La concentración de CO2 en la atmósfera sigue aumentando sin control. El año pasado la noticia fue que se rebasó por primera vez en la historia reciente el nivel simbólico de las 400 ppm el observatorio de Mauna Loa, registro que en abril de 2016 ascendió a 408,69 partes por millón.
Ahora, el último Boletín sobre los gases de efecto invernadero que publica anualmente la Organización Meteorológica Mundial advierte de que la Tierra ha entrado en una «nueva era climática» y que se encuentra al borde del colapso que podría llegar si se rebasan las 450 ppm.
2016 primer año completo encima de 400 ppm
Entre las conclusiones que se desprenden del informe, la OMM destaca que aunque los niveles de dióxido de carbono se habían situado anteriormente por encima de la barrera de las 400 ppm, 2016 será el primer año en que esto sucederá a escala mundial durante varios meses al año.
Y lo que es peor: las previsiones auguran que esta barrera no descenderá durante muchas generaciones puesto que la capacidad que actualmente tiene nuestro Planeta a través de los bosques y océanos de absorber más CO2 está bastante limitada.
El Niño empeoró la situación durante 2015
El Boletín anual que acaba de ser publicado, informa de que el intenso episodio de El Niño vivido el año pasado y que se prolongó en el arranque de 2016, propició que el nivel de dióxido de carbono aumentara más de lo normal.
Hay que recordar que antes de la era industrial, en el s. XIX los niveles de CO2 se mantenían siempre alrededor de 280 ppm.
Otros gases de efecto invernadero
El Informe también nos habla acerca de las concentraciones de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera.
El documento destaca que entre 1990 y 2015 el forzamiento radiativo experimentó un incremento del 37% a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración, tales como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), resultantes de las actividades industriales, agrícolas y domésticas.
En 2015, los niveles de metano eran 2,5 veces superiores a los de la era pre-industrial mientras que el óxido nitroso estaba 1,2 veces por encima de los máximos históricos.
Más datos concretos
El metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero de larga duración más importante y contribuye aproximadamente en un 17% al forzamiento radiativo. Aproximadamente el 40% de las emisiones de metano a la atmósfera proceden de fuentes naturales (p. ej., humedales, termitas, etc.), mientras que cerca del 60% proceden de actividades humanas (ganadería, cultivo del arroz, explotación de combustibles fósiles, vertederos, combustión de biomasa, etc.).
El metano atmosférico alcanzó un nuevo máximo en 2015, de aproximadamente 1.845 partes por mil millones (ppmm), por lo que ahora equivale al 256% de su nivel preindustrial.
El óxido nitroso (N2O) que se emite a la atmósfera procede tanto de fuentes naturales (casi el 60%) como antropógenas (aproximadamente el 40%), que incluyen los océanos, el suelo, la quema de biomasa, los fertilizantes y diversos procesos industriales. Su concentración atmosférica en 2015 fue de unas 328 ppmm, lo que equivale al 121% de los niveles preindustriales.
Este gas también contribuye significativamente a la destrucción de la capa de ozono estratosférico, que nos protege de los rayos ultravioleta nocivos del Sol. Es el causante de aproximadamente un 6% del forzamiento radiativo provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración.
El hexafluoruro de azufre es un potente gas de efecto invernadero de larga duración. Producido por la industria química, se utiliza principalmente como aislante en los equipos de distribución de energía eléctrica. Los niveles atmosféricos de este gas son aproximadamente el doble de los observados a mediados de los años noventa.
Los clorofluorocarbonos (CFC), que destruyen la capa de ozono, y los gases halogenados menores contribuyen aproximadamente al 12% del forzamiento radiativo causado por los gases de efecto invernadero de larga duración. Aunque los CFC y la mayoría de los halones están disminuyendo, los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), a su vez potentes gases de efecto invernadero, están aumentando a un ritmo relativamente rápido, aunque todavía son poco abundantes.
Referencia: http://library.wmo.int/opac/doc_num.php?explnum_id=3084
Me parece acertadísimo hablar de una «nueva era climática». Esto, que suena a ciencia ficción, lo empezamos a vivir ya en nuestras carnes desde hace dos años, y efectivamente, los datos que hemos vivido ya son absolutamente propios de la peor de las películas de ciencia ficción, de la peor distopía. Recuérdese que el 1-5-15, el primer día del mes de las flores, se registran en Murcia, en vez de los 23 grados normales, ¡¡45 grados a la sombra!! Recuérdese que durante el verano de 2.015 casi toda España estuvo dos meses sin interrupción en una ola de calor extremísima, con temperaturas que todos los días, sin excepción, pulverizaban los 43 grados no en Sevilla, sino en Burgos, Ávila o Teruel. Recuérdese que en las pasadas Navidades, las nieves en la Cornisa Cantábrica ni aparecieron, dando lugar a una ola de calor aberrante, a 30 grados durante todos los meses de noviembre, diciembre y enero, y los bosques del Norte fueron masacrados en una oleada de incendios forestales que ni en pleno verano se recordaba. Ya es posible una ola de calor en cualquier momento del año. Ya es esperable que se alcancen 35 grados en Ávila en enero. Sevilla o Valencia apenas bajan de los 30 grados unos pocos días al año. Bañarse en nochevieja ha dejado de tener mérito. Es, sin duda, una nueva era climática.
Eso no es cierto Raúl.