El calentamiento estratosférico que tuvo lugar hace unas semanas sobre el Polo Norte y que propició el cambio de patrón atmosférico en nuestro país, ha tenido consecuencias en la banquisa ártica provocando que la superficie helada de aquel rincón del Planeta no avanzara como debería en pleno invierno.

Y lógicamente, la temperatura de la atmósfera a nivel de la superficie fue mucho más elevada de lo normal en muchas zonas, registrándose valores poco usuales para esa época del año, tanto que se elevaron por encima del nivel de congelación con desviaciones positivas de entre 20 y 30 ºC.

Cerca del máximo anual

En estos momentos el Ártico sigue ganando superficie helada aunque pronto se invertirá la tendencia y la banquisa ártica empezará a perder superficie conforme la primavera atmosférica avance.

Seguramente ese máximo anual tenga lugar en los próximos diez días, tal y como marcan las estadísticas.

El peor febrero del registro

En ese camino hacia el máximo anual, durante las últimas semanas la ganancia global estuvo muy por debajo de lo esperado de forma que la extensión promedio para febrero de 2018 fue la menor desde que en 1979 empezaran a tomarse estos registros mediante observaciones satelitales.

Concretamente, la superficie media en febrero de 2018 promedió 13,95 millones de kilómetros cuadrados, o lo que es lo mismo, 1,35 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio de 1981-2010 para febrero según los datos del NSIDC.

Comportamiento por zonas

El siguiente mapa nos muestra la concentración promedio de hielo marino del Ártico a lo largo de febrero de 2018. Las áreas blancas opacas indican la mayor concentración y las áreas de color azul oscuro son aguas abiertas.

En el gráfico proporcionado por la NASA observamos que todas las áreas heladas que tuvieron una concentración de hielo de al menos 15 % (el mínimo al que las mediciones basadas en el espacio dan una medida confiable).

Condiciones meteorológicas desfavorables

No cabe duda de que esta pobre superficie helada en el Polo Norte tiene una relación directa con el evento de calentamiento súbito estratosférico que tuvo lugar a mitad de mes en la zona, que se trasladó a la troposfera y formó un cinturón de altas presiones en Groenlandia y zonas aledañas, lo que alejó el típico mal tiempo de la zona, provocando un deshielo inesperado en los mares de Bering y Chukchi.

A ello se le unió la configuración atmosférica dominante en el arranque del mes, con la ubicación de las bajas presiones en Groenlandia y de las altas presiones sobre Europa lo que trasladó masas de aire cálido e incluso de agua caliente, desde el Atlántico Norte al Océano Ártico.

Una situación similar se produjo en el Pacífico, al otro lado del Polo Norte, donde los sistemas de bajas y altas presiones se instalaron de tal manera que movían el aire caliente y el agua del Pacífico Norte a través del Estrecho de Bering.

20 ó 30 ºC más de lo normal

Y si la banquisa ártica empeoró fue, entre otros motivos, porque la temperatura de la atmósfera a nivel del suelo fue mucho más alta de lo normal.

Si observamos este mapa de la NASA, extensas zonas aparecen con coloreadas con tonos rojos y naranjas, representando las áreas más cálidas que el promedio. En cambio, los tonos azules tuvieron un febrero más frío que el promedio.

Pero como os informamos semanas atrás, puntualmente el Polo Norte vio subir las temperaturas por encima del punto de congelación, elevándose de 20 a 30 grados Celsius por encima de lo normal en esa época del año.

De hecho el norte de Groenlandia ha sido protagonista de otro evento excepcional este invierno: agua abierta en lugar de cobertura de hielo marino. Sin la cubierta de hielo aquí, el calor se está liberando desde el océano a la atmósfera, lo que hace que el hielo marino sea más vulnerable a un mayor derretimiento.

Más información:

https://earthobservatory.nasa.gov/IOTD/view.php?id=91817&eocn=home&eoci=iotd_title