Agujero de la capa de ozono en 2000 y 2018

La capa de ozono sigue mostrando síntomas de recuperación pese a que, por ejemplo, este año,la temperatura en la estratosfera antártica fue bastante más baja que la media, lo que provoca que la concentración de ozono disminuya.

Según los expertos de la NASA y de la OMM, esto se debe a que los niveles de cloro en esos niveles de la atmósfera han disminuido de forma importante en las últimas décadas, gracias a la aplicación del Protocolo de Montreal tal y como os hemos contado en otras ocasiones.

Podría haber vuelto al nivel de hace 20 años

En un invierno antártico como el que se ha tenido lugar en 2018, lo lógico es que el agujero de la capa de ozono hubiera alcanzado una dimensión similar a la de hace dos décadas.

Pero gracias a la drástica reducción de los compuestos  clorofluorocarbonos, la concentración de O3 se ha mantenido estable incluso en un año así, tan adverso para esta importante capa de la Tierra.

Un agujero promedio de 22,9 millones de  Km2 en 2018

Según las observaciones de NASA, el agujero anual de ozono alcanzó en 2018 un área de cobertura promedio de 22,9 millonesde kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de América del Norte.

Decimotercero de una serie de 40

Esta superficie supone el decimotercer valor más alta de una serie histórica de 40 años de observaciones.

Su dinámica y extensión estuvo influenciada por un vórtice antártico particularmente estable y frío durante el invierno antártico.Allí el sistema estratosférico de baja presión que fluye en el sentido de las agujas del reloj en la atmósfera sobre la Antártida.

Dichas condiciones meteorológicas se consideran que son las más frías desde 1979, lo que facilita la formación de nubes estratosféricas más polares cuyas partículas activan los compuestos de cloro y bromo que contribuyen a mermar la concentración de ozono.

Agujero de la capa de ozono en Noviembre de 2018

Una situación inversa a los dos inviernos anteriores

Estas condiciones contrastan, por ejemplo, con las de 2016 y 2017, cuando las temperaturas más cálidas de lo normal entre agosto y septiembre restringieron la formación de nubes estratosféricas polares, retardando el crecimiento del agujero de ozono.

A modo de comparativa:en 2017, el agujero de ozono alcanzó un tamaño de 19,7 millones de kilómetros cuadrados mientras que en 2016, el agujero creció hasta los 20,7 millones de Km2.

Se recupera a un ritmo de 1 a 3 % por década

La aplicación del Protocolo de Montreal, está permitiendo que la capa de ozono se esté recuperando a una tasa de 1 a 3% por década desde el año 2000.

A este ritmo, el hemisferio norte y el ozono de latitud media se recuperarán completamente para la década de 2030, seguidos del hemisferio sur en la década de 2050 y las regiones polares en 2060.

Ciclo anual

Como hemos explicado en ocasiones anteriores, el aumento de los niveles de cloro en la atmósfera desde la década de los 1980 junto con uso de los  gases llamados cloroflourocarbonados (CFC) se formó un descenso en la densidad de la capa de ozono que cubre la Antártida.

Desde 1980, este agujero se expande durante la primavera del Hemisferio Sur (entre agosto y septiembre) y se reduce durante el otoño periódicamente.

Gracias a la prohibición internacional de este tipo de compuestos químicos, la capa de ozono se ha ido recuperando lentamente.

La capa de ozono protege a la Tierra de la peligrosa radiación ultravioleta que procede del sol y que puede causar cáncer de piel.

Mejoría paulatina y firme

Las observaciones más recientes estaban constatando una paulatina recuperación del agujero de la capa de ozono existente sobre la Antártida.

Con sus lógicos máximos y sus mínimos anuales, los científicos habían evidenciado una disminución notable en los últimos años de dicho agujero, gracias a la puesta en marcha de las medidas acordadas en el Protocolo de Montreal durante las últimas décadas.

Pero el hecho de que se obtengan datos tan positivos en los últimos años, hace albergar la esperanza de que sea una recuperación consolidada.

Posible repercusión en el clima

El agotamiento del ozono contribuye al enfriamiento de la estratosfera inferior, lo que a su vez provoca cambios en la circulación estival del hemisferio sur, con los consiguientes efectos en la temperatura de la superficie, las precipitaciones y los océanos.

En el hemisferio norte, donde el agotamiento del ozono es menor, no se estima ninguna relación estrecha entre el agotamiento del ozono estratosférico y el clima troposférico.

Contrapartida de la eliminación de los CFC

La principal reducción de la capa de ozono se produjo tras la puesta en marcha de las medias del Protocolo de Montreal que consiguieron disminuir en un 90 % las emisiones de gases a base de clorofluorocarbono (CFC) utilizados en los productos refrigerantesespumasaerosoles y equipos de extinción de incendios.

Como contrapartida, mucho de esos gases fueron sustituidos por gases de efecto invernadero, trasladando en cierta medida el problema medioambiental a otro escenario.

Y es que los hidrofluorocarbonos (HFC), sustitutos de los CFC, aumentan en un 7% cada año y aunque no afectan a la capa de ozono contribuyen a aumentar la temperatura global de la Tierra como consecuencia del denominado efecto invernadero.

Hay que seguir trabajando

Pese a lo comentado, aún existen dudas sobre si un calentamiento de la temperatura de la estratosfera en la Antártida a largo plazo podría contribuir a la reducción de este agotamiento del ozono.

De hecho, actualmente los científicos están trabajando para determinar si la tendencia agujero de ozono en la última década es el resultado del aumento de la temperatura o bien de la disminución de cloro

Un aumento de la temperatura de la estratosfera sobre la Antártida disminuiría el área del agujero de ozono.

Las estimaciones satelitales las mediciones basadas en tierra por diversas estaciones, muestran que los niveles de cloro están disminuyendo.

Sin embargo las mediciones de la temperatura de la estratosfera en esa región son menos fiables para realizar conclusiones de tendencias a largo plazo.

Referencia: https://ozonewatch.gsfc.nasa.gov/SH.html