La práctica de adjudicar nombres a huracanes, borrascas invernales y borrascas en general, caos informativo.

La Organización Meteorológica Mundial, OMM, debe normalizar la práctica de poner nombres a las borrascas; entre ciclogénesis explosivas, Petras, Estefanías, Bertas… y, lamentablemente, aquellos que se dedican a propagar bulos en las redes sociales, el caos informativo llega a ser monumental.

De hecho, cuando se produce un episodio de meteorología adversa tal como el que está afectando a España desde el día de ayer, la población en general ya no sabe si se está acercando un ciclón tropical, un tsunami, un tornado, o una borrasca, y se produce el caos.

Especialmente debido a la existencia de individuos que se divierten propagando bulos y fakes por las redes sociales, de fenómenos ocurridos en otras partes del mundo, o en una zona a la que se refieren, pero en fechas pasadas, creando falsas alarmas que se extienden rápidamente por estas redes.

Esta práctica es muy dañina, porque desvirtúa la ardua tarea de comunicar e informar que realizan los servicios de Protección Civil y Emergencias, además de Meteorólogos y Comunicadores de la Meteorología que saben de lo que hablan, y elaboran información de calidad para su uso por la sociedad en la prevención de los efectos infligidos por los Fenómenos Meteorológicos Adversos.

El caos informativo que se produce, además, cada vez que tenemos un temporal de intensidad, también se suma a esta circunstancia para que la sociedad no valore de forma correcta a qué fenómeno se enfrenta.

Es por ello que, desde hace meses, se demanda por parte de Meteorólogos, Comunicadores de la Meteorología, y Aficionados, que la Organización Meteorológica Mundial OMM debe pronunciarse y debe tomar cartas en el asunto.

Nombres para la temporada de huracanes de este 2014 en el Atlántico Norte.

La figura superior muestra los nombres que se emplearán para nombrar los ciclones tropicales que se formarán este 2014 durante la temporada de huracanes en el Atlántico Norte.

¿Cuándo se decidió poner nombres a los ciclones tropicales?

Esta práctica comenzó hace décadas, desde comienzos del siglo XX, y se comenzó de forma arbitraria por los organismos oficiales de Meteorología bajo cuya jurisdicción se encontrasen las cuencas oceánicas donde se formaban los ciclones tropicales.

Por ejemplo, en el caso del Atlántico Norte, fue el Centro Nacional de Huracanes el que comenzó con la práctica desde 1953 y, desde 1979, se introdujeron nombres masculinos, el orden alfabético, así como la rotación de las listas cada 6 años. Desde hace tiempo, estas listas de nombres son mantenidas y gestionadas por un Comité Internacional de la Organización Meteorológica Mundial.

Cuando algún huracán o tormenta tropical produce daños extremadamente significativos, este comité decide su retirada, y asigna un nuevo nombre en su lugar, respetando el orden alfabético.

Pincha aquí, para saber más sobre este procedimiento.

¿Por qué poner nombres a los ciclones tropicales?

Este punto es muy importante: se decidió poner nombres a los ciclones tropicales para facilitar su seguimiento y distinción de otras tormentas, así como para facilitar la emisión de noticias en medios de comunicación.

Nombres asignados a borrascas invernales en Estados Unidos por The Weather Channel.

Desde hace varios años, en Estados Unidos, el medio de comunicación The Weather Channel, elabora listas de nombres para asignar a las borrascas invernales en este país, y la idea ha tenido una enorme repercusión.

Nombres asignados a borrascas y anticiclones en Europa, por el Departamento de Meteorología de la Universidad de Berlín.

Mientras tanto, en Europa, el Departamento de Meteorología de la Universidad de Berlín, inició hace varios años un curioso proyecto denominado «Adopte un vórtice» en inglés, Adopt a Vortex, por el cual, tras el pago de una módica cantidad de dinero, cualquiera puede asignar un nombre de la lista a un anticiclón o a una borrasca.

Esta idea o proyecto, y no queremos dar pistas, puede llegar a ser tremendamente peligrosa en términos publicitarios.

Y precisamente de aquí es de donde salen los nombres que tanto están repiqueteando en nuestros oídos últimamente, junto con la del concepto de ciclogénesis explosiva, usado del mismo modo que en la fábula «¡que viene el lobo!«

Es necesario volver a descatar que la idea de poner nombres a las borrascas puede ser una idea fabulosa, precisamente por la misma razón por la que se asignan nombres a los ciclones tropicales: facilitar el seguimiento y la identificación de una borrasca en concreto, por cualquier razón, ya sea por su especial intensidad, o cualquier otra.

Pero esta práctica debe ser regulada y normalizada, para que el procedimiento sea siempre el mismo en todo el Hemisferio Norte (al menos) y evitar el caos informativo.

Por ejemplo, el Servicio Meteorológico Nacional de México, en de vez usar nombres, usa números (numera) para los frentes fríos, en orden de facilitar seguimiento de los mismos.

Por esta razón, y esperamos que con una repercusión positiva, la Organización Meteorológica Mundial tome cartas en el asunto, a pesar de que es muy probable que esto tarde mucho tiempo en suceder, al entrar en escena temas políticos para llegar a acuerdos en tal regulación.

Y es que, ya se sabe… «las cosas de Palacio, van despacio…» y si ya iban despacio antes, ahora en este contexto de crisis, aún lo irán más…


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