Imagen en modo infrarrojo, 29.11.10, 00 UTC.

Borrasca al oeste de Canarias. Imagen en modo infrarrojo, 29.11.10, 00 UTC. Crédito: Dundee Satellite Receiving Station.

 

06.12.10. Un participante del foro de debate de esta web, abría hace dos jornadas, un interesante hilo en el que se nos preguntaba si estas borrascas que afectan a las islas son de un tipo distinto, por los daños que casi siempre producen cuando llegan. ¿Hay algo de cierto en esta información? Las borrascas que afectan a las islas, ¿son de un tipo distinto a las que se forman en latitudes más altas?

No sabemos si la idea de este forero surgió antes o después de la aparición, en un medio de prensa digital local, de un interesante artículo en que se habla de esto mismo, pero con meteorólogos pertenecientes a la Delegación Territorial de la Agencia Estatal de Meteorología, en las islas Canarias. En todo caso, pregunta y artículo perfectamente coordinados. Más adelante, volveremos a hacer mención de éste.

Para dar respuesta a las preguntas que planteábamos en el párrafo de apertura del presente documento, primero es necesario conocer el modelo conceptual de una borrasca de latitudes medias, y también el de ciclón tropical, ya que se tiende a pensar que los sistemas que afectan a las islas son tropicales en esencia (y no es cierto). Tenemos dos posibilidades muy parecidas, y que seguro que muy bien aprendidas por todos los aficionados a la Meteorología de este país: el modelo noruego, y el modelo de Shapiro – Keiser. Se presentan a continuación:

Modelos conceptuales de borrasca: Noruego y de Shapiro - Keiser.

Modelos conceptuales de borrasca de latitudes medias: Noruego y de Shapiro – Keiser. Fuente: Determining Midlatitude Cyclone Structure and Evolution from the Upper-Level Flow, David M. Schultz & Heini Wernli.

Todos hemos visto aplicado este modelo en los mapas del tiempo en televisión, prensa, etc., y son el modelo al que se ajustan casi todas las borrascas que conocemos. En ellas, predomina el gradiente horizontal de temperatura, que es el que surge precisamente de la formación de los sistemas de frentes (frente frío, cálido y ocluído), sobre el vertical.

Sin embargo, el modelo conceptual de un ciclón tropical, en este caso, un huracán, es completamente distinto:

Modelo conceptual de un huracán.

Modelo conceptual de un huracán. Crédito: National Weather Service – NOAA.

Un ciclón tropical se caracteriza, precisamente, por carecer de sistema de frentes, y esto es porque en los ciclones tropicales, lo que predomina es el gradiente vertical de temperatura. Precisamente, en este tipo de sistemas de baja presión se caracterizan por la verticalidad, todo lo contrario que las borrascas de latitudes medias, que nacen y se fortalecen gracias a la falta de verticalidad del sistema.

Pero, ¿qué les ocurre a las borrascas de latitudes medias cuando bajan de latitud, y se encuentran con aguas cálidas? Estamos hablando de borrascas comunes, que bajan a aguas subtropicales del Atlántico, y después se desplazan hacia Canarias. Pues, como bien se explica en el artículo que destacábamos al principio, estas borrascas se cargan de aire cálido y húmedo, y además, suelen cambiar ligeramente su estructura y morfología, de modo que aparecen gradientes verticales y horizontales de temperatura, en distintos balances según el caso. Esto podríamos llamarlo como un proceso de leve «tropicalización» de lo que, en origen, sería una borrasca frontal de latitudes medias. No es demasiado correcto definirlo así, pero puede servir para que se entienda con facilidad.

Este tipo de borrascas, que a nosotros nos gusta llamar en cierto modo, ‘híbridas’, tienen la capacidad de generar fuertes temporales de viento, potentes sistemas de tormentas, y enormes acumulaciones de lluvia, aunque no siempre las borrascas sufren esta especie de ‘transformación’. Tampoco siempre los temporales de viento en Canarias son motivados por fenómenos de este tipo, ni todas las borrascas  que afectan a Canarias sufren este fenómeno.

Pero no deben de ser confundidas, en ningún caso, con un ciclón tropical, aunque ya existen precedentes, como casi lo fueron los restos de la tormenta tropical DELTA (que alcanzó, en 2005, a las islas después de haberse extratropicalizado), o el mismo mes de febrero de este año, con un sistema de baja presión que se tropicalizó a nuestro parecer, aunque esto no ha sido confirmado de forma oficial. O bajas subsaharianas que son netamente tropicales.

La ocurrencia de fenómenos como ese sistema de baja presión en febrero pone de manifiesto el hecho de que el valor de umbral de temperatura de la superficie oceánica de 26ºC para que se forme un ciclón tropical, es muy relativo y no condición imprescindible para que nazca.