La investigación analiza la incidencia del tráfico aéreo en el calentamiento provocado por la actividad del hombre
El tráfico aéreo contribuye al aumento de un 3,5% del calentamiento global generado por la actividad humana.
Así lo indica un estudio de investigación realizado por la Universidad Metropolitana de Manchester y el Centro Aeroespacial Alemán (DLR).
Recordemos que con la crisis del coronavirus COVID-19 el tráfico aéreo disminuyó un 90 % la pasada primavera. Ello, unido a la paralización casi total de la actividad humana en muchos países contribuyó a una mejoría de las condiciones ambientales de manera transitoria.
Reparto de las emisiones por el tráfico aéreo
En el trabajo de investigación también se informa de que un tercio del impacto climático de la aviación se debe a las emisiones de dióxido de carbono y dos tercios a efectos distintos del dióxido de carbono, siendo las estelas de condensación y los cirros resultantes el factor más importante.
Un estudio muy detallado
El estudio supone la investigación más completa que se conoce sobre cómo contaminan los aviones nuestra atmósfera.
En el documento se analizan todos los factores en los que esta industria contribuye al calentamiento global.
Se detalla el impacto de las emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, así como el efecto de las estelas de condensación
Diferentes factores
También recoge la contribución de otras emisiones relevantes para el clima, como vapor de agua, hollín, aerosoles y partículas de aerosoles de sulfato que se encuentran en las columnas de escape de los motores de los aviones.
En el trabajo se indica que, puesto que las estelas reflejan la radiación solar hacia el espacio, provocan un efecto de enfriamiento.
Pero en cambio, reducen la propia radiación de calor de la Tierra, calentando las capas bajas de la atmósfera, de manera que, en promedio, se genera un calentamiento.
Por su parte, las emisiones de dióxido de carbono representan la segunda mayor contribución al impacto climático del transporte aéreo, aunque al contrario que las estelas de condensación, su efecto sobre el clima dura muchos siglos, durante los cuales el gas se distribuye en gran medida de manera uniforme a largo plazo.
Datos sorprendentes del tráfico aéreo en la atmósfera
En otro orden de cosas el documento recoge que el transporte aéreo mundial ha emitido 32.600 millones de toneladas de dióxido de carbono a lo largo de toda la historia de la industria, desde 1940.
De todo ese volumen, la mitad se generó solo en los últimos 20 años, porcentaje alimentado fundamentalmente desde Asia.
Dicho volumen representa alrededor del 1,5 % del total de emisiones antropogénicas de dióxido de carbono. Si se incluyen los efectos distintos del dióxido de carbono, la contribución se incrementaría hasta ese 3,5%.
Productos de la combustión, similar al tráfico rodado o marítimo
Los motores de los aviones emiten vapor de agua, dióxido de carbono (CO2), pequeñas cantidades de óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos, monóxido de carbono, gases de azufre y partículas de hollín y metal.
De todos estos gases y partículas, el vapor de agua es lo único relevante para la formación de estelas.
Para que se formen las grandes estelas tras los aviones en ruta son necesarias unas condiciones de temperatura y humedad determinadas, que permitan que se produzca la condensación del vapor de agua emitido por los motores.
Los gases de azufre pueden ayudar, porque facilitan la formación de pequeñas partículas que pueden actuar como núcleos de condensación, pero, en general, de todas formas, hay suficientes partículas que sirven como núcleos de condensación en la atmósfera.
El resto de los gases y partículas emitidos por el motor de los aviones no influyen en la formación de las estelas.
Cuando los gases que emite el avión se mezclan con el aire circundante, se enfrían rápidamente y, si la humedad en la atmósfera es suficiente para que la mezcla alcance la saturación, se producirá la condensación del vapor de agua.
El nivel de humedad de la mezcla, es decir, el que se llegue a la saturación o no, dependerá de la temperatura y humedad del aire, así como de la cantidad de vapor de agua y la temperatura de las emisiones del avión.
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