierra en EE. UU., frecuencia de huracanes o huracanes importantes (categoría 3 o superior), o la proporción de huracanes que alcanzan una intensidad de huracán importante.

En realidad, lo que queremos expresar o, mejor dicho, lo que quiere expresar el que escribe, es que hay que alejarse de los alarmismos.

Hay evidencias de que la expansión de las aguas tropicales en el Atlántico Norte están teniendo consecuencias en las temporadas de huracanes. Por ejemplo, con el aumento en el número de ciclones tropicales de corta vida y efectos limitados.

Incluso en que se están produciendo algunos cambios en el comportamiento de los ciclones. Por ejemplo, haciéndose más lentos en ocasiones, o potencialmente más eficientes a la hora de producir precipitaciones. Incluso parece apreciarse un aumento en la frecuencia en que ocurren procesos de rápida intensificación.

Pero, en términos estadísticos, hay algunas limitaciones impuestas por la propia evolución de la tecnología. Por ejemplo, la brutal evolución de los satélites meteorológicos, que ahora permiten identificar cualquier ciclón que se forme, sea donde sea. Antes de 1966 aproximadamente, muchos ciclones que ahora se identifican fácilmente, podían pasar desapercibidos por no existir tecnología ni nadie que percibiera su formación.

Podemos ahondar mucho más en el tema:

Y, de este excelente hilo, podemos quedarnos con los dos tuits siguientes:

¿Honestamente? El vínculo entre el cambio climático y los huracanes es complicado El huracán Ian muestra algunos síntomas del calentamiento global. Pero decir algo más allá de eso es una locura. Por Robinson Meyer