El Sahara extiende sus brazos hasta América con relativa frecuencia. A mitad de junio una enorme advección de polvo del desierto llegó hasta el Atlántico Tropical tiñendo de naranja los cielos del otro lado del océano.

Las imágenes satelitales captadas por la NASA y los sensores de la presencia de polvo en la atmósfera, captaron con precisión esta ola de polvo sahariano. Como os hemos comentado en otras ocasiones estas incursiones de polvo del desierto son fundamentales para el bioclima de los trópicos y el Amazonas.

Arrancó el 18 de junio

Este excepcional episodio comenzó el pasado 18 de junio cuando densas nubes de polvo sahariano empezaron a desplazarse sobre Mauritania, Senegal, Gambia y GuineaBissau antes de dar el salto al Océano Atlántico.

Durante los siguientes diez días, los cielos de África occidental y del Atlántico tropical se vieron cubiertos de un velo ocre conforme los vientos alisios empujaron en distintos pulsos las nubes de polvo hacia oeste.

Una advección extraordinaria

Según un análisis preliminar de la NASA, la advección de junio de 2018 fue una de las más intensas en los últimos 15 años.

En el mapa adjunto vemos las nubes de polvo cruzando el Atlántico el 28 de junio de 2018 representado por el Modelo del Sistema de Observación de la Tierra Goddard, Versión 5 (GEOS-5).

La simulación de GEOS-5 muestra penachos de polvo de lugares tan lejanos como Irak y Arabia Saudita atravesando el norte de África a mediados de junio mientras que gran parte del polvo que cruzó el Océano Atlántico parecía provenir de la depresión de Bodele, un lecho de un lago seco en el noreste de Chad.

Analizando el polvo en suspensión

La NASA cuenta con varios instrumentos para observar la evolución del polvo en suspensión en la atmósfera planetaria pero además cuenta con el  GEOS-5: un modelo atmosférico global que usa ecuaciones matemáticas para representar procesos físicos.

Las mediciones de las propiedades físicas, como la temperatura, la humedad y las velocidades e indicaciones del viento, se combinan rutinariamente en el modelo para mantener la simulación lo más cerca posible de la realidad observada. Los millones de cálculos involucrados en un modelo tan detallado requieren miles de procesadores de computadora.

Un trasiego continuo

Como os indicábamos en el arranque de la noticia, el ecosistema Centroamérica y Sudamérica depende en cierta medida de las advecciones de polvo sahariano que llegan desde África, aportando nutrientes e incluso bacterias al continente americano.

Periódicamente, cientos de millones de toneladas de polvo despegan desde los desiertos de África y se traslada a través del Océano Atlántico hacia América cada año.

Un polvo que ayuda a construir playas en el Caribe y fertiliza los suelos del Amazonas, afectando la calidad del aire en América del Norte y del Sur que además tiene un papel importante en la inhibición o activación de los huracanes o en la disminución de los arrecifes de coral también.

Referencia: https://earthobservatory.nasa.gov/images/92358/here-comes-the-saharan-dust