La peor tempestad invernal del año en Islandia azotó al país antes de ayer, 10 de diciembre de 2019. Todavía ayer continuaba trayendo condiciones extremadamente ventosas en partes de la isla, así como condiciones peligrosas de tormenta de nieve en su región del noroeste.

El sistema se ha ido debilitando a medida que ha avanzado hacia el este, pero aún provocando vientos fuertes de hasta 65 mph hasta hoy jueves por la mañana. Las autoridades locales aconsejaban a todos los residentes y visitantes que evitaran viajar hasta el miércoles por la noche. Casi todas las vías y carreteras de montaña en todo el país han permanecido cerradas.

Profunda borrasca invernal.

Esta imagen fue capturada por el instrumento VIIRS del satélite NOAA-20, que escanea toda la Tierra dos veces al día a una resolución de 750 metros. Múltiples canales visibles e infrarrojos le permiten detectar aerosoles atmosféricos, como polvo, humo y neblina asociados con la contaminación industrial y los incendios. El satélite de órbita polar da vueltas alrededor del mundo 14 veces al día y captura una vista completa de nuestro planeta durante el día una vez cada 24 horas.

La tempestad fue tan intensa anteayer que se activó un aviso meteorológico rojo en el noroeste de Islandia. La primera vez que esto sucede desde que se implementó el sistema hace varios años. Ayer, las advertencias naranjas estaban vigentes por la noche en la mayor parte del país. En el sureste de Islandia, se produjeron ráfagas de viento particularmente peligrosas cerca de las montañas y los glaciares Mýrdalsjökull y Vatnajökull, así como en las tierras altas centrales.

A pesar de tratarse de una borrasca muy profunda, de 950 hPa como presión mínima en su centro, no se trata de un fenómeno excepcional.

De hecho, en el pasado se han formado borrascas mucho más profundas en la cuenca del Atlántico Norte.

Análisis de superficie sobre el Atlántico Norte previsto para Nochebuena.

Por ejemplo, podemos viajar hasta diciembre de 2013, para encontrar un caso de borrasca de 930 hPa. Incluso así, las ha habido más profundas aún.

Pero, si no ha sido excepcionalmente profunda, ¿por qué ha provocado semejante temporal en Islandia?

La respuesta está en el gradiente de presión o gradiente barométrico.

Entre el Anticiclón de las Azores y la profunda borrasca invernal podemos observar un entramado de líneas isobaras extremadamente juntas entre sí.

Esa cercanía entre las isobaras representa un gradiente barométrico muy significativo. Y, a la postre, que en todo ese sector los vientos son extremadamente intensos, como así fue.

En términos numéricos, la diferencia de presión entre A y B en esos momentos, era de nada menos que ¡¡94 hPa!!. Pero si la diferencia de presión determina el gradiente barométrico, también lo hace la distancia entre los sistemas de presión.

Tan solo imaginad qué hubiera ocurrido si la distancia entre A y B hubiera sido menor. Evidentemente, el gradiente hubiera sido mayor, y los vientos, más intensos todavía.

Vientos equivalentes a los generados por un huracán de categoría 2 o 3.

Una ráfaga de viento de 256 km/h fue registrada por una estación meteorológica al suroeste de Islandia. Exactamente en Skálafel, a 771 m. de altitud. Tras 4 horas, la velocidad media del viento es comparable a los vientos sostenidos generados por un huracán de categoría 2 o 3 en la escala de Saffir Simpson.

A punto han estado de caer varios récords de velocidad máxima del viento, tanto en valor medio como absoluto. Por ejemplo, se registró una velocidad diezminutal media de 209 km/h, que se quedaron a 16 km/h del récord nacional absoluto. Al nivel de ráfagas, los 256 km/h mencionados anteriormente se quedaron a 10 km/h del récord absoluto nacional del 16 de enero de 1995.

Tormentas de nieve.

Los vídeos a los que hemos tenido acceso vía red social Twitter, son realmente impactantes.

¿Temporales invernales récord, prueba de que no hay cambio climático?

No. Las tormentas de nieve requieren dos cosas: humedad y temperaturas del aire por debajo del punto de congelación. Hay muchos lugares donde las temperaturas invernales tendrían que aumentar en 10, 20 o incluso 30 grados Fahrenheit antes de que dejara de nevar.

Hasta entonces, los temporales de nieve seguirán siendo bastante posibles, y los patrones climáticos naturales y la variabilidad aleatoria, todavía conducirán a inviernos inusualmente fríos y con nieve en diferentes lugares.

A primeros de año escribimos una entrada al respecto, que te recomendamos leer.